9. Gracias, monsieur Delage

El día en que llega a sus manos la fotografía del hombre de Turín, del que tanto hablan todos, el doctor Delage la analiza con su mirada investigadora, con una curiosidad cada vez mayor. Primero observa la imagen de la Sábana Santa tal y como se presenta en realidad: fondo claro, impronta oscura. Después analiza el cuerpo humano que se destaca sobre el fondo de la fotografía de la Sábana. Vuelve varias veces a mirar aquel rostro majestuosamente sereno, y piensa para sí:«Me parece que esta fotografía es verdadera, sin el menor retoque…
La imagen que la Sábana Santa ofrece al visitante se diría que es un negativo. De hecho, las zonas en relieve, por ejemplo la nariz, los párpados cerrados, los pómulos, están obscuras, y en cambio las partes hundidas están claras… La fotografía, cambiando entre sí las luces y las sombras, me presenta una imagen humana increiblemente nítida, con una perfección anatómica y una belleza de formas que no me hubiera imaginado nunca antes de verla... El cuerpo de este hombre, que hasta hace un momento parecía misterioso e incomprensiblemente impreso al revés, tiene una figura perfectísima. Y este rostro, no puedo negarlo, es verdaderamente sorprendente» Y –continuando con su meditación de laico– «Dicen que éste es el rostro de Cristo. Yo no lo sé; pero no sé tampoco a qué otra persona puede pertenecer. Y si lo comparo con los retratos de Jesús que desde el Renacimiento han realizado los mejores pintores... éste los supera a todos… Es por todo esto por lo que quiero saber cómo ha podido formarse esta imagen».
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