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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

29 de mayo de 2009

29 de Mayo, Festividad de Santa María Magdalena de Pazzis, Vírgen









ay en el Borgo de San Friano un monasterio “donde se trata de perfección con particular cuidado”. Así lo decía un autor del setecientos y así lo leo yo hoy en las páginas tostadas de años, pero quemantes siempre, de una obra en pergamino y bellos tipos renacentistas que contiene la “vida de la bienaventurada y extática María Magdalena de Pazzis, virgen florentina", la santa contradictoria y apasionante que nos ha dejado una vida extraña y vehemente como su temperamento toscano.
Su padre, Camilo Geri de Pazzis, gran señor florentino, había contraído matrimonio con María Lorenzo Buondelmonti, dama exquisita, amiga de los Médicis, que educó con extraordinaria delicadeza a su única hija Catalina. La niña era bellísima y de un natural dulce y quieto y a la vez ardiente y amoroso, mezclando voluntad y suavidades. No podemos detenernos en sus primeros años, ni en su educación entre las Canonesas de Malta, ni en su regreso al mundo, de cuya época se conserva un hermoso cuadro nos muestra a Catalina, gran figura de italiana, vestida de blanco y dorado con unas rosas.
Vamos a partir de ese domingo primero de Adviento en que ingresa en el convento de carmelitas observantes en 1582 y donde recibe el santo hábito al final del enero siguiente. Ya se llama María Magdalena y tiene dieciséis años.
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