Santoral Católico del 8 de Abril
- San Perpetuo, Obispo y Confesor
- San Dionisio de Corinto, Obispo
- San Gualterio o Walterio de Pontoise, Abad
- San Fructuoso de Braga, Obispo y Confesor
- Beato Clemente de Osimo
- Beata Julia Billiart
- Beato Julián de San Agustín
- Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.
† hacia el año 490
Como un cuerpo sin espíritu está muerto, así
también la fe sin las obras está muerta.(Santiago, 2, 26)
también la fe sin las obras está muerta.(Santiago, 2, 26)

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El mismo día: Dan Dionisio, Obispo de Corinto


Pertenece a las primeras generaciones de cristianos. Es uno de los primitivos eslabones de la larga cadena que sólo tendrá fin cuando acabe el tiempo. Por el momento en que vivió, resulta que con él entramos en contacto con la antiquísima etapa en que la Iglesia está aún, como aprendiendo a andar, dando sus primeros pasos; su expresión en palabras sólo se siente en la tierra como un balbuceo y la gente que conoce y sigue a Cristo son poco más que un puñado de hombres y mujeres echados al mundo, como a voleo, por la mano del sembrador y desparramados por el orbe.
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El mismo día: Santa Julia Billiart, Fundadora


aría Rosa Julia Billiart nació el 12 de julio de 1752 en Cuvilly (Bélgica), en el seno de una familia de agricultores acomodados propietarios también un pequeño comercio. Habiendo aprendido el catecismo de memoria, el párroco le permitió hacer la primera comunión a los nueve años.
Aunque Julia tenía que trabajar, pues entonces en la familia había necesidades económicas, siempre buscaba tiempo para visitar a los enfermos, ayudar a los demás y hacer oración. Un día en que se hallaba sentada junto a su padre, alguien disparó una pistola contra éste; el atentado la impresionó tanto que perdió el movimiento de las piernas. Con frecuencia la gente la oía decir: ¡Qué bueno es Dios!
En 1790, durante la revolución francesa y la época napoleónica, tuvo que huir a Compregne, perseguida por las autoridades, debiendo cambiar de residencia constantemente. Las penalidades agravaron de tal suerte su enfermedad que perdió el habla durante varios meses. Al fin del tiempo del Terror se trasladó a Amiens a la casa del vizconde Blin de Borbón. Ahí recobró el habla y conoció a Francisca Blin de Borbón, mujer inteligente y culta, vizcondesa de Gézaincourt, que sería su amiga íntima y colaboradora. La persecución estalló nuevamente y Julia debió refugiarse en casa de la familia Doria, en Bettencourt, donde conoció al padre José Varin.
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