por José Antonio Ullate Fabo
XIII.- El Gran Maestre, Magdalena y "Q"
El Gran Maestre indiscreto y su nieta, la ingenua
Capítulo 58, página 306:
Sophie «recordó a un airado sacerdote que en una ocasión había aparecido en casa de su abuelo y se había puesto a aporrear la puerta.
»-¿Vive aquí Jacques Sauniére? -le había preguntado, mirándola desde las alturas cuando le abrió la puerta-. Quiero hablar con él sobre el artículo que ha escrito. -El sacerdote blandía un periódico.
»[...] Sophie se fue corriendo a la cocina y empezó a hojear el diario matutino. Encontró el nombre de su abuelo en un artículo de la segunda página. Lo leyó. No lo entendió todo, pero parecía que el gobierno francés, accediendo a las presiones de los curas, había aceptado prohibir la exhibición de una película americana llamada La última tentación de Cristo, en la que Jesús tenía relaciones sexuales con una señora llamada María Magdalena. Y su abuelo decía que la Iglesia se equivocaba y se mostraba arrogante al prohibir aquella película».
[En el capítulo 9 nos hemos enterado de que Sophie Neveu tiene 32 años cuando transcurre la novela].
Aquí hay cosas muy raras. Primeramente, Jacques Sauniére era supuestamente el Gran Maestre del super secreto Priorato de Sión. Ni los más profundos conocedores de las sociedades secretas y del mundo de los símbolos, ni los expertos «buscadores del Grial» sabían cuál era su identidad. «La identidad real del conservador, así como la de sus tres sénéchaux era casi tan sagrada como el secreto que guardaban» (prólogo). Hemos visto como sor Sandrine, pese a pertenecer a los escalafones más bajos del priorato, llevaba una vida discreta bajo la apariencia de una piadosa monja. Sin embargo, quien más celoso tenía que ser de su misión, quien bajo ningún concepto debía permitir que se asociara su nombre al secreto del culto a la diosa, es quien viola la norma de la discreción y mete la pata de la forma más burda. Vemos que cuando arrecia la polémica en torno a la película de Martin Scorsese, La última tentación de Cristo, Sauniére, escribe un artículo firmado con su propio nombre en la segunda página de un periódico, y tercia en la disputa, calentando el ambiente. No parece el hombre para una misión tan secreta, pues no es capaz de hacer que otro firme el artículo.
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