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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

27 de abril de 2011

Santoral Católico del 27 de Abril


  • San Pedro Canisio, Confesor y Doctor
  • Nuestra Señora de Montserrat, Patrona de Cataluña
  • San Antimio, Obispo y Mártir
  • San Toribio de Mogrovejo, Obispo y Confesor
  • San Pedro Armengol, Mártir
  • Santa Zita, Patrona del Servicio Doméstico
  • San Esteban de Pechersky
  • San Floribertode Lieja
  • Beato Jacobo de Biteto
  • Beato Antonio de Siena,
  • Beata Osanna de Cattaro
  • Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.


SAN PEDRO CANISIO
Confesor y Doctor de la Iglesia




Al decir de sus biógrafos era Peter Kanis un joven de carácter irritable, pendenciero, vanidoso y terco. Todo ello indicaba a las claras que no había nacido santo; sin embargo, podría llegar a serlo, ayudado por la gracia divina. Al menos tenía un hermoso fondo y unas nobles inclinaciones. Se dice que sus aficiones de niño eran construir altares y púlpitos para decir misa y predicar ante sus compañeros.

La Providencia le juntó en Maguncia con el jesuíta Pedro Fabro en el verano de 1543. No debió suponerse el jesuíta que con sus Ejercicios espirituales iba a conquistarse para la naciente Compañía de Jesús a aquel joven alegre y vanidoso. La verdad es que en esos Ejercicios se decidió su vocación a santo y su ingreso en la Compañía. Desde entonces su nombre de Kanis se trocará en Canisio.

Tenía el nuevo hijo de Ignacio de Loyola en su haber una profunda formación religiosa heredada de sus padres. El mismo cuenta en sus Confesiones que su madre, Egidia Houweningen, a la hora de la muerte, reunió junto al lecho a todos sus hijos, a los que pidió siguieran firmes en la fe que de continuo les había inculcado. Esta escena quedó profundamente grabada en la imaginación infantil de Pedro y quiso seguir fiel a los ruegos de su madre.

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El mismo día: Santo Toribio de Mogrovejo, Obispo y Confesor


La sensación que se produce al ponerse en contacto con esta figura excepcional de la historia eclesiástica es de auténtico asombro. Resulta increíble lo que, sin embargo, está maravillosamente documentado. Santo Toribio de Mogrovejo puede muy bien parangonarse, sin temor alguno, con las más egregias figuras de la historia eclesiástica universal. No es una impresión nuestra exclusivamente. Hace años que un especialista en historia eclesiástica de los más famosos, el padre Leturia, escribía así. "Nada de cuanto hasta ahora he manejado en el Archivo de Indias me ha impresionado más vivamente que este ilustre metropolitano, gloria del clero español del siglo XVI, quien por su apostolado directo e infatigable en las doctrinas de indios, por su legislación canónico-misional en los concilios de Lima, por sus relaciones y contiendas de subidísimo valor histórico y misional con las grandes Ordenes evangelizadoras; por la firme, digna y confiada majestad con que se opuso a ciertas rigideces centralistas de su insigne admirador y protector el monarca Felipe II, y, sobre todo, por su afán indomable y eficaz en mantener —por encima de los virreyes y del Consejo de Indias— el contacto inmediato y constante con la Santa Sede, proyecta en la historia de las misiones americanas su múltiple y prócer silueta, digna de coronar... el mismo Archivo de Indias de Sevilla". Como ha escrito el señor arzobispo de Valladolid: la epopeya homérica de los conquistadores halla un paralelo digno, y aun superior por sus fines y objetivos espirituales, en la labor inmensa del gran arzobispo. A él se debe en grandísima parte la rápida y profunda cristianización de la América española, y el éxito de su apostolado, y el florecimiento de sus maravillosas "doctrinas" de indios, la exuberancia del clero y de catequistas durante su fecundo pontificado, explican la supervivencia del espíritu y de la vida cristiana en aquellas dilatadas regiones, a pesar de las posteriores crisis y de la tremenda escasez actual de operarios evangélicos".

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