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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

20 de diciembre de 2008

Las grandes Herejías (5)


por Hillaire Belloc


Capítulo 5

El ataque albigense

n el corazón de la Edad Media, justo cuando estaba llegando a su fase más espléndida, en el gran Siglo XIII, surgió un singular y poderoso ataque a la Iglesia Católica y a toda la cultura que la misma defendía que fue completamente rechazado.

Fue un ataque, no sólo a la religión que hizo nuestra civilización, sino a la civilización misma, y su nombre genérico en la Historia es “La Herejía Albigense”.

En el caso de este gran conflicto debemos proceder, al igual que en el de todos nuestros otros ejemplos, examinando primero la naturaleza de la doctrina que se estableció en contra del cuerpo de verdades enseñado por la Iglesia Católica.

La falsa doctrina, de la cual la versión de los albigenses constituyó un ejemplo principal, ha estado siempre latente entre los hombres bajo variadas formas, no sólo en la civilización del cristianismo sino en todos aquellos lugares y en todos los momentos en que las personas tuvieron que considerar los problemas fundamentales de la vida; lo cual equivale a decir: siempre y en todas partes. Pero, en este momento de la Historia, sucedió que el fenómeno adquirió una forma particularmente concentrada. Fue entonces cuando las falsas doctrinas que estamos por examinar se destacaron con mayor nitidez y pueden ser apreciadas de un modo más claro. Por los efectos que la herejía tuvo cuando estuvo en su punto más alto de vitalidad podemos estimar los males que ocasionan doctrinas similares, sea cuando fuere que aparecen.

Durante el período cristiano, este permanente conflicto de la mente humana creció y se acumuló en tres grandes oleadas y de ellas el episodio albigense fue tan sólo el central. La primera gran oleada fue la tendencia maniquea de los primeros siglos cristianos. La tercera fue el movimiento puritano en Europa, acompañando a la Reforma y la secuela de esa enfermedad, el jansenismo. El primer movimiento fuerte de la especie quedó agotado antes del fin del Siglo VIII. El segundo fue destruido cuando el movimiento definidamente albigense fue erradicado en el Siglo XIII. El tercero, la oleada puritana, se encuentra declinando recién ahora, después de haber producido toda clase de males.

Ahora bien, ¿qué es esta tendencia general o disposición que, por su nombre más antiguo, se llamó maniquea, que se denominó albigense en la forma más nítida que estamos por tratar, y que la Historia moderna conoce como puritanismo? ¿Cuál es el motivo subyacente que produce herejías de esta clase?

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Juan Donoso Cortés: Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo (21)


Capítulo IV


Continuación del mismo asunto. Contradicciones socialistas




i hay una verdad demostrada en nuestro último capítulo, esa verdad consiste en afirmar que la escuela liberal no ha hecho otra cosa sino asentar las premisas que van a parar a las consecuencias socialistas, y que las escuelas socialistas no han hecho otra cosa sino sacar las consecuencias que están contenidas en las premisas liberales; estas dos escuelas no se distinguen entre sí por las ideas, sino por el arrojo. Viniendo planteada de esa manera entre ellas la cuestión, es claro que la victoria toca de derecho a la más arrojada, y la más arrojada es, sin ningún género de duda, la que, no parándose en la mitad del camino, acepta con los principios sus consecuencias. Siendo esto así, dicho se está, y de nuestro anterior capítulo aparece suficientemente demostrado, que el socialismo lleva lo mejor de la batalla y que en definitiva suyas son las palmas de este combate.

De la fuerza de lógica, de que ha hecho muestra y parada en sus contiendas con la escuela liberal, se ha seguido para la escuela socialista cierto renombre de lógica y consecuente, que, si bien está hasta cierto punto justificado, está lejos de estarlo suficientemente. En ser más lógica que la más ilógica y contradictoria de todas las escuelas, la socialista no hace mucho, y aun apenas hace algo; para ser merecedora de su renombre está obligada a más: por una parte, está obligada a demostrar que no sólo es lógica y consecuente de una manera relativa, sino de una manera absoluta, y después, que es lógica y consecuente de una manera absoluta en la verdad; porque si sólo lo fuera en el error, la lógica y la consecuencia en el error no es más que una manera especial de ser ilógica e inconsecuente. No hay consecuencia ni lógica verdadera sino en la verdad absoluta.

Ahora bien: el socialismo falta a estas dos condiciones: por una parte, es contradictorio, porque no es uno como se demuestra por la variedad de sus escuelas: símbolo de la variedad de sus doctrinas; por otra parte, no es consecuente negándose a aceptar, a semejanza de la escuela liberal, aunque no en el mismo grado, todas las consecuencias de sus propios principios; y, por último, sus principios son falsos y sus consecuencias absurdas.

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La desmaterialización de la materia.


por el Dr.Raúl Leguizamón

Tomado del Blog de Cabildo




odo marchaba fantástico hasta la segunda mitad del siglo XIX. Era la época oro del materialismo clásico. Con su reduccionismo a ultranza, sus certezas absolutas, su determinismo inexorable, su infantil ingenuidad. Era, aparentemente, el triunfo de Laplace, de La Mettrie, de D'Holbach, de Karl Vogt, de Ludwig Büchner, de Darwin… Una época en la que se creía que los átomos eran pequeñísimos corpúsculos materiales sin misterios; las células, “bolsitas” de proteínas, y el pensamiento una “secreción” de las neuronas. La Edad de Oro del racionalismo del siglo XVIII. Pero la realidad es “reaccionaria”, como decía Lenín.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, los campos de fuerzas electromagnéticas de Maxwell, presentaron una realidad empírica que escapaba por completo a las interacciones materiales entre partículas. Lo cual representaba un cuestionamiento fundamental a la Física del siglo XIX, que pretendía explicar toda la realidad sobre la base de las propiedades extensivas de la materia, pero, debido a los prejuicios filosóficos materialistas dominantes, esto se consideró sólo como una pequeña fisura en el sólido edificio de la ciencia moderna. Nadie podía prever el cataclismo que se avecinaba.

El 14 de diciembre del año 1900, Max Planck, Profesor de Física de la Universidad de Berlín, dejaba caer la bomba. Después de muchas vacilaciones, debidas a su formulación en la Física clásica, este autor demostraba la discontinuidad de la emisión y la absorción de la energía, iniciando, de esta manera, lo que se ha dado en llamar “la revolución cuántica” de la Física, que obligó a repensar toda la Física a nivel atómico. Y la catástrofe continuó.

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19 de diciembre de 2008

El Papa San Pío X: Memorias (16)


por S.E.R. Cardenal Rafael Merry del Val


XV

SU FAMILIA



ntes de dar por terminadas estas Memorias, quisiera hacer mención de algunos hechos concernientes a la familia de Pío X que más particularmente han llegado a mi conocimiento personal Ellos ¡lustran las tradiciones domésticas de su hogar y muestran el ambiente que tanto contribuyó a la formación de su carácter individual, y que él elevó aún más con la santidad de sus virtudes.
Ya me he referido a su propio renunciamiento, que le inducía a no buscar ventajas temporales para los suyos, como hubiera podido hacer tan fácilmente desde los diferentes puestos de su brillante carrera.
En este sentido, dio al mundo entero y, especialmente, al clero, un ejemplo casi inédito de desinterés y sencillez de espíritu, demostrando que únicamente perseguía fines espirituales.
Cuando en el otoño de 1917 sobrevino la desastrosa invasión de las provincias venecianas y el enemigo se adentró en el país, entre el Isonzo y el Piave, hubo necesidad de evacuar a toda prisa ciudades y pueblos próximos a la línea de combate, bien para evitar que cayeran sus habitantes en manos del enemigo, bien para facilitar la urgente tarea de una inmediata defensa. La gente huía a millares, y entre los desgraciados refugiados de Gemona, Cavaso, Venecia, Salzano, Riese y otras localidades se encontraban varios sobrinos de Pío X.
Ninguno de ellos había vivido nunca con desahogo. Ganaban en distintas profesiones un modesto sustento que les bastaba para no pasar grandes privaciones. Uno de ellos era escultor, dos o tres desempeñaban puestos de maestros de escuela; algunos mantenían un pequeño negocio o industria, y otros habían obtenido modestos empleos en la Administración local.
Al estallar la tormenta, veintitrés de ellos, entre hombres, mujeres y niños, se vieron obligados a huir en pocas horas, abandonando sus tranquilos hogares y cuantos bienes les pertenecían, sin más equipaje que un pequeño hatillo. Algunos hubieron de salir a pie, teniendo que andar varias millas para poder llegar al ferrocarril más próximo que les trasladara a un lugar de refugio transitorio. Giuseppina Parolin Salvadori, sobrina del Papa, escapó con dificultad de Gemona en llamas; huyó, en medio de indecibles sufrimientos, a través del Tagliamento, sola, sin protección algún y separada de su marido.
Después de un viaje interminable, cuyas penalidades no necesito describir, todos llegaron a Roma una noche, dirigiéndose al pequeño piso de la plaza Rusticucci, donde vivían las hermanas mayores del Papa. No se les negó hospitalidad, como era natural, aunque allí no había medios disponibles de poder proporcionar alojamiento adecuado a veintitrés huéspedes inesperados: ni habitaciones, ni camas, ni los elementos más indispensables a la vida cotidiana. Amontonados todos durante aquella primera noche y el día siguiente, eran, en verdad, dignos de lástima. ¡Y eran los familiares del Santo Padre!.

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Salvemos a los homosexuales, que no a la homosexualidad


istórico momento, oiga usted: la Asamblea General de Naciones Unidas reunidas en solemne sesión, el jueves 18 de diciembre de 2008, consigue unir a 66 países para “despenalizar la homosexualidad”.

Hispanidad, viernes, 19 de diciembre de 2008

Lágrimas de emoción resbala por mis ojos. ¿Para qué ocultarlo? Este viejo corazón no puede resistir tantas emociones.

Lo malo de la sociedad progre en la que vivimos es que, al no aceptar la verdad objetiva -ni la moral objetiva que de ellas se deriva- se ven obligados a recurrir a la ley lo que les hace la vida muy burocrática, muy complicada, además de confundir las churras con las merinas.

Porque no todo lo que es inmoral es ilegal. Por ejemplo, pagar el salario mínimo por una jornada laboral de 40 horas no es ilegal, pero es inmoral. El adulterio es cosa fea y moralmente repugnante pero no debe ser penado con una estancia en prisión.

Además, el lobby gay con su habitual estilo claro, conciso, transparente, inequívoco, confunde la condena moral de la homosexualidad con la condena legal del homosexual, que es cosa distinta. No sé si lo hacen interesadamente, pero percibo una cierta obsesión en tergiversar al adversario. Porque, naturalmente, estar contra la homosexualidad no consiste en perseguir al -eso no lo hace la Iglesia, sino el Estado, no la norma moral, sino la norma legal- homosexual, de la misma forma que perseguir la pobreza no es perseguir al pobre o combatir el sida consiste en combatir al sidoso.

Sí, sé que el problema consiste en que la ley se utiliza como referencia moral, pero es porque conservamos la referencia legal -siempre coercitiva- y hemos perdido el referente moral, pero no es culpa del referente, sino de nosotros, los progres del siglo XXI.

Este es el problema de la resolución ONU, que muchos extraen la sigue conclusión: si la homosexualidad se despenaliza es porque la homosexualidad es buena, Y no, no lo es.

Y esto es bello e instructivo. Lo terrible es que hay que explicarlo.

Las predicciones de Aparisi


En la imagen Antonio Aparisi Gujarro





Por José F. Acedo Castilla


I


ntonio Aparisi Guijarro (1815-1872) fue uno de nuestros más grandes caracteres. Sabía insinuarse y escuchar. Su oratoria, como afirma Menéndez y Pelayo, tenía unas características singulares: pasión, ternura, gracia, lirismo y melancolía.

Esteban Bilbao, tras cotejarlo con dos colosos del pensamiento español en el siglo XIX, Balmes y Donoso Cortés, llega a la conclusión de que si Donoso es el rayo que arrebata y Balmes, la luz que ilumina, Aparisi es la poesía de un ideal.

Para Elías de Tejada, Aparisi, debe ser reputado como pensador de la contrarrevolución, fiel a los postulados de la monarquía tradicional. Tiene, como Balmes, el «seny» de las gentes catalanas. Para Santiago Galindo, Aparisi representa en la escuela tradicionalista la experiencia y desarrollo de un sistema de libertades concretas, frente a las Constituciones demoliberales, en las que suele ser un formalismo.

Defendía las libertades reales contra las libertades retóricas. Su idea de la libertad era la misma que poco después definiría Enrique Gil Robles como «La facultad de elegir lo conveniente al propósito respectivo ordenado a los correspondientes fines, y dentro del círculo de las facultades de cada persona, según su estado jurídico y conforme a la eterna divina ley».

Para León Galindo Vera -el amigo entrañable y su primer biógrafo- Aparisi representó la unión de los católicos españoles para la restauración de la monarquía tradicional.
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Chesterton. Cien años de Ortodoxia




Por Tomás Baviera Puig

Tomado de Nuevo Encuentro




n los últimos años se han reeditado en España numerosas obras de G. K. Chesterton. Una de ellas resulta crucial para entender a este polifacético y original escritor. Se trata de Ortodoxia. En este libro Chesterton explicó su filosofía personal. El título ya apunta que el pensamiento del autor se identifica plenamente con la ortodoxia cristiana.

En efecto, nunca renunció a sus ideas religiosas y las supo exponer de modo brillante y atractivo. Este año se cumplen cien años de la publicación de Ortodoxia. Es una buena ocasión para repasar las ideas contenidas en él, y contribuir a un conocimiento más a fondo de este interesante autor.

«Un joven que quiera seguir siendo un perfecto ateo no puede ser demasiado exigente con su lectura. Hay trampas por todas partes». Así recuerda C.S. Lewis su encuentro con los libros de Chesterton durante una convalecencia en la Primera Guerra Mundial. En aquel momento, Lewis era un ateo cabal en edad universitaria. Sin embargo, su lectura inició la aproximación hacia la fe de alguien que llegaría a ser uno de los grandes apologistas del cristianismo en el siglo XX.

¿Qué encontró Lewis en esos libros? Chesterton tenía la habilidad de ayudar a ver las cosas de un modo nuevo. Y eso lo supo hacer admirablemente con la fe cristiana. Para ello, tuvo que abrir nuevos caminos intelectuales que le condujeron a una visión más profunda y más alegre de la realidad. Joseph Pearce señala la novedad de sus libros: «El cristianismo de Chesterton era contagioso y, gracias a sus penetrantes paradojas y a su quijotesco entusiasmo, muchos comenzaron a descubrir el atractivo de la ortodoxia».

Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) fue, sobre todo, un periodista. Dotado de una inteligencia profunda y de una vitalidad desbordante, pronto destacó en ambientes intelectuales y políticos ingleses. Cultivó prácticamente todos los géneros literarios. Es conocido sobre todo por las historias del Padre Brown, un sacerdote católico que posee una inusual habilidad como investigador policial.

El 25 de septiembre de 1908 publicó Ortodoxia. En este libro esbozó su particular filosofía y el itinerario intelectual que le condujo a la fe cristiana. En este viaje la brújula principal que le orientó fue el sentido común. Si bien todavía no había ingresado en la Iglesia Católica (lo haría en el año 1922), su cabeza era ya católica.

Ortodoxia presenta, no obstante, una dificultad para el lector. Se trata del estilo de su autor. Para quien no esté familiarizado con él, la forma de escribir de Chesterton puede desconcertar por su exuberancia de imágenes y paradojas. A pesar de ello, el texto transmite una gran agudeza de pensamiento. La escritora Dorothy L. Sayers afirmó, en relación al estilo de nuestro autor: «A algunas personas les irrita el estilo ‘paradójico’ de Chesterton. Pero, cuando se trata de ir al meollo de las cosas y dar en el clavo, no hay nadie mejor que él». Ortodoxia fue la explicación chestertoniana del meollo de las cosas.

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18 de diciembre de 2008

El pequeño mundo de Don Camilo (2)


por Giovanni Guareschi

Capítulo 2

El bautismo




NTRARON en la iglesia de improviso un hombre y dos mujeres; una de ellas era la esposa de Peppone, el jefe de los rojos. Don Camilo, que subido sobre una escalera estaba lustrando con "sidol" la aureola de San José, se volvió hacia ellos y preguntó qué deseaban.

–Se trata de bautizar esta cosa – contestó el hombre. Y una de las mujeres mostró un bulto que contenía un niño.

–¿Quién lo hizo? –preguntó don Camilo, mientras bajaba.

–Yo –contestó la mujer de Peppone.

–¿Con tu marido? –preguntó don Camilo.

–¡Por supuesto!... ¿Con quién quiere que lo hiciera? ¿Con usted? – replicó secamente la mujer de Peppone.

–No hay motivo para enojarse. – observó don Camilo, encaminándose a la sacristía – Yo sé algo... ¿No se ha dicho que en el partido de ustedes está de moda el amor libre?

Pasando delante del altar, don Camilo se inclinó y guiñó un ojo al Cristo.

–¿Habéis oído? – y don Camilo rió burlonamente – Le he dado un golpecito a esa gente sin Dios.

–No digas estupideces, don Camilo. – contestó fastidiado el Cristo – Si no tuviesen Dios no vendrían aquí a bautizar al hijo, y si la mujer de Peppone te hubiese soltado un revés, lo tendrías merecido.

–Si la mujer de Peppone me hubiera dado un revés, los habría agarrado por el pescuezo a los tres y...

–¿Y qué? –preguntó severo Jesús.

–Nada, digo por decir – repuso rápidamente don Camilo, levantándose.

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Las grandes Herejías (4)


por Hillaire Belloc



Capítulo 4.-

La gran y Persistente Herejía de Mahoma





cualquier observador de los acontecimientos ocurridos durante los primeros años del Siglo VII – digamos desde el 600 al 630 – le hubiera parecido que, habiendo ocurrido solamente un gran ataque principal a la Iglesia Católica – el arrianismo y sus derivados – y habiéndose repelido dicho ataque con una Fe victoriosa, la Iglesia se hallaba asegurada por tiempo indefinido.

Era obvio que la Iglesia tendría que pelear por su vida contra elementos externos no-cristianos, esto es: contra el paganismo. Los adoradores de la naturaleza de la alta civilización persa en el Este nos atacarían por las armas y tratarían de sojuzgarnos. El paganismo salvaje de las tribus bárbaras escandinavas, germánicas, eslavas y mongoles, en el Norte y Centro de Europa también atacarían al cristianismo tratando de destruirlo. Las poblaciones de Bizancio continuarían haciendo desfilar concepciones herejes como una pantalla de sus reclamos. Pero, al menos, el principal esfuerzo de herejía había fracasado – así parecía. Su objetivo, el deshacer una civilización católica unida, no había sido alcanzado. De allí en más no había por qué temer que surgiera alguna herejía mayor; menos aún la consecuente interrupción de la Cristiandad.

Para el 630 toda la Galia era católica desde hacía largo tiempo. El último de los generales arrianos y las guarniciones en Italia y España se habían vuelto ortodoxos. Los generales y las guarniciones de África del Norte habían sido conquistadas por los ejércitos ortodoxos del Emperador.

Y fue justo en ese momento, un momento de aparente universal y permanente catolicismo, que cayó un golpe inesperado de inaudita magnitud y potencia. De pronto surgió el Islam. Vino del desierto y avasalló a la mitad de nuestra civilización.

El Islam – la enseñanza de Mahoma – conquistó inmediatamente por las armas. Los conversos árabes de Mahoma invadieron Siria y vencieron allí en dos grandes batallas; la primera sobre el Yarmuk, al Este de Palestina en las tierras altas arriba del Jordán, y la segunda en la Mesopotamia. Continuaron invadiendo Egipto y empujaron más y más hacia el corazón de nuestra civilización cristiana con toda su grandeza de Roma. Se establecieron por todo el Norte de África; incursionaron en el Asia Anterior – aunque no se establecieron allí todavía. Ocasionalmente llegarían a amenazar a la propia Constantinopla. Al final, después de una larga generación posterior a las primeras victorias en Siria, cruzaron el Estrecho de Gibraltar y comenzaron a inundar Europa Occidental a través de España. Llegaron incluso tan lejos como el mismo corazón de Francia del Norte, entre Poitiers y Tours, menos de cien años después de sus primeras victorias en Siria del año 732.

Finalmente fueron rechazados hacia los Pirineos, pero continuaron manteniendo toda España, excepto la región montañosa del noroeste. Dominaron toda el África romana, incluyendo Egipto y toda Siria. Dominaron la totalidad del Mediterráneo oriental y occidental: ocuparon sus islas, saquearon y dejaron asentamientos fortificados hasta en las costas de Galia y de Italia. Se expandieron poderosamente más allá del Asia Anterior, dominando la región persa. Se convirtieron en una creciente amenaza para Constantinopla. En menos de cien años una parte sustancial del mundo romano había caído bajo el poder de esta nueva y extraña fuerza surgida del desierto.

Nunca antes había habido una revolución comparable. Ningún ataque anterior había sido tan súbito, tan violento ni tan permanentemente exitoso. En apenas un par de años después del primer asalto en 634, se perdió todo el Levante Cristiano: Siria, la cuna de la Fe, y Egipto con Alejandría, la poderosa sede cristiana. Dentro de una generación, la mitad de la riqueza y casi la mitad del territorio del Imperio Romano Cristiano estaba en manos de los gobernantes y funcionarios mahometanos, y la masa de la población estaba siendo afectada cada vez más por este nuevo fenómeno.

El gobierno mahometano y su influencia tomaron el lugar del gobierno cristiano y su influencia; y la mayor parte del Mediterráneo, al Este y al Sur, comenzó a ser mahometana.

A continuación, seguiremos los avatares de este extraordinario fenómeno que aún hoy se llama Islam, es decir: “La Aceptación”, de la moral y las simples doctrinas que Mahoma había predicado.

Más adelante describiré el origen histórico del fenómeno, dando las fechas de su progreso y las etapas de sus éxitos originales. Describiré su consolidación, su creciente poder y la amenaza que representó para nuestra civilización. Estuvo muy cerca de destruirnos. Sostuvo activamente una batalla contra la Cristiandad por mil años y la historia de ninguna manera ha terminado; el poder del Islam puede resurgir en cualquier momento.

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17 de diciembre de 2008

Buena música céltica.



The High Kings perform Marie's Wedding from their first PBS special, taped live.



The high kings paddy's green shamrock shore, from the high kings live pbs performance

Johann S. Bach. Violin and oboe concert.

Johann Sebastian Bach
Violin, Oboe and Strings Concert.
BWV 1060

Historical record, 1984.
Alice Harnoncourt, violin
Jürg Schaeftlein, oboe

Concentus Musicus Wien
Nicolaus Harnoncourt, conductor.

1.- Allegro



2.- Adagio



3.- Allegro




El pequeño mundo de Don Camilo



por Giovanni Guareschi

Capítulo 1

Una confesión



ON CAMILO era uno de esos tipos que no tienen pelos en la lengua. Aquella vez que en el pueblo había ocurrido un sucio lío en el cual estaban mezclados viejos propietarios y muchachas, don Camilo durante la misa había empezado un discursito genérico y cuidado; mas de pronto, notando justamente en primera fila a uno de los disolutos, había perdido los estribos, e interrumpiendo el discurso, después de arrojar un paño sobre la cabeza del Jesús crucificado del altar mayor, para que no oyese, plantándose los puños en las caderas había acabado el sermón a su modo, y tronaba tanto la voz que salía de la boca de ese hombrazo, y decía cosas de tal calibre que el techo de la iglesiuca temblaba.

Naturalmente, don Camilo, llegado el tiempo de las elecciones, se había expresado en forma tan explícita con respecto a los representantes locales de las izquierdas que, un atardecer, entre dos luces, mientras volvía a la casa parroquial, un hombrachón embozado le había llegado por detrás, saliendo del escondite de un cerco y, aprovechando la ocasión que don Camilo estaba embarazado por la bicicleta, de cuyo manubrio pendía un bulto con setenta huevos, le había dado un robusto garrotazo, desapareciendo enseguida como tragado por la tierra.

Don Camilo no había dicho nada a nadie. Llegado a la rectoral y puestos a salvo los huevos, había ido a la iglesia a aconsejarse con Jesús, como lo hacía siempre en los momentos de duda.

–¿Qué debo hacer? –había preguntado don Camilo.

–Pincélate la espalda con un poco de aceite batido en agua y cállate. –había contestado Jesús de lo alto del altar – Se debe perdonar al que nos ofende. Esta es la regla.

–Bueno –había objetado don Camilo –; pero aquí se trata de palos, no de ofensas.

–¿Y con eso? –le había susurrado Jesús –. ¿Por ventura las ofensas inferidas al cuerpo son más dolorosas que las inferidas al espíritu?

–De acuerdo, Señor. Pero debéis tener presente que apaleándome a mí, que soy vuestro ministro, os han ofendido a vos. Yo lo hago más por vos que por mí.

–¿Y yo acaso no era más ministro de Dios que tú? ¿Y no he perdonado a quien me clavó en la cruz?

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Adeste fideles



eautiful version of the classic Christmas song by Andrea Bocelli, from his 'Sacred Arias' concert

Los frutos de la unidad católica


Por Andrés Gambra Gutiérrez

Ponencia presentada en el XIV centenario del III Cocilio Toledano





n la hora presente de España -y de un modo más preciso en la actual coyuntura por la que atraviesa la Iglesia española- resulta prácticamente inviable intentar una caracterización de la historia de nuestra patria que pondere en términos favorables y a la par susceptibles de obtener la aquiescencia de una mayoría de los católicos españoles, el hecho de la unidad religiosa característico de su devenir social, político y cultural durante la mayor parte de los mil cuatrocientos años que median entre nosotros y el III Concilio de Toledo.

Cerco a la unidad católica

Semejante imposibilidad es el resultado de un doble proceso hecho de elementos hasta cierto punto concomitantes: la repercusión de una parte, en la opinión común, manipulada sin trabas por los massmedia, de los argumentos de una tenaz leyenda Negra -hoy debidamente incorporados al catecismo básico del demócrata comme il faut-, que se empeña en reconocer en la multisecular inspiración católica de nuestra cultura al responsable principal de la inadecuación de la sociedad española a los modos de vida contemporáneos; y de otro la aceptación, -más o menos sincera y más o menos explícita según los casos, pero casi siempre operativa- por una mayoría de la jerarquía católica, y de los orientadores de la baqueteada comunidad de los creyentes, de los supuestos del liberalismo católico, doctrina según la cual la renuncia a la tradicional concepción teodosiana de las relaciones entre la religión y las instancias organizativas del cuerpo social supone un paso "positivo" en un imaginario proceso purificador, de superación de "estructuras obsoletas", orientado a la conquista por el catolicismo aggiornado de una mayor autonomía en sus relaciones con la sociedad civil.

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16 de diciembre de 2008

La Iglesia desaprueba la “adopción prenatal”



Tomado de Forum Libertas

a Congregación para la Doctrina de la Fe publica la Instrucción Dignitas personae con orientaciones sobre la clonación, la terapia génica, la fecundación artificial


La idea de la “adopción prenatal” con la que algunas personas tratan de dar una oportunidad de nacer a tantos embriones congelados es “una propuesta basada en la loable intención de respetar y defender la vida humana que, sin embargo, presenta problemas éticos”, los mismos que hacen ilícita la procreación artificial “como toda forma de maternidad subrogada”, por ejemplo el problema de separar la procreación del contexto íntegramente personal del acto conyugal.

Así lo señala la nueva Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Dignitas personae sobre algunas cuestiones de bioética, presentada este viernes 12 de diciembre, que afronta nuevos problemas relativos a la procreación, examina algunas propuestas terapéuticas y recuerda los aspectos antropológicos, teológicos y éticos en los que la Iglesia basa su defensa de la vida humana.

El documento alerta de la “situación de injusticia de hecho irreparable” que supone la existencia de “millares de embriones que se encuentran en estado de abandono”, pero afirma que “no se vislumbra una salida moralmente lícita para el destino humano de los miles y miles de embriones ‘congelados’, que son y siguen siendo siempre titulares de los derechos esenciales y que, por tanto, hay que tutelar jurídicamente como personas humanas”.

La fecundación artificial es ilícita

Respecto a los tratamientos de infertilidad, el documento recuerda que la fecundación artificial es ilícita porque sustituye el acto conyugal, el único digno de una procreación responsable. Sobre las técnicas de ayuda a la fertilidad, la Iglesia recuerda que tienen que respetar el derecho a la vida y a la integridad física de cada ser humano (también el embrión), la unidad del matrimonio que pasa por el derecho de los cónyuges a procrear sólo el uno a través del otro, y los valores específicamente humanos de la sexualidad que exigen que la procreación sea fruto del acto conyugal específico del amor entre los esposos.

En este sentido, valora como “auténticas terapias” las intervenciones que buscan remover los obstáculos que impiden la fertilidad natural, como el tratamiento hormonal de origen gonádico, el tratamiento quirúrgico de una endometriosis limitada, la desobstrucción de las trompas o la restauración microquirúrgica de su permeabilidad.

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Las plazas de la Prostitución


Por Ismael Medina

Tomado de Vistazo a la Prensa



os atenienses llamaban plaza de la Prostitución a la plaza de la Constitución (Sintagma en griego) desde mucho antes que se produjera el llamado “golpe de los coroneles”, el cual no fue en realidad estrictamente griego. Pero no es cosa de sumergirme ahora en el relato de lo que aconteció y viví sobre el terreno como enviado especial de la Agencia Pyresa, aunque estuviera estrechamente relacionado aquel acontecimiento otanista con la situación que derivó en la doble denominación oficial y popular de la plaza.

La plaza de la Constitución se abría al pie del edificio neoclásico que albergaba el Parlamento, sobre una terraza bajo la cual se adosaba la estela conmemorativa de los muertos por la Patria, custodiada de manera permanente por la Guardia Pretoriana con sus vistosos uniformes de aire tan oriental como los menús en los restaurantes del barrio de Plaka. En uno de los laterales de la plaza se ubicaban dos hoteles de lujo, la miel billetera de cuyos adinerados clientes atraía un enjambre de prostitutas como a moscas hambrientas. Pero no fueron ellas las que dieron nombre popular y alegórico a la plaza Sintagma, sino mero pretexto para encubrir una socarrona alusión al desmadre político que corroía Grecia y del que el Parlamento se consideraba como su más acabada y deleznable manifestación.

La situación estaba caracterizada por un gobierno inoperante, una Administración central y periférica con una pesada y perezosa burocracia que enredaba y retrasaba la prestación de servicios y asistencias sociales, una expansiva corrupción, unos partidos políticos siempre a la greña y cada uno de ellos dispuesto a tomar el poder por las bravas si las urnas les eran adversas, y un monarca incapaz en manos de la ambiciosa y entrometida reina madre Federica. Una ficción democrática, en definitiva, que violaba la Constitución, la convertía en propicio catre de conveniencias y presagiaba lo peor para los griegos.

(Cualquier parecido con lo que ocurre en la República Argentina, debe ser atribuído al azar. Comentario del Cruzamante).

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16 de Diciembre, Festividad de San Eusebio, Obispo y Mártir




Tomado de Enciclopedia Católica



bispo de Vercelli, nació en Cerdeña alrededor del año 283; murió en Vercelli, Piemonte, el primero de agosto de 371. Fue hecho lector en Roma, donde vivió algún tiempo, probablemente como miembro o cabeza de una comunidad religiosa (Spreitzenhofer, Die Entwickelung des alten Mönchtums in Italien, Vienna, 1894, 14 sq.), Más tarde vino a Vercelle, la actual Vercelli, y en el año 340 fue electo unánimemente obispo de esta ciudad por la clerecía y el pueblo. Recibió la consagración episcopal de manos del Papa Julio I, el 15 de Diciembre del mismo año. De acuerdo al testimonio de San Ambrosio (Ep. lxiii, Ad Vercellenses) él fue el primer obispo de Occidente que unió la vida monástica con la clerical. Él encabezó con el clero de su ciudad, una vida común que modeló en la de los cenobitas de Oriente (San Ambrosio, Ep. lxxxi y Serm. lxxxix). Por esta razón los canónigos regulares de San Agustín lo reconocen junto con San Agustín como su fundador (Proprium Canon. Reg., 16 Diciembre).

En el año 364 el Papa Liberio envió a Eusebio y al Obispo Lucifer a Cagliari a encontrarse con el Emperador Constantino, quien estaba entonces en Arles en la Galia. El propósito del encuentro era inducir al emperador a convocar un concilio que debía poner fin a las disensiones entre arrianos y ortodoxos. El sínodo se llevó a cabo en Milán en el 355. Al principio Eusebio declinó asistir porque preveía que los obispos Arrianos, apoyados por el emperador, no aceptarían los decretos del concilio de Nicea e insistirían en la condena de San Atanasio. Siendo presionado por el emperador y los obispos para presentarse en el sínodo, llegó a Milán, pero no fue admitido al sínodo sino hasta que el documento que condenaba a San Atanasio fue elaborado y puesto para la firma de los obispos. Eusebio protestó vehementemente contra la injusta condena de San Atanasio y, a pesar de las amenazas del emperador, se negó a firmar al documento. Como resultado fue enviado al exilio, primero a Citópolis en Siria, donde el obispo Arriano Patrófilo, a quien Eusebio llamó su carcelero, (Baronius, Annal., ad ann. 356, n. 97), lo trató muy cruelmente; después a Capadocia y finalmente a Tebaida. Con la subida al trono del emperador Juliano, se les permitió volver a sus sedes a los obispos exiliados, en el año 362. Sin embargo, Eusebio y su hermano de exilio, Lucifer, no retornaron de inmediato a Italia. Actuando de acuerdo a sus facultades o, como es más probable, habiendo recibido nuevas facultades como legados del Papa Liberio, permanecieron en Oriente por algún tiempo, ayudando a restablecer la paz en la Iglesia. Eusebio fue a Alejandría a consultar a San Atanasio sobre el tema de convocar el sínodo que en el año 362 se realizó bajo la presidencia de ambos. Además de declarar la divinidad del Espíritu Santo y la doctrina ortodoxa concerniente a la Encarnación, el sínodo acordó tratar con suavidad a los obispos apóstatas arrepentidos e imponer severos castigos a los líderes de varias facciones Arrianizantes. Al poco tiempo Eusebio fue a Antioquia para reconciliar a Eustasianos y Melesianos. Los Eustasianos eran seguidores del obispo San Eustasio, quien fue depuesto y exiliado por los arrianos en el año 331. Ya que la elección de Melesio fue realizada principalmente por los Arrianos, los Eustasianos no lo reconocían, aunque proclamó solemnemente su fe ortodoxa desde el púlpito después de su consagración episcopal. El sínodo Alejandrino hubiera deseado que Eusebio reconciliara a los Eustasianos con el Obispo Melesio, eliminando de su elección cualquier cosa que pudiera ser irregular en ella, pero Eusebio, tras arribar a Antioquía encontró que su hermano legado Lucifer, había consagrado a Paulino, el líder de los Eustasianos, como Obispo de Antioquía, y así involuntariamente se había frustrado el arreglo pacífico. Incapaz de reconciliar las facciones en Antioquía, visitó otras Iglesias de Oriente en el interés de la fe ortodoxa, y finalmente pasó a través de Dalmacia hacia Italia. Habiendo arribado a Vercelli en el año 363, apoyó al celoso san Hilario de Poitiers en la supresión del arrianismo en la Iglesia de Occidente, y fue uno de los principales oponentes del Obispo arriano Ausencio de Milán. La Iglesia lo honra como un mártir y celebra su fiesta el 16 de Diciembre ( N.T. actualmente su memoria se celebra el 2 de Agosto). En el "Journal of Theological Studies" (1900), I, 302-99, E.A. Burn atribuye a Eusebio el "Quicumque". (VER CREDO ATANASIANO).

Tres cartas breves de Eusebio son impresas en Migne, P.L., XII, 947-54 y X, 713-14. San Jerónimo (De vir. ill., c. lvi, y Ep. li, n. 2) le atribuye una traducción latina de un comentario a los Salmos, escrito originalmente en griego por Eusebio de Cesarea; pero este trabajo se ha perdido. Hay preservado en la catedral de Vercelli el "Codex Vercellensis", el mas temprano manuscrito de los antiguos Evangelios Latinos (codex a), que se cree generalmente haber sido escrito por Eusebio. Fue publicado por Irico (Milán 1748) y Bianchini (Rome, 1749), y es reimpreso en Migne, P.L. XII, 9-948; una nueva edición fue publicada por Belsheim (Christiania, 1894). Krüger (Lucifer, Bischof von Calaris", Leipzig, 1886, 118-30) atribuye a Eusebio una oración bautismal por Caspari (Quellen sur Gesch, Des Taufsymbols, Christiania, 1869, II, 132-40). La confesión de fe "Des. Trinitate confessio", P.L., XII, 959-968, a veces atribuida a Eusebio no es autentica.

BUTLER, Lives of the Saints, 15 Dec.; BARING-GOULD, Lives of the Saints, 15 Dec.; DAVIES, in Dict. Christ. Biogr.; St. Jerome, De viris illustribus, xcvi; FERRERIUS, Vita s, Eusebii episcopi Vercellensis (Vercelli, 1609); UGHELLI, Italia Sacra (Venice 1719), IV, 749-61; BARONIUS, Annalesad ann. 355-371; MORIN en Revue Benedictine (Maredsous, 1890), VII, 567-73; SAVIO, Gli antichi vescovi d'Italia (Piedmonte) (Turin, 1899), 412-20, 514-54; BARDENHEWER, Patrologie, Shahan Tr. (Freiburg im Br.; St. Louis, 1903), 417-18.

MICHAEL OTT
Trascrito por C.A. Montgomery
Traducido por José L Fernández

15 de diciembre de 2008

Buena Música (según el criterio de mi hija)



Celtic Woman. O´come all ye faithful.

Celtic Woman live from the Helix Center in Dublin, Ireland, performing A Christmas Celebration.

Perlita rumana


por Corneliu Zelea Codreanu



n mí la fe tiene hondas raíces y jamás me ha abandonado. El que combate, aunque esté solo, por Dios y por la Patria, jamás puede ser vencido.

El individuo está al servicio de la Patria. La Patria está al servicio de Dios y de sus leyes. Quien comprenda esto, vencerá, aunque esté solo. Quien no lo comprenda, tarde o temprano será vencido.

La Legión ha nacido de este estado de espíritu. No nos preocupaba saber si caeríamos o moriríamos. Marchando con la visión de Dios y por los derechos de la estirpe rumana, cualquiera que hubiese sido la suerte, la derrota o la muerte, la habríamos bendecido, seguros de que había alcanzado sus frutos. Lo que importaba era marchar."


"La democracia está al servicio de la gran finanza. Dado el sistema de la rivalidad entre los diversos partidos, la democracia tiene que ser sostenida con mucho dinero. Como consecuencia natural, se convierte en esclava de la finanza internacional judía.

Así, la corrupción se extiende a la vida pública del país como una plaga, desde el más humilde portero hasta los ministros. Se venderán todos a cualquiera. Cualquiera que tenga dinero podrá comprar, a través de ellos, el país.

La rompe la unidad y el bloque espiritual de la nación, de modo que frente a la solidaridad demo‑hebraica, la nación dividida en los partidos de la democracia se presentará desunida y, por ello, fácilmente asequible a sus propósitos.

Los politicastros, que tienen necesidad de dinero para llevar su vida escandalosa, para mantener la pandilla política, para acaparar votos en las elecciones, para comprar las conciencias humanas, despojarán al país.

Nuestra campaña contra la prensa judía o judaizante es una advertencia a los rumanos para que no se dejen engañar. Esta prensa ataca la idea religiosa de los rumanos, debilitando la resistencia moral. Por consiguiente, rompe los lazos con Dios, envenena las almas, dando sistemáticamente publicidad a los delitos sensacionales, a las relaciones inmorales, a los abortos, a los actos vergonzosos.

He aborrecido siempre la literatura sensacional de perversión espiritual.

El politicastro no tiene nada de nuestra raza, a la que deshonra y mata.

Pero la Patria envía, a través de los hilos invisibles del alma, sus vengadores."



El enemigo de Occidente



por Eulogio López

Tomado de Hispanidad




ecién termino “Contra Occidente”, el último libro de Gustavo de Arístegui, diplomático, director general del Ministerio del Interior con Jaime Mayor Oreja y hoy en el Congreso, relegado en su anterior función de jefe de Exteriores porque se atrevió a aconsejar que, por el bien del Partido Popular, alguien debiera haber competido con Mariano Rajoy en el Congreso del pasado mes de junio.

Me encantó “El islamismo contra el Islam” aún más que “La Yihad en España”, por la que fue amenazado por fundamentalistas islámicos.
He disfrutado con el recorrido por los tiranos que Arístegui denuncia en la obra. Los identifica y define, que es más difícil, a casi todos: indigenistas, leninistas, fundamentalistas islámicos y populistas varios. Jefes de Estado y de Gobierno, opositores y líderes guerrilleros. Intelectuales y líderes de opinión. Se echa de menos una mirada un punto más airada hacia el Gobierno chino, la mayor tiranía del mundo con la que tan permisivos nos mostramos pero, en su conjunto, el elenco de enemigos de Occidente, sus raíces y sus métodos están perfectamente diseñados, con ese amor por las cosas bien hechas que caracteriza la autor.
Ahora bien, haber disfrutado un libro y haber aprendido con él no significa aceptar con su tesis, esa que, por lo general, puede resumirse en un párrafo. El resto es mera demostración de dicha tesis.
No Gustavo, el enemigo de Occidente está dentro. El mundo libre no está en guerra contra con el exterior: es guerra civil. Ningún tirano podría ni soñar poner contra las cuerdas a la Civilización occidental si ésta se mantuviera leal a sus raíces cristianas, esas raíces que dictaminan que la persona es sagrada, y que el hombre antecede a la humanidad. Por lo demás ninguno de esos tiranos de la tanqueta o de la pluma, tiene, ni de lejos, el peso necesario para poner en un brete al Occidente cristiano.
Esa es toda la ideología cristiana creadora de Europa y América: Jerusalén, Atenas y Roma, pero por ese orden. La persona es inviolable porque es hija de Dios.
Esta estupenda realización humana que llamamos Occidente, empezó a torcerse mucho antes de la llegada de los totalitarismos, que ya sólo siguen algunos pirados tipo Chávez (he dicho Chávez, no Chaves), sino con la Revolución Francesa, que deificó al hombre, líderes occidentales como Zapatero -pero también Rajoy, Gustavo- se quedaron ahí: “Cuanto más pienso en ello, más me doy cuenta de que el verdadero Dios es el hombre”, exhaló el actual presidente del muy occidental Gobierno de España.
Y claro, cambiar una paternidad por un contrato, es el gran juego de la modernidad, una monumental estafa para la humanidad. Y mientras el sentido cristiano prevaleció a pesar de los pesares, por ejemplo en 1948, aún se escribieron páginas gloriosas, como la Carta de los Derechos del Hombre, pero enseguida han llegado los liberticidas con una doble intención: rubricar el texto para, a renglón seguido, pervertirlo. Por ejemplo, el lobby feminista. Criado en Occidente, constituye hoy un enemigo mucho más peligroso los derechos humanos que Fidel Castro. El tiranuelo de La Habana no engaña a nadie, y no hay que temer a quien no puede engañar. Pero nuestro lobby feminista, occidental, predica los derechos reproductivos y la ideología de género, homicida y liberticida a partes iguales, y lo consideramos una creación propia. Eso sí es peligroso, es la corrosiva quinta columna.
El problema de prescindir de Dios no es religioso, Gustavo, es político. Porque si no hay paternidad, tampoco hay fraternidad. Si el hombre no es hijo d Dios, ¿por qué había de ser hermano de los hombres? ¿Por qué habría de ocuparse del más débil? Recuerda: no hay paz sin justicia, no hay justicia sin misericordia.
El enemigo, Gustavo, está dentro, y es una verdadera carcoma. Los adversarios de la libertad no están delante de ti, sino detrás, incluso a tu lado. Tampoco estoy hablando de conversión. Mi objetivo es justo el opuesto al laicismo. El laicismo pretende recluir la religión en la conciencia individual. Yo digo que si Occidente quiere sobrevivir deberá ser cristiano en público aún cuando fuera el ateo más recalcitrante del universo. La conciencia individual necesita a Cristo, pero el foro público necesita del Cristianismo, de la Iglesia.
Por lo demás, has escrito un libro que merece la pena leer. Y de lo más pertinente
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Semblanza de Giovanni Guareschi




Tomado de La Editorial Virtual



iovanni Guareschi en realidad fue bautizado como Giovannino Oliviero Giuseppe Guareschi después de nacer un 1° de mayo de 1908 en Fontanelle di Roccabianca, Parma, Italia del Norte. A lo largo de su vida, Guareschi a veces resaltó la ironía de que a un hombre tan corpulento como él lo bautizasen con un diminutivo. Fue el hijo de un pequeño empresario y de una maestra.Sea como fuere, cuando Giovanni era todavía un Giovannino de pleno derecho y por causa de la profesión de su madre, pasó mucho tiempo de sus años preescolares al cuidado de su abuela materna. Fue de ella que aprendió muchas de las historias de las gentes del valle del Po. Luego, a la edad reglamentaria de 6 años, comenzó su escolaridad y todo fue bien hasta 1918 cuando su padre decidió que el buen estudiante habría de ser un ingeniero naval.
Giovannino fue, pues a la Escuela Técnica en dónde, según sus propias palabras: “Pasé un tiempo terrible tratando de entender lo que los instructores estaban enseñando, teniendo en cuenta el hecho de que, por mi parte, no tenía absolutamente ningún interés en lo que enseñaban”. Después de dos difíciles años, sus padres admitieron, por fin, que ésa no sería la carrera del hijo y Giovannino ingresó en un instituto de letras y humanidades en dónde comenzó a familiarizarse con los clásicos y a destacarse como uno de los mejores alumnos.Por desgracia, Italia pasaba momentos económicamente muy difíciles por aquella época. Durante la década de los 1920 muchas familias se vieron ante severos problemas. Los Guareschi, lamentablemente, llegaron a la bancarrota total con el colapso financiero de 1926 y Giovannino tuvo que interrumpir sus estudios para trabajar y ayudar a la supervivencia familiar. Con el tiempo, sin embargo, terminó sus estudios secundarios e ingresó a la Universidad de Parma, pero tuvo que abandonar sin graduarse. Ejerció toda una serie de trabajos diferentes antes de establecerse como escritor.
Sus primeros éxitos los obtuvo en Milán. Allí colaboró con el semanario Bertoldo. Eran los años 1930 y comienzos de los 40, bajo el régimen de Mussolini y el ambiente político no era precisamente el más favorable para que Guareschi mostrara la vena de ironía política que lo caracterizaría muchos años más tarde. Sin embargo, sus dibujos caricaturescos y sus artículos en Bertoldo no carecieron de una fuerte mordacidad, nada simpática a las autoridades constituidas.
No obstante, así y todo, aparte de sus trabajos publicados en el semanario, durante esta época publicó un libro de dibujos y varias novelas.
En 1940, con la Segunda Guerra Mundial ya envolviendo a Europa, Guareschi se casó con Ennia Pallini y tuvo su primer hijo, Alberto. Tres años más tarde, a pesar de que había ya cumplido con el servicio militar obligatorio y su mujer estaba esperando su segundo hijo, fue llamado nuevamente a las armas. Pero, a poco de haberse presentado y enviado al frente, tanto él como miles de otros italianos terminaron siendo víctimas de un casi increíble capricho del destino.

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Para leer la semblanza completa haga click sobre la imagen de este excelente escitor católico italiano.

Las grandes herejías (3)





por Hilaire Belloc

Capítulo 3

La Herejía Arriana




l arrianismo fue la primera de las grandes herejías.
Desde la fundación de la Iglesia en Pentecostés del año 29 o 33 DC existió una masa de movimientos heréticos que llenó los tres primeros siglos. Casi todos ellos, se volcaron hacia la naturaleza de Cristo.
La predicación, la personalidad y los milagros de Nuestro Señor, pero sobre todo su resurrección, tuvieron el efecto de promover la concepción de un poder divino. Esta concepción impregnó toda la cuestión para cualquiera que tuviese un mínimo de fe en las maravillas presentadas.
Ahora bien, en esto la tradición central de la Iglesia, al igual que en cualquier otro caso de doctrina disputada, fue sólida y clara desde el comienzo. Nuestro Señor fue indudablemente un hombre. Nació como nacen los hombres. Murió como mueren los hombres. Vivió como un hombre y fue conocido como hombre por un grupo de íntimos compañeros y un número muy grande de hombres y mujeres que lo siguieron, lo escucharon y presenciaron sus acciones.
Pero, dijo la Iglesia, también fue Dios. Dios descendió sobre la tierra y encarnó en un hombre. No fue meramente un hombre influenciado por la Divinidad, ni tampoco una manifestación de la Divinidad bajo una apariencia humana. Fue al mismo tiempo plenamente Dios y plenamente Hombre. Sobre esto, la tradición central de la Iglesia nunca vaciló. Fue dado por sentado desde el principio por quienes tienen autoridad para hablar.
Pero un misterio resulta por fuerza incomprensible precisamente por ser misterio. Por eso el ser humano, siendo un ser racional, está perpetuamente intentando racionalizarlo. Eso fue lo que sucedió con este misterio. Un grupo dijo que Cristo fue solamente un hombre, si bien un hombre dotado de poderes especiales. El otro grupo, en el extremo opuesto, dijo que fue una manifestación de lo divino; que su naturaleza humana fue ilusoria. Y estos extremos se alternaron indefinidamente.
Pues bien, la herejía arriana fue en cierta forma el resumen y la conclusión de todos estos movimientos del lado no ortodoxo; esto es: de todos los movimientos que no aceptaban el misterio pleno de las dos naturalezas.Desde el momento en que es muy difícil racionalizar la unión de lo infinito con lo finito, puesto que existe una aparente contradicción en los dos términos, la forma final en la que quedó resuelta la confusión de las herejías fue una declaración según la cual Nuestro Señor poseyó tanto de la Esencia Divina como le es posible poseer a una creatura pero que, así y todo, no dejó de ser una creatura. No fue el Dios infinito y omnipotente quien por su naturaleza tiene que ser uno e indivisible, y no podía ser al mismo tiempo (así dijeron) un ser humano limitado manifestándose y teniendo su ser en la esfera temporal.

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Esclavos negros




por Vittorio Messori




Tomado de Conoze








or casualidad, tuve ocasión de ver algunas secuencias de una película que se reponía estos días por televisión sobre aquel gran campeón de boxeo que fue Cassius Clay y que al convertirse en líder de los Musulmanes Negros tomó el nombre de Muhammad Ali. En la película (que, según me han dicho, reproduce fielmente la realidad) se deshace en virulentos ataques contra aquellos malvados cristianos que redujeron a sus antepasados a la esclavitud y lanza una apología a favor de esos buenos hermanos que resultarían ser los seguidores del islam.
Caigo de las nubes: pase que un boxeador no sepa nada de historia, pero es intolerable que se hallen en semejante estado de ignorancia todos los no negros que muestra la película (reproduciendo la realidad, repito), avergonzados y mudos ante ese huracán de insultos. Valdría la pena pensar un momento en esto, dado que se trata del enésimo ejemplo de una franca manipulación de la verdad.
Antes que nada, Muhammad Ali parece ignorar que las únicas zonas del mundo en que la esclavitud, además de tolerarse, está regulada legalmente (contraviniendo los acuerdos internacionales) son precisamente aquellas donde la saria, el derecho extraído directamente del Corán, está plenamente en vigor. Para éstos, la esclavitud no constituye ningún pro­blema, es más, se trata de una institución inmutable de la sociedad. Según Mahoma, el creyente puede suavizarla pero no aboliría. Todavía en la actualidad, las víctimas privilegiadas de las razzias de los árabes musulmanes son, como siempre, los negros precisamente, aunque también sean islámicos como Clay. En los países donde conviven árabes y negros, caso del Sudán, estos últimos son sometidos de manera cruel y habitual.
Jean François Revel, un laico de toda confianza, escribe: «El único tráfico de esclavos que se recuerda siempre es el de las Américas. La memoria histórica ha olvidado el crimen del esclavismo en el mundo árabe, los veinte millones de negros que fueron arrancados de sus pueblos y transportados por la fuerza en el mundo musulmán, entre los siglos VII y XX. Se olvida que, por ejemplo, a finales del siglo XIX en Zanzíbar había doscientos mil esclavos sobre trescientos mil habitantes. También se olvida que en un país islámico como Mauritania la esclavitud todavía era legal en 1981. Fue abolida formalmente en 1982, pero, allí como en todas partes, sigue perdurando sin obstáculos.»
Respecto a los casi cuarenta millones de africanos deportados a las dos Américas entre el siglo XVI y 1863 (fecha de abolición de la esclavitud en Estados Unidos), es sin lugar a dudas una tragedia espantosa de la que deben avergonzarse calvinistas holandeses, luteranos alemanes, anglicanos británicos, católicos portugueses y españoles. (Hay que aclarar que para estos últimos, como «malvados» católicos, la condena de la trata por parte de Roma se produjo de inmediato, desde finales del siglo XV; Pablo IV ratificó la prohibición de la esclavitud en 1537 y Pío V en 1568; Urbano VIII repite en 1639 acaloradas palabras contra «un semejante y abominable comercio de hombres»; en 1714 le toca a Benito XIV bramar contra el hecho de que los cristianos conviertan en siervos a otros hombres. En esta misma línea «oficial» se manifestaban santos como Pedro Claver, que realizaron prodigiosos actos de caridad a favor de los hermanos negros. Por el contrario, muchos ignoran que la esclavitud en las colonias francesas se restableció en 1802, por orden de aquel hijo predilecto de la Revolución que fue Napoleón.)
Pero también deberían avergonzarse de la trata «cristiana» hacia las Américas algunos animistas negros y muchos árabes musulmanes. A estos últimos se les adjudicó la captura de los esclavos y el transporte hasta los puertos; en cuanto a los negros, es un dato desgraciadamente cierto que no con poca frecuencia eran los jefes de las tribus quienes ofrecían a la venta a sus hermanos. La historia (que es cruel porque siempre desbarata nuestro deseo de dividir la humanidad en buenos y malos) debe registrar además otros hechos penosos. Por ejemplo, que muchos esclavos liberados en el siglo XIX pensaron en sacar provecho de la experiencia madurada en sus propias carnes y no supieron hacer nada mejor que dedicarse a la trata de otros negros. O que los esclavos emancipados por algunos filántropos americanos y asentados en el país que, justo por esta causa, se llamó Liberia, desde 1822 hasta hoy han estado oprimiendo cruelmente a los otros negros que ya habitaban en el territorio por considerarlos «inferiores».
Y aquí nos detenemos. Lo que nos empuja es recordar que el pecado nos une a todos: a los cristianos, sí, pero también a los «devotos musulmanes y a los bondadosos negros».