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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

31 de agosto de 2009

31 de Agosto, Festividad de San Ramón Nonato, Cardenal y Confesor




ació San Ramón en las alturas de la Segarra catalana, en el pueblecito o lugar de Portell, provincia de Lérida y Abadía de Solsona, más tarde elevada a obispado.

Descendía de padres nobles y virtuosos, emparentados con las ilustres familias de Fox y de Cardona. No conoció las caricias de su madre, pues ésta murió antes de venir él al mundo, y nació Ramón a favor de una operación sobre el cuerpo ya muerto de su madre, por lo que se le llamó el nonato, o no nacido. Desde muy temprana edad fue devoto, humilde, manso, prudente, obediente a su padre, temeroso de Dios cuidadoso de su conciencia, limpio en los pensamientos, modesto en su porte, discreto en las palabras, ángel en las acciones y amado de cuantos le conocían.

Proyectó su padre darle una carrera civil, y lo mandó a Barcelona para que aprendiese las primeras letras. Aquí conoció la buena fama del comerciante Pedro Nolasco, cuya amistad cultivó, y dio muestras de inclinarse al estado eclesiástico, razón por la cual su padre le hizo volver a Portell y lo puso al cuidado de unas fincas patrimoniales.

Mientras Ramón pastoreaba sus rebaños por la seca y áspera Segarra, va encendiéndose en él una luz, una antorcha, una hoguera. El zagal catalán supervive hoy en la historia, en el arte, en la poesía, en el folklore, y, lo que vale más, en el Santoral, que para nosotros, hijos de la Iglesia católica, significa tener un puesto al lado de Dios en el cielo.

En las faenas del campo goza del contacto de la naturaleza, siente con más fuerza la llamada interior, habla sin cesar con Dios, y siente crecer en su corazón un amor filial grandísimo por la Virgen María. Las gentes le llamarán muy pronto el "hijo de María".

Solía guiar su rebaño hacia una ermita de San Nicolás, en que se veneraba una imagen de María; y, mientras el ganado pacía, él se acercaba a la Virgen, y daba rienda suelta a su espíritu en la oración. Ya no estaba huérfano. había encontrado en ella a una madre. La dulce ermita era su centro, su retiro y su alegría.
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