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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

7 de junio de 2008

Cristeros (2)

Cristeros (1)

Excelente artículo, tomado de Portal Asasve


INTOLERANCIA ILUSTRADA EN MÉXICO
(LA REVUELTA DE LOS CRISTEROS 1926-1929)

D. DAVID ODALRIC DE CAIXAL I MATA

Para poder entender la revuelta de los cristeros hay que analizar primero las persecuciones que ha sufrido la Iglesia Católica por parte de los todos los regímenes influenciados por el liberalismo, la masonería y el comunismo internacional liderado por el judío-bolchevismo. Esos regímenes que se han considerados ilustrados o heredados de la ilustración tras la emancipación de la América española en el pasado siglo XIX, apoyados por las logias norteamericanas habidas de poder. Por ello, que analizar la situación de México desde su emancipación cuando la burguesía criolla americana –es decir, blanca—del siglo XIX, ansiosa de liberarse del poder de la Corona española y de la influencia de la Iglesia (para poder explotar sin trabas a los indígenas), se agruparon en logias masónicas locales, intervenidas por fracmasones del norte anglosajón, que ya entonces buscaban penetrar el solar patrio de nuestra América española. Acciones como las que efectuaron en 1810 y 1821, las veríamos recrudecidas en la Guerra hispano-norteamericana de 1898; cuando los ansiosos imperialistas americanos se lanzan a la conquista de un imperio ya muy debilitado, el Español. Perdiendo nuestras más preciadas posesiones de ultramar. Las joyas de la corona de España: Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que pasaron a manos de EEUU y Guam, Las Carolinas y las Marianas que fueron vendidas a Alemania en 1899, por 25 millones de $ americanos.

En México las primeras leyes jacobinas y las primeras insurrecciones católicas abarcaron los años 1858-1862. Pero será a partir de 1910, con la irrupción en el panorama ilustrado de un socialismo y un marxismo rampantes cuando la situación alcance un punto crítico.

LAS PRIMERAS PERSECUCIONES RELIGIOSAS EN MÉXICO

Retrato de uno de los clérigos que se alzó en armas contra el gobiernoEn 1810 con el grito del cura Miguel Hidalgo: “¡¡Viva Fernando VII y muera el mal gobierno!!”, se inicia el proceso que culminaría con la independencia de México. Aunque en 1821, el “Plan de Iguala” decide la independencia completa de México como monarquía constitucional que al ser ofrecida sin éxito a Fernando VII, queda a la designación de las cortes mexicanas. Tras el breve gobierno del Emperador Agustín de Itúrbide (1821-1824), rechazado por la masonería y fusilado en Padilla, donde se proclamó la República en 1824. Algunos historiadores han visto la inusitada colaboración del clero mexicano en la independencia de México, como una forma de liberarse de la política afrancesada y anticatólica de los gobiernos españoles y, así, mantener íntegra la Fe Católica que en Europa que parece pronto a desaparecer tras el triunfo de la Revolución francesa. En 1833, siendo presidente Santa Ana, el Vicepresidente Gómez Farias, da inicio a un programa de secularización del Estado Católico mexicano, arremetiendo contra los católicos. El programa incluye leyes de prohibición de ventas y herencias de bienes eclesiásticos, desamortizaciones, desligación de monjas y frailes de su voto de obediencia. Esta política causa una reacción de motines populares que propicia la caída de Gómez Farias. Ya en 1855 se desata la revolución liberal con toda su virulencia anticristiana, cuando se hace con el poder Benito Juárez (1855-1872). Benito Juárez recibe influencia de la logia norteamericana de Nueva Orleáns, la cual impondrá la constitución de 1857, de orientación liberal, y las leyes de reforma de 1859, tanto una como la otra hostiles a la Iglesia. Aquella constitución establecía la nacionalización de los bienes eclesiásticos, supresión de las órdenes religiosas, la secularización de cementerios, hospitales y centros benéficos. En conclusión la cristiada de 1926-1931 tuvo un precedente muy parecido en los años 1858 1861. En 1857, bajo el gobierno de Juárez se determina en el artículo 3º de la Constitución, impuesta en aquel año, previendo la eliminación de la enseñanza católica. El artículo 13º pone fin a los tribunales de la Iglesia, y el artículo 123º permitiría al Estado intervenir en materia de culto religioso. El Papa condena esta Constitución anticristiana y con ello se desencadenará la Guerra de los Tres Años o llamada Guerra de la Reforma (1857-1860)

La cristiada supone y pone de manifiesto cómo lo que permitió a cualquier hombre de nuestra tierra vivir en libertad perteneciendo a ese pueblo, que es la Iglesia. Los hombres que lucharon y murieron en la guerra cristera la hicieron para afirmar su pertenencia a Cristo, reafirmando que el hombre depende de Dios y no del poder. Durante la larga dictadura del general Porfirio Díaz (1876-1910) el conflicto entre la Iglesia y el Estado conoce un período de tregua. Bajo su gobierno la Iglesia Católica llevo a cabo una “segunda evangelización” desarrollando numerosos movimientos de acción cívica y social dentro del espíritu renovador de León XIII. Pero la caída del presidente demócrata Francisco Madero (febrero de 1913) volvió a atizar la revolución y el nuevo gobierno atacaría a la Iglesia Católica. El carrancismo, que agrupa a las facciones victoriosas de la revolución se distinguiría por su furioso anticlericalismo, al contrario del villismo (Pancho Villa) y el zapatismo (Zapata). Los carrancistas destruyeron iglesias, colgaron sacerdotes y cerraron conventos, considerando a la Iglesia el enemigo del Estado. El gobierno del general Venustiano Carranza que dirigió los infortunados designios de México (1916-1920)..llevó a cabo una dura represión contra los católicos. Durante las revueltas para conseguir el poder intensificó los ataques a la Iglesia Católica. Sus tropas hicieron auténticos desmanes y tropelías de actos inhumanos contra sacerdotes y religiosas quemándolos y mutilándolos. Aún hoy en día se conoce en México “carrancear” la acción de robar y atropellar. En 1917 consiguió que el Congreso mexicano (compuesto exclusivamente de carrancistas) apruebe la Constitución de Queretano, profundamente anticlerical y atea.

El general Cristero CharisEn efecto, “la Cristiada” tuvo un precedente muy parecido en los años 1858-1861. También entonces la catolicidad mexicana sostuvo una lucha de tres años contra los Sin Dios de la época, aquellos laicistas de la Reforma, también jacobinos, que habían impuesto la libertad para todos los cultos excepto para los católicos. Como dato importante a destacar, tenemos que tener en cuenta que entre el siglo XIX y XX, tras la emancipación de la América española, el único presidente de México que fue Católico, ni masón ni ateo, fue Victoriano Huerta, que gobernó México entre 1913 y 1914.

La reforma liberal de Juárez no se caracterizó solamente por su sectarismo antirreligioso, sino también porque justo a la desamortización de los bienes de la Iglesia, eliminó los ejidos comunales de los indígenas. El período de Juárez se vio interrumpido por un breve período en el que por imposición de Napoleón III, en la expedición militar franco-española, ocupó el poder Maximiliano de Austria (1864-1867), y fusilado en Quereteno, poco más tarde. A Juárez le sustituyó en el poder Sebastián Lerdo Tejada (1872-1876). Quien había estudiado en el Seminario de la Puebla, Tejada acentuó la persecución religiosa, permitiendo el incendio de iglesias y el asesinato de sacerdotes. Durante ese gobierno se expulsó de México a las –Hermanas de la Caridad— que sumaban unas 500 aprox. y atendían a unas 15.000 personas. Todos estos actos provocaron otro alzamiento armado llamado de los Religioneros (1873-1876) cuando el campesinado católico se armó y luchó contra el gobierno ateo de Tejada.

Durante el Gobierno del general Álvaro Obregón (1920-1924) las relaciones entre el Estado y la Iglesia fueron aún más tensas, sin poder llegar a un acuerdo conciliador. Los choques entre los miembros del CROM organización sindical de inspiración marxista-leninista y los de la Acción Católica de la Juventud Mexicana (ACJM) se convirtieron en noticia cotidiana. Aunque también hay que destacar que aquellos años fueron convulsos no tan sólo por el enfrentamiento militar y la guerra civil que sacudió el país durante años sino por el sinfín de asesinatos que pusieron fin a la vida de sus presidentes; el presidente Madero fue asesinado en 1913, Zapata es asesinado en 1919, el presidente Carranza en 1920, Villa en 1923, y el general Obregón, más tarde presidente, también sucumbirá ante las balas asesinado en 1928. Las revueltas campesinas, los golpes de Estado y el crimen se convierten en la norma política.

EL CONFLICTO ENTRE EL ESTADO Y LA IGLESIA

Desde los inicios del Cristianismo en México siempre ha habido problemas entre la Iglesia y el Estado, problemas que iban desde represalias como las hubo en la Nueva España (nombre antiguo de la República Mexicana) hasta grandes rebeliones y muertes como en la cristiada. El capítulo más virulento de este enfrentamiento entre la Iglesia y el Estado duró tres años, desde 1926 hasta 1929, con el movimiento armado de los Cristeros.

Soldados Cristeros en la batalla de ColimaLa Cristiada empezó cuando por decreto nacional, el presidente de aquel entonces Plutarco Elías Calles hizo valer los artículos de la Constitución Mexicana, que eran el 3º, el 5º, 24º, 27º y 130º, que atentaban contra las libertades y derechos de enseñanza, asociación y propiedad de los derechos religiosos. En el período en que gobernó México Elías Calles, tuvo que luchar, a su entender contra tres enemigos; los latifundistas nacionales, los inversionistas extranjeros y la Iglesia. La rebelión no se hizo esperar. Se trata de la epopeya trágica de los cristeros, que, como sus hermanos de la Vendée, la región de Francia, que continuó luchando por su identidad católica y monárquica, durante la Revolución Francesa en 1789. Estas revueltas contrarrevolucionarias, son un mero ejemplo de la lucha por la Fe. Tanto los vandeanos franceses, como los carlistas españoles, los miguelistas portugueses, o los propios cristeros que son la más ferviente demostración de la existencia de un verdadero pueblo contrarrevolucionario. Los cristeros mexicanos exceptuando la participación de los Requetés en la Guerra Civil Española (1936-1939), pueden considerarse en pleno siglo XX, los últimos grandes cruzados de la Cristiandad. Aquellos hombres lucharon formando bajo la Bandera del Sagrado Corazón de Jesús: 200.000 hombres armados, apoyados por las llamadas “Brigadas Bonitas” (mujeres que tomaban a su cargo la sanidad, la intendencia y las comunicaciones). En 1925 el Gobierno revolucionario de México, ante la imposibilidad de someter a la Iglesia a su voluntad, decide crear la Iglesia Nacional Mexicana, separada de Roma, en la que el poder político pueda elegir a los obispos. Se la denomina Iglesia Católica Apostólica Mexicana. Y la cabeza visible de esta iglesia herética es el cismático Joaquín Pérez, que se hace llamar Papa de la Iglesia Nacional Mexicana. La unión popular juega un papel fundamental en el oeste mexicano, en la organización de la rebelión cristera. Los enfrentamientos entre el sindicalismo revolucionario y el sindicalismo católico son frecuentes y causaran muchas víctimas. En 1925 se crea la Liga Nacional de Defensa Religiosa, cuyo principal fin es la lucha política. En 1926 Calles intensifica su política anticlerical cerrando 129 colegios y clausurando 30 iglesias. Anunciando que continuará intensificando su política antirreligiosa. Expulsado a los sacerdotes católicos extranjeros y abriendo las puertas a los metodistas norteamericanos. También acabará expulsando a los delegados apostólicos de la Santa Sede. Ese mismo año, Calles, decreta la suspensión del Culto Católico para el 31 de julio del mismo año. Entre julio y agosto del año 1926 comienzan los primeros levantamientos cristeros. Estos levantamientos se traducen en grupos de 50, 60, 100, 300, 500 hombres, con pocas armas, pero todos ellos dispuestos a morir por su fe. En 1927 llegan a ser más de 20.000 los cristeros en armas, dominando Estados enteros de México.

El ejército federal esta compuesto en 1927 por unos 80.000 hombres, sin contar las milicias agraristas que son armadas para combatir a los cristeros y que en su mejor momento cuentan con 20.000 hombres. Además el gobierno cuenta con 8.000 hombres de tropa de los Estados y unos 6.000 policías rurales. El Estado Revolucionario cuenta con unos 115.000 efectivos para combatir a las Cristiada, además de un presupuesto importante del Estado que le dedica sus mejores partidas; cuenta con fábricas de armamento, con 14.000 oficiales, asesores norteamericanos, artillería y aviación, la fuerza aérea mexicana participará en la operación con más de 60 aeronaves. Por su contra, los cristeros movilizan a más de 200.000 efectivos..mal armados al principio, sin artillería, ni aviación, ni con suficientes municiones..pero con un aliado mucho más fuerte, su fe en Dios. La infantería federal fue ineficaz y sólo sirvió para defender las guarniciones o para proteger las líneas férreas. En cuanto a la caballería federal, fue ampliamente inferior a la cristera, que se caracterizaba por sus hábiles jinetes y conocedores del terreno. Los federales utilizan la técnica de las “concentraciones”, llevada a cabo por Weyler en Cuba. Es una táctica tan sencilla como cruel. Como característica a señalar en esta guerra, decir que el ejército federal no hace prisioneros: interroga y después fusila, degüella o ahorca a los cristeros. La guerra cristera se presenta como una guerra de desgaste donde ninguno de los bandos contendientes parece capaz de someter al otro. Un agregado militar norteamericano señala la ausencia de un jefe supremo entre los cristeros como factor de su posible derrota. La persona escogida es el general Enrique Gorostieta, un antiguo héroe militar mexicano. Los cristeros se especializan en los sabotajes y asaltos a trenes, de tal forma que el ejército federal se queda prácticamente bloqueado. Las deserciones en el ejército federal empiezan a ser muy frecuentes y preocupantes, llegando a la cifra de 30.000 en 1928. La guerra se desarrolló entre 1926-1929 y el gobierno tuvo que aceptar un compromiso debido al tremendo apoyo popular que levantaron los cristeros a su paso. El avance se vio frenado por la orden llegada de la Santa Sede de deponer inmediatamente las armas, y que, a pesar de los éxitos fue inmediatamente obedecido por las tropas cristeras. Hubo muchos fusilados que morían al grito de “¡¡Viva Cristo y Nuestra Señora de Guadalupe!!” Entre ellos estaba el padre Miguel Agustín Pro, beatificado por Juan Pablo II en 1988. El 22 de noviembre de 1992, en la solemnidad de Cristo Rey, Juan Pablo II beatifica a 22 sacerdotes mexicanos y a tres jóvenes laicos de la Acción Católica, martirizados durante la Guerra Cristera.

Los combatientes católicos son conocidos despectivamente durante la guerra cristera por sus enemigos como los Cristos Reyes o los Cristeros; ya que su signo es un crucifijo en el pecho, su bandera la mexicana con la Virgen de Guadalupe y sus gritos de guerra: ¡¡Viva Cristo Rey!! y ¡¡Viva la Virgen de Guadalupe!! Por ello, no se puede entender la historia de México, sin la labor evangelizadora de los españoles. Como el vasco Juan de Zumárraga, obispo de México en 1531. Pero para entender la situación convulsa que llevó al enfrentamiento eclesiástico en México, lo debemos a la mala política de los Borbones. Con los Austrias, sus gobernantes sabían respetar a la Iglesia. No así, los Borbones que entienden la modernidad como el sometimiento de la Iglesia al poder político. La persecución del Rey Carlos III y sus ministros masones contra los Jesuitas llega a Nueva España donde 500 padres de la Compañía de Jesús son expulsados. Ya en 1767 el pueblo mexicano se arma y se amotina contra la expulsión. Con esta no será ni la primera ni la última revuelta armada de los católicos mexicanos por defender su tradicionalismo religioso.

La paradoja es que, el único país moderno que mantiene una constitución atea en vigor es México. Que además es el país que acoge con más júbilo la llegada y visitas del Papa, y el que sostiene el santuario más visitado del mundo: Guadalupe.

Soldados de CristoLos polémicos “arreglos” que significaron el fin de la primera guerra cristera ponen de relieve la heroicidad de los cristeros y su importancia a la hora de someter a la Revolución atea. En primer lugar los cristeros no se alzan obedeciendo órdenes de sus obispos, más bien se levantan en armas contra su consejo. La cristiada no es fruto de una conspiración de unas elites, sino del entusiasmo de un pueblo. La situación de la guerra es tan favorable a los cristeros que bien se puede calificar 1929 como su momento de máximo apogeo. Los arreglos fueron considerados por la masonería como un triunfo sobre la iglesia católica. Respecto al apoyo de los cristeros, cabe decir que sólo dos obispos se “echan al monte”, viviendo en clandestinidad, para poder administrar sus diócesis en medio de la guerra: Mons. Amadeo Velasco, Obispo de Colima y Mons. Orozco y Jiménez, Arzobispo de Guadalajara. Y en cuanto a los sacerdotes: unos 3.500 acataron las leyes y abandonaron sus parroquias. Se calcula que un centenar de sacerdotes se manifestaron hostiles a los cristeros. Estos sacerdotes eran miembros de la Iglesia Nacional Católica de México, una iglesia herética separada de Roma. Durante el conflicto son ejecutados 160 sacerdotes: 69 de la Archidiócesis de Guadalajara, 38 en Jalisco, 8 en Zacatecas, 28 en Granajuato, Diócesis de León, y 17 en la Diócesis de Colima. Jean Meyer, en su estudio sobre los cristeros, contabiliza una relación de unos 250 mártires que reúnen las características propias del martirio que exige la Iglesia Católica: espíritu de sacrificio martirial, amor a Cristo y a la fe, y morir asesinados por ser católicos o por simple odio a la fe y acoger la muerte perdonando a los verdugos.

En 1927 los principales jefes militares que combatieron a los cristeros fueron los generales Eulogio Ortiz, Anacleto López y Gonzalo Escobar, designándose a este último como jefe de la campaña. Y los héroes de la Cristiada, los campesinos armados que fueron dirigidos por hombres como los generales Fermín Gutiérrez, Enrique Gorostieta o Luis Ibarra; el coronel José Bejarano, o Anatolio Partida. Los capitanes; Sebastián Bañuelos, Miguel Anguiano, Sebastián Arroyo, Cisneros y Arreola entre otros. La revuelta que duró tres años, fue llevada a cabo por el movimiento campesino autónomo más importante de América Latina durante el siglo XX. El levantamiento supuso la reacción de una sociedad campesina, tradicional y católica contra el autoritarismo del Estado nacido de la Revolución de 1917. Además un evento de la historia de considerable importancia y que no es tratado en ningún libro de texto. Hay que tener en cuenta que los grandes movimientos contrarrevolucionarios de la historia moderna, y el de los cristeros en particular es un movimiento popular, que se alzó para defender un modo de vida contra una reforma anticatólica que pretendía borrar al Cristianismo de América Latina. Los Cristeros se alzaron como los antiguos Cruzados de la Edad Media para defender lo más sagrado de su existencia, la Fe en Dios. Y como tal deben ser recordados como héroes, y tratados como soldados. Porque como manda la Ordenanza del Requeté, los soldados de la Tradición, habrán de tener su puesto en el Reino de Dios. Los Cristeros al igual que los Requetés lucharon por la misma causa, su Fe en la Tradición. Y en consecuencia, no debemos olvidarnos de sus históricas hazañas y lamentablemente de las persecuciones, torturas y asesinatos a los que fueron sometidos los Cristeros por creer en Dios. Si hoy podemos hablar de existencia del cristianismo en México es gracias a los cristeros, que supieron ser fieles a Dios y a la Iglesia en todo momento y hasta las últimas consecuencias.

D. DAVID ODALRIC DE CAIXAL I MATA
Historiador colaborador del Instituto de Historia y Cultura Militar del Ejército.
Historiador colaborador Foundation Ecole Militaire de Saint-Cyr.
Historiador colaborador US Army Military History Institute.
Historiador colaborador The Strategic Studies Institute of the Army War College.
Historiador colaborador del Aula de Cultura de Defensa.
Historiador Colaborador del Museo Nacional Militar del Dia-D (Universidad de Nueva Orleans-EEUU).
Miembro de la Real Hermandad de Veteranos de las Fuerzas Armadas y Guardia Civil.

Artículo e imágenes remitidos a Portal ASASVE por el autor para su publicación.

Se autoriza la reproducción del artículo mencionando al autor y la fuente

La Voluntad Destituyente



Por Antonio Caponetto

Editorial del Nº 67 de Cabildo

La perseverante y legítima resistencia del campo argentino ha puesto en evidencia un haz de significativos hechos, cuya entidad debería convertirlos en objeto de otros tantos análisis políticos, si contáramos aquí con el espacio y el don adecuado para ello. No tendría que pasar inadvertido, por ejemplo, el contraste entre la explícita devoción mariana de los ruralistas, frente a la impiedad igualmente manifiesta de sus impugnadores oficiales. Ni los escandalosos oropeles y arrebatos de la prima fémina, confrontados con la paisana austeridad de aquellos a quienes de oligarcas se califica. Ni el enarbolamiento unánime de banderas patrias en los actos agrarios, contra el torbellino inmundo de jirones rojos en las turbamultas rentadas del poder gubernamental.

Un federalismo naturalmente tradicionalista se intuye en las acampadas campesinas a la vera de los caminos. Una servidumbre a los planes usureros de los lobbies yanki-sionistas se respira malolientemente en la Casa Rosada. Tras las alforjas retencionistas de los Kirchner, amén de la codicia personal y partidaria, está la zarpa imperativa del Plan Rockefeller para destruir las economías regionales. Tras las crispadas protestas de chacareros y gauchos, está el derecho a no ser expoliados por un despotismo que responde a roja extranjería. Capitalistas para incrementar sus patrimonios ingentes y marxistas para emporcarse las almas, los que mandan reclaman la lonja de carne, no precisamente vacuna, de sus subordinados. La tierra cultivada o arada y el vaquerío mugiente, en cambio, todavía no leyó a Von Mises ni Das Kapital. Y al fin, por ponerle un coto a este enunciado paralelismo, de un lado se ven familias habituadas a encallecer las manos y fatigar las pretinas, y del otro las hordas de malvivientes ideológicos y morales grotescamente subsidiadas por el partido peronista.

Pero el hecho mayor desatado por el levantamiento agrario, que debería centrar el análisis, es la constatación evidente de que el Gobierno ha perdido el respaldo social, el respeto comunitario, la confianza colectiva y el apoyo de los ciudadanos corrientes. Toda legitimidad le ha sido despojada, todo prestigio lo ha abandonado, toda adhesión del común le es retaceada y esquiva. Excepto los múltiples sinvergüenzas que medran satelitalmente alrededor de la gavilla erpiano-montoneril dominante, no quedan simples hombres del pueblo que puedan creerle una palabra a la pingüínica dupla. Han recibido una paliza que no esperaban, aunque es sensiblemente inferior a la que realmente merecen, y a la que tal vez les aguarde.

Entiéndase bien lo que estamos diciendo. No hablamos ahora de la intrínseca ilegitimidad de origen que posee todo gobierno democrático, ni de la específica ilegitimidad de esta gestión tiránica, a la que venimos descalificando ab initio con los más gruesos y fundados epítetos. Hablamos de la pérdida de aquella única legitimidad en la que creen estos bellacos: la del número. Por eso se desesperan pidiendo acatamiento a la “voluntad popular”, sin querer notificarse que ella se les murió el 28 de octubre de 2007 en guarismos electorales amañados, y ahora vive alzada en las rutas o al pie del Monumento a la Bandera, o descerrajando golpes de ollas por centenares de plazas. Por eso piden respeto a la investidura presidencial, sin saber —como lo sabía Fredo Corleone— que no basta con ser mafioso para ganarse el respeto. Por eso reclaman sujeción, honorabilidad y obediencia a golpes de pérsicos y delías, pero ya inspiran más lástima que miedo, más repugnancia que amedrentamiento. Por eso, nada menos que ellos, los pregoneros de la anti-represión popular, movilizan prefectos, gendarmes y jueces obsecuentes para que dispersen toda evidencia de un demos que no cree en sus presuntos representantes. Responden fomentando las discordias y la lucha de clases, cuando deberían responder pidiendo perdón por existir. Responden con palos, amenazas, encarcelamientos, matones, desplantes y exigencias de decoro, cuando deberían responder expiando sus delitos. Responden poniendo el ejemplo de las “Madres”; esto es, del terrorismo marxista más desembozado. Responden pretendiendo “redoblar la apuesta”.

La apuesta ya la perdieron. Lo que llaman conducta destituyente no es golpismo ni conspiración. Se ha generalizado y no regresa. Es el hartazgo ante la tiranía, es el principio de desobediencia activa al despotismo oprobioso que han construido, es la manifestación incontenible del derecho de resistencia a una autoridad maldita, es la reacción plausible de una comunidad que no quiere ser arrastrada al ultraje y a la rapiña. La voluntad destituyente existe, por cierto que no se equivocan al señalarla. Lo que callan es que la han engendrado los gobernantes con sus crímenes contra Dios y la Patria.

No podemos ser optimistas al respecto. Quienes dirigen formalmente la protesta agraria no ven en profundidad la cuestión de fondo, ni parecen colegir que han desatado una causa que los antecede y supera. Si el más lenguaraz de ellos tiene el mismo y ruin discurso izquierdista que los Kirchner, si los restantes no son precisamente hombres de pensamiento políticamente claro ni de palabra rectora, quien podría ser el mejor de sus portavoces —al menos en atención a su edificante llaneza— carga con sus propios condicionamientos, y lo que es peor, ha sido rodeado de oportunistas partidócratas. El Cardenal Primado, que gusta exhibirse tomando colectivos, bien podría trasladarse en algunos de ellos hasta los muchos pueblos del interior, hoy justicieramente alzados. Para enseñarles la Doctrina Tradicional de la Iglesia sobre el valor inmenso de la Civilización Rural, para ratificarlos en sus derechos y en sus valores, para inculcarles que el eje de esta lucha no es económico sino moral y espiritual, para corregir paternalmente los yerros que pudieran deslizarse, para pedirles a los bautizados todos que comprendan la significación religiosa de la tierra, para bendecir los surcos, y clavar la Cruz, donde no deben estar la hoz y el martillo sino como meros instrumentos de labranza, para pedirle al campo no el diálogo pacificista sino la merecida victoria.

Si no optimistas, sí esperanzados. Recorrimos silentemente muchos de esos caminos y de esos pueblos, muchos de esos rostros y de esos brazos, y algo nos dice —algo que se llama esperanza— que Dios no permitirá que sean puestos de rodillas más que ante Su altar.

Antonio Caponnetto

6 de junio de 2008

Pachelbel´s Cannon



Esta es una de mis piezas musicales favoritas.
Disfrutadla.

Algunas noticias de la Presidente y su marido

Tomadas de Perfil.com

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Gira ultrachic: antes de asistir a la Cumbre sobre el hambre mundial, Cristina visitó el local de Bulgari.

Los 100 vestidos de Cristina Kirchner.

En cada aparición, Cristina Kirchner luce joyas que cuestan como una camioneta 4 x 4.


Por decreto, Néstor Kirchner se hizo un suculento descuento en el Impuesto a las Ganancias.

La España del siglo XVI


Por Pío Moa

Tomado de conoZe.com


Un rasgo especial de España es el papel desempeñado por el catolicismo en su formación, o más bien reconstrucción nacional.

En otros países, como Polonia o Irlanda, también ocurre, pero en ellos el opresor era otra variante del cristianismo, mientras aquí la diferencia con el adversario tenía mucho mayor calado, pues se trataba del Islam, dominador de gran parte del país durante cinco siglos, y de una parte menor dos siglos largos más. España se reconstruyó en una larga pugna con Al Andalus, desde mínimos núcleos de resistencia, y es el único país que, habiéndose islamizado en buena medida, volvió al cristianismo y a la cultura europea. Ello condicionó profunda y necesariamente la mentalidad popular, y marcó una fuerte peculiaridad con respecto al resto de Europa, ajena a tal experiencia, aunque beneficiaria de ella, pues la resistencia y reconquista españolas constituyeron una línea avanzada de defensa del continente.

Esto es bien sabido, pero suele prestarse menos atención a otro largo proceso histórico no menos crucial: la cima de la reconstrucción española, entre finales del siglo XV y principios del XVI, coincidió con una nueva ola de expansión islámica, esta vez de la mano del imperio otomano, que no ocultaba su designio de devolver España al Islam y convertir en pesebres para los caballos las aras del Vaticano. El Magreb se convirtió en una base de piratería e incursiones turco-berberiscas, mientras Italia y las posesiones hispanas en ella sufrían la constante presión del turco, dueño del mar. España volvió entonces a encontrarse en primera línea. La superpotencia otomana tenía fuerza bastante para extender sus brazos por el Mediterráneo y hacia el centro de Europa desde los conquistados Balcanes, y también esta segunda línea expansiva afectaba a España, por la alianza de los Habsburgos, y por una percepción del peligro mucho más aguda que en otros países. En 1521, ante el clamor de los húngaros por la amenaza turca, Lutero replicaba que oponerse a ella era contrariar los designios de Dios, que así castigaba los pecados de los cristianos. Tal idea sólo podía escandalizar a los españoles.

Esta lucha, sumamente ardua, empeoró con la escisión protestante y las consiguientes guerras entre europeos. También tomó entonces España sobre sí la defensa de lo que consideraba unidad cristiana, tanto en el terreno político y militar, como promoviendo la Reforma católica, culminada en Trento. La unidad cristiana le parecía una necesidad urgente frente a un islamismo a la ofensiva, pero no lo sentían de igual modo los "herejes", que sentían la amenaza otomana mucho más remota. Por ello los protestantes, sobre todo los holandeses y los ingleses, buscaron constantemente aliarse con Constantinopla para atacar juntos a la católica España, cuya lucha en dos frentes, agotadora de por sí, se complicaba en sumo grado.

Y por si fuera poco, también la católica y poderosa Francia siguió la misma estrategia, convirtiéndose en una plaga para el esfuerzo hispano. Cuando el rey francés Francisco I fue apresado en Pavía, en 1525, se las ingenió, desde Madrid, para mandar emisarios a Solimán el Magnífico e instarle a atacar a los Habsburgo. Al año siguiente, Solimán invadió Hungría y aniquiló literalmente al ejército húngaro, y tres años más tarde estaba ante Viena, por cuya salvación combatieron también los españoles. La alianza entre franceses, protestantes y turcos fue también visible en la guerra de las Alpujarras, o en la constante piratería y tráfico de cautivos desde las costas magrebíes, desde donde operaban corsarios ingleses y otros, o en los intentos de Guillermo de Orange por organizar ofensivas conjuntas y simultáneas. Francia cedió a los turcos bases en su costa mediterránea, para el saqueo de las costas y el comercio españoles, y el tráfico de esclavos cristianos. Serían las guerras de religión en Francia las que, paradójicamente, aliviaran aquella tremenda tensión para nuestro país. Como ha recordado César Vidal, España se vio prácticamente sola en Lepanto, cuya victoria cayó como una bomba en Francia y los países protestantes, los cuales se apresuraron a animar al turco a no desmayar en la guerra "contra los idólatras españoles", como expuso el embajador inglés.

Es fácil ver por qué franceses y protestantes actuaban así: temían que una potencia capaz de vencer a los otomanos lograse un poder absolutamente dominante en Europa. Para ellos, los turcos quedaban lejos y les convenía que España se desangrase en la lucha contra ellos. Sin embargo España difícilmente podía considerarse una auténtica superpotencia. Su población no pasaba de la mitad de la vecina Francia, con una administración mucho menos centralizada, y, en época de economía fundamentalmente agraria, tenía suelos peores y mucha menos agua que Francia, Inglaterra, Países Bajos o Alemania. Se ha calculado que las rentas de Carlos I solo sumaban la mitad de las del sultán de Constantinopla. Otra peligrosa debilidad era la presencia en su territorio de una quinta columna formada por una masa de población musulmana, añorante de Al Andalus, esperanzada en el poderío turco y presta a apoyar las incursiones berberiscas. España a duras penas lograba defender su litoral contra la permanente piratería turco-berberista y la frecuente inglesa, y en 1560, cuando una gran tormenta destrozó su flota cerca de Málaga, quedó desguarnecida y a merced de un ataque general por el Mediterráneo, aunque los otomanos no llegaron a aprovechar su magnífica oportunidad, quizá por no haberse percatado de ella.

Contra enemigos tan potentes y peligrosos, tenía la baza de su imperio ultramarino, conquistado en expediciones inverosímiles: de él extraía cuantiosos recursos financieros, pero con la obligada contrapartida de dispersar por medio mundo sus no muy nutridas fuerzas, como advertiría Richelieu. Y podía reclutar tropas y medios en Alemania, Italia, Flandes y otros lugares. Pero en conjunto la tarea le desbordaba necesariamente. Como dijo Nietzxche, España quiso demasiado.

Sorprende cómo un país con tales desventajas pudo sostener durante siglo y medio una lucha agotadora, de frente y por la espalda, por así decir, infligiendo a sus enemigos más reveses que los sufridos de ellos, y marcar los límites de la expansión otomana, francesa y protestante, creando de paso una brillante cultura. Pero eso fue ciertamente lo ocurrido. En cambio perdió muy pronto la batalla de la propaganda política, que en su forma moderna nació entonces, y nació en gran medida como propaganda antiespañola, consolidada en la llamada "Leyenda negra", compuesta de algunas verdades y muchas exageraciones. Y aunque España nunca fabricó una propaganda similar contra sus adversarios, la experiencia de aquel siglo y medio motivó en ella cierto desprecio y resentimiento hacia el norte de los Pirineos.

Rara vez se ha enfocado de este modo la historia de aquella época, y sin embargo los hechos y la lógica lo imponen. Para los españoles, la lucha contra la amenaza turca era natural y en cierto modo la continuación de la Reconquista. En cambio la guerra contra Francia y los protestantes le vino impuesta como una desagradable y costosa obligación. Probablemente todo esto, más la memoria de aquel tiempo de gloria, "el siglo de oro", contribuiría luego a que la Ilustración fuese recibida en España con desconfianza, máxime cuando el movimiento de "las luces" tomó en Francia un tinte abiertamente antiespañol, como una especie de desquite histórico.

Concierto brandenburgués Nº 3




J. S. Bach
Brandenburg Concerto No 3
Freiburg Baroque Orchestra
Gottfried Von Der Goltz

6 de Junio, Festividad de San Norberto, Obispo y confesor






San Norberto
nació en Xanten, ciudad del condado de Cleves, alrededor del 1080, emparentado por su padre con la familia imperial alemana y con la casa de Lorena por parte de su madre. Tuvo una juventud muy poco ejemplar, incluso después de abrazar la vida religiosa y ejercer el oficio de capellán de Enrique V. Pero un aviso serio del cielo le cambió la vida. Fue el año 1114. Iba Norberto de viaje y un relámpago lo tiró de la mula, haciéndole perder el conocimiento. Entendió el clérigo disoluto que no iba por buen camino y que era urgente cambiar su estilo de vida. Pero él era un clérigo "normal". Se había estado comportando poco más o menos como los demás clérigos. No bastaba, por tanto, su propia conversión. Había que salir de aquella peligrosa normalidad eclesiástica para ofrecer a los fieles un ejemplo más acorde con el Evangelio. Intentó convencer a los canónigos de las catedrales, pero al no conseguirlo, vendió todos sus bienes y repartió el producto entre los pobres. Libre del lastre de sus riquezas, se dedicó a recorrer Francia y Alemania predicando su mensaje. Era tal la fuerza de convicción que emanaba de sus palabras y de su conducta, y tal su espíritu de comprensión y concordia con que predicaba, que se ganó el respeto de todos y pronto tuvo un buen número de seguidores, con los que fundó una nueva orden religiosa, basada en una vida más rigurosa y propia de los seguidores de Cristo. Levantó su primer monasterio en Premontré (en el bosque de Coucy, cerca de Reyms, Francia), de ahí que les llamaran premonstratenses. En uno de sus viajes, se cruzó Norberto en Espira con el emperador Lotario II, quien le obligó a aceptar el arzobispado de Magdeburgo, para el que fue consagrado el 25 de julio de 1126. Desde su sede arzobispal quiso extender la reforma eclesiástica a toda la diócesis, y fue tal la resistencia y la oposición que encontró, que se agruparon los enemigos de la reforma y fueron violentamente contra él, hasta el punto que tuvo que huir para salvar la vida. Así estaba el clero en aquella época. Mientras estuvo en Italia fue nombrado canciller imperial y cultivó la amistad del papa Inocencio II y de san Bernardo, que estimanban en mucho su prudente y sabio consejo. Pudo regresar al cabo de unos años, una vez apagados los odios que le hicieran huir. Regresado a su patria y a su diócesis, murió santamente el 6 de junio de 1134. Fue canonizado en 1582.

5 de junio de 2008

La Leyenda Negra


Por Matthew Brock

Oliver Cromwell era una pieza de cuidado. Era comandante del invencible Nuevo Ejército Modelo, vencedor de la Guerra Civil, azote de Irlanda, Lord Protector de la «Commonwealth», terror de tiranos, defensor de la fe; en resumen, una de las peores personas que han vivido en Inglaterra. Pero él no lo hubiera creído así, ni tampoco aquellos que le escuchaban mientras hablaba al Parlamento inglés el 17 de septiembre de 1656. No, el «gran enemigo», el enemigo «de todo lo divino que cada uno de vosotros tiene» eran «los españoles».

Pocos de los puritanos de cabezas redondas que le escuchaban en el Parlamento aquel día habrían estado en desacuerdo con él: España era el imperio malvado, una cruel, codiciosa, intolerante raza de semi-bárbaros que imponía su dominio con la prisión, la hoguera y el potro de tormento de la Inquisición. No estaban contentos con suprimir a sus propios pobres ciudadanos con el yugo de la superstición e idolatría sino que también querían esclavizar al mundo entero. «En verdad» —Cromwell dijo a su audiencia— «los españoles están interesados en vuestras entrañas».

Esa ha sido la opinión de muchos durante los últimos cuatrocientos años. La Leyenda Negra —la imagen de España como una nación intolerante y cruel y la Inquisición como el colmo de la intolerancia— ha sido tan verdadera como el evangelio en muchas partes del mundo y la palabra Inquisición se ha convertido en sinónimo de caza de brujas, juicios-farsa, regímenes opresivos e intolerancia supersticiosa. ¿Cómo comenzó la Leyenda Negra? ¿Cuánto hay de verdad en sus acusaciones?

La Inquisición española fue fundada por los reyes Isabel de Castilla y Fernando de Aragón en 1480 para probar la buena fe de los conversos, los judíos convertidos al cristianismo. En el reino de los reyes católicos, la ortodoxia equivalía a lealtad política y, por tanto, usaron la Inquisición como un instrumento de la monarquía para asegurarse de ella. Bajo Tomás de Torquemada, la Inquisición cometió serios errores y en ocasiones fue más allá de lo justo en perseguir a los conversos, algunos de los cuales fueron entregados a la Inquisición por vecinos envidiosos de su riqueza o de su posición social. Durante los 15 primeros años de la Inquisición fueron ejecutados alrededor de 2,000 personas, pero hacia 1500, bajo un nuevo jefe, la Inquisición fue reformada considerablemente.

Desde aquel momento se convirtió en el más benévolo tribunal de toda Europa. A lo mucho, sentenció a muerte a 60 personas durante todo el siglo XVI, algo admirable en una época en que la gente podía ser condenada a muerte por crímenes triviales y cuando otras naciones quemaban en la hoguera a decenas de miles de mujeres inocentes acusadas de practicar la brujería. Inglaterra, bajo las reinas María e Isabel I, ejecutaron a más de 400 herejes de la forma más cruel imaginable, y excesos semejantes tuvieron lugar a lo largo y ancho de la Europa católica y protestante. Los extensos archivos de la Inquisición muestran que de las más de 7000 personas que fueron llevadas ante su tribunal en Valencia, sólo 2% fueron torturadas y sólo durante 15 minutos cada uno. Esto era una nonada en comparación con las doncellas de hiero, el potro de tortura, los azotes y la rueda aplastadora usada por los sistemas judiciales usados en los primeros años en la mayoría de las naciones modernas. Sin embargo la imaginación popular asocia irrevocablemente a la Inquisición española con verdugos encapuchados, torturas sádicas y malolientes calabozos. ¿Por qué ha sido España tan maltratada por la historia cuando otras naciones han sido mucho peores?

La respuesta está en la Reforma protestante, en el poder bélico de España y en la imprenta, que acababa de ser inventada. En 1517 Lutero prendió el fuego de la revuelta protestante a lo ancho del norte de Europa. La guerra inicial de palabras se convirtió en guerra sangrienta, pero el ejército de los príncipes protestantes no fue un enemigo suficientemente poderoso para las tropas de Carlos V, emperador de Alemania y rey de España. Derrotados en el campo de batalla, los protestantes recurrieron a la guerra de palabras a través de la imprenta. En 1567 publicaron un folleto, traducido del inglés, al alemán, francés y flamenco, titulado Descubrimiento y simple declaración de las acendradas y sutiles prácticas de la santa Inquisición española. El autor, que escribe con el pseudónimo de Montanus, pretendía haber sido él mismo víctima de la Inquisición. Este folleto es considerado como el inicio de la Leyenda negra y fue el golpe de propaganda más sensacional del milenio. La mayoría de las tan conocidas patrañas tuvieron origen en él. Se esparció con rapidez por la Europa protestante, terreno fértil pare recibir la semilla de la mala propaganda contra un enemigo al que odiaban y temían por razones tanto políticas como religiosas. Felipe II, hijo de Carlos V, gobernó en un imperio en el «que no se ponía el sol» y las décadas siguientes fueron testigo de un choque espectacular entre la Inglaterra protestante y la España católica, que culminó con la derrota de la Armada Invencible de España en 1588.

Mientras tanto, los propagandistas anti-españoles estaban atareados tejiendo otros dos hilos de la Leyenda Negra: que la Inquisición tenía un inmenso poder político y que la Inquisición había matado a cientos de miles de personas. En 1569, don Carlos, hijo de Felipe II, murió en un misterioso accidente y los enemigos de Felipe atacaron inventando una historia, repetida docenas de veces, hasta que adquirió carácter lapidario en el siglo XIX a golpe de pluma y batuta de Schiller y Verdi. La trama presentaba a don Carlos como mártir heroico de la libertad de conciencia. Por el contrario, Felipe II era un monstruo moral, empujado por el Gran Inquisidor a matar a su propio hijo para «salvar a la nación». Esta imagen de la Inquisición como la eminencia gris detrás del trono y de su poder policíaco que oprimía a la entera nación, ha tenido una larga vida.

Nada está más lejos de la verdad. La Inquisición nunca fue numerosa pues constaba solamente de dos o tres inquisidores y de un grupo de empleados en cada uno de los 20 tribunales que se encargaban de toda España. Tenían poder en los pueblos y ciudades, es verdad, pero su poder era limitado, con frecuencia controlado por asociaciones civiles, otras autoridades eclesiásticas y magistrados locales. En el campo, en el que vivían cuatro de cada cinco españoles, tenía poco poder. Los historiadores aseguran que la gran mayoría de los campesinos de las áreas rurales nunca habrían visto a un inquisidor en su vida.

El segundo hilo tiene origen en un folleto publicado en 1570. Era presentado como una carta a los inquisidores dándoles instrucciones para acabar con poblaciones enteras sospechosas de herejía. Hace tiempo ya se ha demostrado que es un documento falso, pero la leyenda sigue viva: la odiada Inquisición torturaba y mataba a miles, no, millones, de víctimas inocentes. La verdad es que la Inquisición sentenció aproximadamente a 4,000 personas durante sus 350 años de existencia, con lo cual es, con mucho, el tribunal nacional más benigno de Europa durante el mismo período.

«Todo se vale en el amor y en la guerra», escribió Shakespeare en aquella época, pero después de 400 años ya es tiempo de gritar: «¡Ya basta!» Sin embargo, el daño ya está hecho y la mayor lección de la Leyenda negra es el poder de la prensa. El norte de Europa, especialmente Inglaterra, usó la imprenta con mucha más frecuencia y eficacia que España. Sirva como ejemplo que entre los cuarenta autores más traducidos a lo largo de 25 años de historia, veinticinco con de lengua inglesa y ni uno solo es español. Los grandes de España consideraban indigno de un caballero responder a las acusaciones contra su país tramadas por la máquina protestante de propaganda. De ser posible, preferían decidir la contienda en un duelo. Está muy bien, pero tales caballeros murieron hace cuatro siglos, mientras la imagen pintada por sus enemigos sigue adornando los salones de la cultura popular en todo el mundo. La historia la escriben los vencedores y el vencedor ha sido la pluma, no la espada.

Evolución (10)


Enlace a un excelente artículo de Michael Behe, autor de "La caja negra de Darwin".


Máquinas moleculares.

5 de Junio, festividad de San Bonifacio, Obispo y Mártir



Es el Apóstol de Alemania. Antes se llamaba Winfrido, y había nacido en Inglaterra hacia el año 680. A los siete años oyó a unos monjes que se hospedaban en su casa, como era la vida en un monasterio y se emocionó tanto que obtuvo que sus padres lo dejaran irse a vivir y a estudiar al monasterio de Exeter. Allí se convirtió en el discípulo preferido del abad Winberto, que era un gran sabio. Y al terminar sus estudios se le nombró director de la escuela.

Tenía una especial habilidad para enseñar y hacerse entender y una gran simpatía que lo hacía hacerse amar de la gente, especialmente de sus discípulos. Desde que él empezó a ser director de la escuela comenzó a crecer el número de alumnos, y el aprovechamiento y progreso de todos era muy notorio.

A los 30 años lo ordenaron sacerdote y se dedicó con gran entusiasmo a la predicación. Sus sermones lo basaba todos en la S. Biblia, y este Libro Sagrado se convirtió para él en el deleite y centro de sus lecturas y meditaciones por toda la vida.

Sin embargo él sentía que su vocación era irse de misionero a otros países, y en el año 716, con el permiso de sus superiores se fue con otro compañero a misionar a Alemania. Pero aquel país estaba en tremendas guerras civiles y en luchas con otros países y él se dio cuenta de que todavía no había llegado la hora de llevar allí sus mensajes. Además, si no iba con especiales poderes del Sumo Pontífice no lo iban a recibir bien. Así que se volvió a su país, Inglaterra. Sus discípulos lo recibieron gozosos, y para tener la seguridad de que no se les volvería a ir lo nombraron Abad del monasterio, cuando murió el santo Abad Winberto. Pero Bonifacio sentía que Dios lo seguía llamando a irse de misionero.

Y en el año 618 se fue a Roma a pedir autorización al Sumo Pontífice. El Papa San Gregorio II le concedió plenos poderes para predicar y le cambió su nombre de Winfrido, por el de Bonifacio.

Al principio trabajó por tres años bajo la dirección de San Willibrordo, pero cuando se dio cuenta de que este gran apóstol quería nombrarlo como su reemplazo en el obispado se fue a otros sitios a misionar como simple sacerdote. Después escribió al Sumo Pontífice contándole los éxitos que había obtenido y el Papa lo llamó a Roma para nombrarlo obispo.

En el año 722 fue consagrado obispo y el Papa Gregorio II le concedió plenos poderes para toda Alemania y le dio una carta de recomendación y al pasar por Francia, recibió de Carlos Martel un documento sellado en el cual le concedía plenos poderes para transitar y predicar en todo sus dominios, y así, con la autoridad de la Iglesia y del gobierno, se pudo dedicar con toda libertad a misionar libremente.

Lo primero que se propuso Bonifacio en Alemania fue acabar con las supersticiones (o falsas creencias que atribuyen a los seres materiales, poderes que no tienen). Una de las más fuertes supersticiones de los alemanes era el creer que un árbol inmenso que ellos veneraban, tenían poderes divinos y que en sus ramas vivían los dioses. Bonifacio les dijo que eso era mentira, y para probarles que la tal superstición era una farsa, les anunció que tal día y a tal hora, él mismo derribaría aquel árbol tan venerado. Los paganos estaban asustadísimos creyendo que apenas alguien se le acercara al árbol para cortarlo, los dioses mandarían un montón de rayos y acabarían con esos atrevidos. Pero Bonifacio y sus colaboradores se acercaron con sus hachas al árbol y en medio de un gran gentío, en poco tiempo lo derribaron por el suelo, y no hubo ni rayos, ni truenos, ni fuego del cielo. Y así poco a poco fue acabando con un montón de supercherías, o engaños de las falsas religiones.

Para Bonifacio, cada éxito logrado en el apostolado era una llamada para emprender nuevas obras misionales, y así, cuando lograba evangelizar una ciudad o una región, se iba a otro sitio a predicar el evangelio. Y por todas partes encontraba a las gentes ansiosas de escucharle. Dios le concedía la buena voluntad de sus oyentes.

Viendo que la cosecha apostólica era cada vez más grande y que los colaboradores que tenía ya no daban a basto con tanto trabajo, escribió a sus antiguos amigos monjes de Inglaterra pidiéndoles que les enviaran refuerzos. Y la ayuda fue mucho mejor de lo que él se esperaba. Empezaron a llegar grupos y grupos de monjes llenos de entusiasmo y de fervor y para todos tenía Bonifacio abundante trabajo de evangelización. La energía y el entusiasmo del santo resultaban contagiosos y aquellos misioneros multiplicaban sus fuerzas para llevar el mensaje del evangelio al mayor número de paganos. Así logró ir evangelizando a toda Alemania.

Eran tantos los refuerzos que le enviaban que el santo tuvo que abrir tres nuevos monasterios. Y entre los colaboradores que llegaron de Inglaterra hubo tres santos (San Luis, San Bruchardo y San Wigberto) y tres Santas (Santa Tecla, Santa Walburga y Santa Lioba).

El año 731 murió el Papa San Gregorio II y entonces su sucesor, el Papa Gregorio III, nombró arzobispo a Bonifacio y le concedió plenos poderes para fundar obispados por toda Alemania. Poco después el santo viajó a Roma y allá el Papa lo nombró delegado Papal para toda Alemania. Con esos poderes, Bonifacio fue fundando obispados, y destituyendo a los sacerdotes que no tenían un buen comportamiento, y gobernando con gran sabiduría a toda la Iglesia en Alemania. Fundó también una famosa Abadía o casa de religiosos en Fulda, que llegó a ser el más importante centro para formación de monjes en Alemania, la Abadía de Fulda.

Favorecido por los plenos poderes que recibió del Sumo Pontífice y del nuevo gobernante de Francia (Pipino) emprendió Bonifacio una labor importantísima que consistió en reformar la Iglesia Católica en Francia, que estaba bastante relajada. Hizo reuniones de todos los obispos de la nación el año 747, y allí se dictaron leyes muy sabias que acabaron con muchos abusos. En premio de esto el Papa San Zacarías le dio el título de Primado de Alemania y de Delegado Apostólico para Francia. En una carta a sus amigos los monjes de Inglaterra les decía: "Si el Sumo Pontífice no me hubiera dado plenos poderes, y si el gobernante de la nación no me hubiera ofrecido todo su apoyo, no habría podido corregir los abusos que existían ni llevar a tantos a cumplir exactamente las leyes de la Iglesia". Desde entonces la Iglesia de Francia empezó una nueva era de fervor y de progreso.

Sintiéndose anciano y agotado, pidió al Sumo Pontífice que le nombrara un sucesor, y el Papa le nombró a su discípulo preferido San Lul. Entonces Bonifacio se dedicó totalmente a predicar como misionero, en los sitios más apartados y donde menos conocían nuestra santa religión.

Y se fue a donde los frisones, a un sitio donde nunca había penetrado un misionero y donde las supersticiones y las mentiras de las falsas religiones tenían muy engañados a sus habitantes. Al principio todo parecía andar muy bien y eran inmensas las multitudes que llegaban a escucharle sus sermones y sus clases de catecismo.

Y entonces el día de la fiesta de Pentecostés del año 754 dispuso Bonifacio hacer una gran ceremonia para dar el sacramento de la confirmación a muchos de los convertidos. Pero estando preparándose para empezar la ceremonia, apareció un numeroso grupo de paganos fuertemente armados y con ánimo feroz de atacar a los misioneros. Algunos de sus amigos quisieron defenderlo con las armas pero él se lo impidió diciendo: "Animo, que al alma no la podrán matar".

Y Bonifacio y 50 de sus compañeros fueron asesinados aquel día por los enemigos de la religión. Así coronaba gloriosamente con el martirio, una vida dedicada totalmente a extender el reino de Dios. Era el día de la fiesta del Espíritu Santo.

Un sabio afirmó que San Bonifacio ejerció más influencia benéfica en toda Europa que cualquier otro personaje de su siglo.

A una gran valentía para proclamar las doctrinas católicas, unía una capacidad impresionante de trabajo, una simpatía desbordante que le ganaba los corazones y una humildad y sencillez que lo hacía amigo de todos.

Alemania lo ha proclamado siempre como su santo Patrono y nosotros le suplicamos que nos obtenga de Dios un entusiasmo semejante al suyo para dedicar nuestra vida a hacer amar más a Dios y a lograr extender más y más nuestra santa religión.

Apoyo al hijo... de Alberto Fernández!!!





Tomado de Cartelazo


Alberto Fernández reveló que su hijo le pide que renuncie

El jefe de Gabinete afirmó que el adolescente de 13 años cuando lee sobre una supuesta dimisión “salta en una pata”. Su costado nostálgico y su mecanismo de desahogo.
"Cada vez que mi hijo lee que renuncio salta en una pata", dijo el jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
Fuente: Perfil.com

SANTO PADRE PIO DA PIETRELCINA. Anécdotas.

Padre Pío Anécdotas

¡Cuida por dónde caminas!
Un hombre fue a San Giovanni Rotondo para conocer al Padre Pío pero era tal la cantidad de gente que había que tuvo que volverse sin ni siquiera poder verlo. Mientras se alejaba del convento sintió el maravilloso perfume que emanaba de los estigmas del padre y se sintió reconfortado.
Unos meses después, mientras caminaba por una zona montañosa, sintió nuevamente el mismo perfume. Se paró y quedó extasiado por unos momentos inhalando el exquisito olor. Cuando volvió en sí, se dio cuenta que estaba al borde de un precipicio y que si no hubiera sido por el perfume del padre hubiera seguido caminando... Decidió ir inmediatamente a San Giovanni Rotondo a agradecer al Padre Pío. Cuando llegó al convento, el Padre Pío, el cual jamás lo había visto, le gritó sonriendo:- “¡Hijo mío! ¡Cuida por dónde caminas!”.

Debajo del colchón

Una señora sufría de tan terribles jaquecas que decidió poner una foto del Padre Pío debajo de su almohada con la esperanza de que el dolor desaparecería. Después de varias semanas el dolor de cabeza persistía y entonces su temperamento italiano la hizo exclamar fuera de sí: -“Pues mira Padre Pío, como no has querido quitarme la jaqueca te pondré debajo del colchón como castigo”. Dicho y hecho. Enfadada puso la fotografía del padre debajo de su colchón.
A los pocos meses fue a San Giovanni Rotondo a confesarse con el padre. Apenas se arrodilló frente al confesionario, el padre la miró fijamente y cerró la puertecilla del confesionario con un soberano golpe. La señora quedó petrificada pues no esperaba semejante reacción y no pudo articular palabra. A los pocos minutos se abrió nuevamente la puertecilla del confesionario y el padre le dijo sonriente: “No te gustó ¿verdad? ¡Pues a mí tampoco me gustó que me pusieras debajo del colchón!”.

Los consejos del Padre Pío

Un sacerdote argentino había oído hablar tanto sobre los consejos del Padre Pío que decidió viajar desde su país a Italia con el único objeto de que el padre le diera alguna recomendación útil para su vida espiritual. Llegó a Italia, se confesó con el padre y se tuvo que volver sin que el padre le diera ningún consejo. El padre le dio la absolución, lo bendijo y eso fue todo. Llegó a la Argentina tan desilusionado que se desahogaba contando el episodio a todo el mundo. “No entiendo por qué el padre no me dijo nada”, decía, “¡y yo que viajé desde la Argentina sólo para eso!” “-El Padre Pío lee las consciencias y sabía que yo había ido con la esperanza de que me diera alguna recomendación”, etc, etc. Así se quejaba una y otra vez hasta que sus fieles le empezaron a preguntar: “Padre, ¿está seguro que el padre Pío no le dijo nada?¿no habrá hecho algún gesto, algo fuera de lo común??”. Entonces el sacerdote se puso a pensar y finalmente se acordó que el Padre Pío sí había hecho algo un poco extraño. “-Me dio la bendición final haciendo la señal de la cruz sumamente despacio, tan despacio que yo pensé: ¿es que no va a acabar nunca?”, contó a sus fieles. “¡He ahí el consejo!”, le dijeron, “usted la hace tan rápido cuando nos bendice que más que una cruz parece un garabato”. El sacerdote quedó contentísimo con esta forma tan original de aconsejar que tenía el Padre Pío.

El vigilante y los ladrones

“Unos ladrones merodeaban en mi barrio, en Roma, y esto me impedía ir a visitar al Padre Pío. Al final me decidí después de haber hecho un pacto mental con él: “Padre, yo iré a visitarte si tú me cuidas la casa...”.
Una vez en San Giovanni Rotondo, me confesé con el Padre y al día siguiente, cuando fui a saludarle, me reprendió: “¿Aún estás aquí? ¡Y yo que estoy sudando para sostenerte la puerta!”.
Me puse de viaje inmediatamente, sin haber comprendido qué había querido decirme. Habían forzado la cerradura, pero en casa no faltaba nada.”

Niños y caramelos

“Hacía tanto tiempo que no iba a visitar al Padre Pío que me sentía obsesionada por la idea de que se hubiera olvidado de mí.
Una mañana, después de haberle confiado, como de costumbre, mi hija bajo su protección, fui a Misa. De regreso, encontré a la pequeña saboreando un caramelo. Sorprendida le pregunté quién le había dado el “melito”, como ella llamaba a los caramelitos, y muy contenta me señaló el retrato del Padre Pío que dominaba sobre el corralito donde dejaba a la pequeña durante mis breves ausencias.
No di ninguna importancia al episodio y no pensé más en él.
Después de algún tiempo, no logrando sacarme de la cabeza la idea de que el Padre Pío se hubiera olvidado de mí, pude finalmente ir a visitarlo. Inmediatamente después de la confesión, cuando fui a besarle la mano, me dijo riendo: “...¿también tú querías un “melito”?”.

Un calvo

“No había remedios para mi cabello que iba desapareciendo de mi cabeza, y sinceramente me disgustaba quedar calvo. Me dirigí al Padre Pío y le dije: “Padre, ruegue para que no se me caiga el cabello”.
El Padre en ese momento bajaba por la escalera del coro. Yo lo miraba ansioso esperando una contestación. Cuando estuvo cerca de mí cambió el semblante y con una mirada expresiva señaló a alguien que estaba detrás y me dijo: “Encomiéndate a él”. Me di vuelta. Detrás había un sacerdote completamente calvo, con una cabeza tan brillante que parecía un espejo. Todos nos echamos a reír.

El zapatazo

Una vez un paisano del Padre Pío tenía un fuertísimo dolor de muelas. Como el dolor no lo dejaba tranquilo su esposa le dijo: “¿Por qué no rezas al Padre Pío para que te quite el dolor de muelas?? Mira aquí está su foto, rézale”. El hombre se enojó y gritó furibundo: “¿Con el dolor que tengo quieres que me ponga a rezar???”. Inmediatamente cogió un zapato y lo lanzó con todas sus fuerzas contra la foto del Padre Pío.
Algunos meses más tarde su esposa lo convenció de irse a confesar con el Padre Pío a San Giovanni Rotondo. Se arrodilló en el confesionario del Padre y, luego de decir todos los pecados que se acordaba, el Padre le dijo: “¿Qué más recuerdas?” “Nada más”, contestó el hombre. “¿¿Nada más?? ¡¿Y qué hay del zapatazo que me diste en plena cara?!.”

El saludo “grande, grande”

Una hija espiritual del Padre Pío se había quedado en San Giovanni Rotondo tres semanas con el único propósito de poder confesarse con él. Al no lograrlo, ya se marchaba para Suiza profundamente triste, cuando se acordó que el Padre Pío daba todos los días la bendición desde la ventana de su celda. Se animó con la idea de que por lo menos recibiría su bendición antes de partir y salió corriendo hacia el convento. Por el camino iba diciendo para sus adentros: “quiero un saludo grande, grande, sólo para mí”. Cuando llegó se encontró con que la gente se había marchado pues el Padre había dado ya su bendición, los había saludado a todos agitando su pañuelo desde su ventana y se había retirado a descansar. Un grupo de mujeres que rezaban el Rosario se lo confirmaron. Era inútil esperar. La señora no se desanimó por eso y se arrodilló con las demás mujeres diciendo para sí: “no importa, yo quiero un saludo grande, grande, sólo para mí”. A los pocos minutos se abrió la ventana de la celda del Padre y éste, luego de dar nuevamente su bendición, se puso a agitar una sábana a modo de saludo en vez de usar su pañuelo. Todos se echaron a reír y una mujer comentó: “-¡Miren, el padre se ha vuelto loco!”. La hija espiritual del padre comenzó a llorar emocionada. Sabía que era el saludo “grande, grande” que había pedido para sí.

Un niño y los caramelos

Un niño, hijo de un guardia civil, deseaba tener un trencito eléctrico desde hacía mucho tiempo. Acercándose la fiesta de Reyes, se dirigió a un retrato del Padre Pío colgado en la pared, y le hizo esta promesa: “Oye, Padre Pío, si haces que me regalen un trencito eléctrico, yo te llevaré un paquete de caramelos”.
El día de los Santos Reyes el niño recibió el trencito tan deseado.
Pasado algún tiempo, el niño fue con su tía a San Giovanni Rotondo. El padre Pío, paternal y sonriente, le preguntó: “-Y los caramelos, ¿dónde están?”.

¡Por dos higos!

Una señora devota del Padre Pío comió un día un par de higos de más. Asaltada por los escrúpulos, pues le parecía que había cometido un pecado de gula, prometió que iría en cuánto pudiera a confesarse con el Padre Pío. Al tiempo se dirigió a San Giovanni Rotondo y al final de la confesión le dijo al padre muy preocupada: “Padre, tengo la sensación de que me estoy olvidando de algún pecado, quizá sea algo grave”. El Padre le dijo: “No se preocupe más. No vale la pena. ¡Por dos higos!”.

¿Esperas que me case yo con ella?

El Padre Pío estaba celebrando una boda. En el momento culminante del acto el novio, muy emocionado, no atinaba a pronunciar el “sí” del rito.
El Padre esperó un poco, procurando ayudarlo con una sonrisa, pero viendo que era en vano todo intento, exclamó con fuerza: “¡¿En fin, quieres decir este “sí” o esperas que me case yo con ella?!”

¡Padre, ruegue por mis hijitos!

Una señora muy devota del Padre Pío nunca se iba a dormir sin haberle encomendado antes a sus hijos. Todos las noches se arrodillaba frente a la imagen del Padre y le decía: “Padre Pío, ruegue por mis hijitos”. Después de tres años de rezar todos los días la misma jaculatoria pudo ir a San Giovanni Rotondo. Cuando vio al Padre le dijo: “Padre, ruegue por mis hijitos”. “Lo sé, hija mía”, le dijo el Padre, “¡hace tres años que me vienes repitiendo lo mismo todos los días!”.

¡Y tú te burlas!

Una devota del Padre Pío se arrodillaba todos los días frente a la imagen del padre y le pedía su bendición. Su marido, a pesar de ser también devoto del padre, se moría de la risa y se burlaba de ella pues consideraba que aquello era una exageración. Todas las noches se repetía la misma escena entre los esposos. Una vez fueron los dos a visitar al Padre Pío y el señor le dijo: “Padre, mi esposa le pide su bendición todas las noches”. “Lo sé”, contestó el Padre, “¡y tú te burlas!”.

Bilocaciones

Padre Pío reza a San Pío X

Una vez el Cardenal Merry del Val contó al Papa Pío XII que había visto al Padre Pío rezando en San Pedro frente a la tumba de San Pío X, el día de la canonización de Santa Teresita. El Papa preguntó al Beato Don Orione qué pensaba del asunto. Don Orione respondió: “Yo también lo vi. Estaba arrodillado rezando a San Pío X. Me miró sonriente y luego desapareció”.

Padre Pío en Uruguay

Monseñor Damiani, obispo uruguayo, fue a San Giovanni Rotondo a confesarse con el padre Pío. Luego de confesarse se quedó unos días en el convento. Una noche se sintió enfermo y llamaron al Padre Pío para que le diera los últimos sacramentos. El padre Pío tardó mucho en llegar y cuando lo hizo le dijo:
“Ya sabía yo que no te morirías. Volverás a tu diócesis y trabajarás algunos años más para gloria de Dios y bien de las almas”. “Bueno”, contestó Monseñor Damiani, “me iré pero si usted me promete que irá a asistirme a la hora de mi muerte”. El Padre Pío dudó unos instantes y luego le dijo “Te lo prometo”.
Monseñor Damiani volvió al Uruguay y trabajó durante cuatro años en su diócesis.
En el año 1941 Monseñor Alfredo Viola festejó sus bodas de plata sacerdotales. Para tal acontecimiento se reunieron todos los obispos uruguayos y algunos argentinos en la ciudad de Salto, Uruguay. Entre ellos estaba Monseñor Damiani, enfermo de angina pectoris. Hacia la medianoche el Arzobispo de Montevideo, luego Cardenal Antonio María Barbieri, se despertó al oír golpear a su puerta. Apareció un fraile capuchino en su habitación que le dijo: “Vaya inmediatamente a ver a Monseñor Damiani. Se está muriendo”. Monseñor Barbieri fue corriendo a la alcoba de Monseñor Damiani, justo a tiempo para que éste recibiera la extremaunción y escribiera en un papel: “Padre Pío..” y no pudo terminar la frase. Fueron muchos los testigos que vieron un capuchino por los corredores. Quedó en el palacio espiscopal de Salto un medio guante del padre Pío que curó a varias personas.
En 1949 Monseñor Barbieri fue a San Giovanni Rotondo y reconoció en el padre al capuchino que había visto aquella noche, a más de diez mil kilómetros de distancia. El Padre no había salido en ningún momento de su convento.
Hoy día hay en Salto una gruta que recuerda esta bilocación y desde allí el padre ha hecho varios milagros.

Nos hemos salvado por los pelos aquella tarde ¿eh General?

El General Cardona, después de la derrota de Caporetto, cayó en un estado de profunda depresión y decidió acabar con su vida. Una tarde se retiró a su habitación exigiéndo a su ordenanza que no dejara pasar a nadie. Se dirigió a un cajón, extrajo una pistola y mientras se apuntaba la sien oyó una voz que le decía: “Vamos, General, ¿realmente quiere hacer esta tontería?”. Aquella voz y la presencia de un fraile lo disuadieron de su propósito, dejándolo petrificado. Pero ¿cómo había podido entrar ese personaje en su habitación? Pidió explicaciones a su ordenanza y este le contestó que no había visto pasar a nadie. Años más tarde, el General supo por la prensa que un fraile que vivía en el Gargano hacía milagros. Se dirigió a San Giovanni Rotondo de incógnito y ¡cuál no fue su sorpresa cuando reconoció en el fraile al capuchino que había visto en su habitación! “Nos hemos salvado por los pelos aquella tarde ¿eh General?”, le susurró el Padre Pío.

Amor del Padre Pío por San Pío X y Pío XII

El Padre Pío solía decir que San Pío X era el papa más simpático desde San Pedro hasta nuestros días. “Un verdadero santo”, decía siempre, “la auténtica figura de Nuestro Señor”. Cuando murió San Pío X Padre Pío lloraba como un niño diciendo: “Esta guerra se ha llevado a la víctima más inocente, más pura y más santa: el Papa”, pues corrían rumores que el Santo Padre había ofrecido su vida para salvar a sus hijos del flagelo de la guerra.
Una vez Padre Pío dijo a un sacerdote que iba para Roma: “Dile a su Santidad (Pío XII) que con gusto ofrezco mi vida por él”. Cuando murió Pío XII el Padre Pío también lloraba desconsoladamente. Al día siguiente de la muerte no lloraba más y entonces le preguntaron: “Padre, ¿ya no llora por el Papa?” “No”, contestó el padre, “pues Cristo ya me lo ha mostrado en Su gloria”.

Reacciones frente al “aggiornamento” de los franciscanos

El Padre Pío ya había expresado su descontento frente a los cambios introducidos por el Concilio Vaticano II cuando el cardenal Bacci fue a verlo a San Giovanni Rotondo. “¡Terminad con el concilio de una vez!¡Por piedad, terminádlo pronto!”, le había dicho al cardenal.
Cuando el encargado de la Orden franciscana fue a San Giovanni Rotondo para pedirle oraciones al Padre para los “Nuevos Capítulos”el padre se enojó mucho. Apenas oyó el padre la palabra “nuevos capítulos” se puso a gritar: “¿Qué están combinando en Roma? ¡Ustedes quieren cambiar la regla de San Francisco! En el juicio final San Francisco no nos reconocerá como hijos suyos.” Y frente a la explicación de que los jóvenes no querían saber de nada con la tonsura ni con el hábito, el padre gritó: “¡Echádlos fuera! ¡Ellos se creen que le hacen un favor a San Francisco entrando en su Orden cuando en realidad es San Francisco quien les hace un gran don!”.

Material extraído de: “La voce del Padre Pío”, “Padre Pío de Pietrelcina” de Yves Chiron

4 de junio de 2008

Giovanni Valentini - Sonata "pro tabula" in C Major



Giovanni Valentini (1582 - 1649).

Giovanni Valentini was an Italian Baroque composer, poet and keyboard virtuoso. Overshadowed by his contemporaries, Claudio Monteverdi and Heinrich Schütz, Valentini is practically forgotten today, although he occupied one of the most prestigious musical posts of his time. He is best remembered for his innovative usage of asymmetric meters and the fact that he was Johann Kaspar Kerll's first teacher.

Sonata "pro tabula" in C Major.

Musica Antiqua Köln.

Dir. Reinhard Goebel.

Kristina lloró en Roma

Y menudiando los tragos
aquel viejo como cerro,
"no olvidés, me decía, Fierro
que el hombre no debe creer,
en lágrimas de muger,
ni en la renguera del perro".

José Hernández. Martín Fierro.



Le habría pedido al Vaticano que hablaran con Dios para ver si puede
recuperar su imagen política. Monseñor Bertone le habría dicho que
es más fácil sacar a Racing de la promoción.

Tomado de Todos Gronchos

Perlitas Sarmientinas


Si hay algún personaje siniestro, anticatólico, antihispano, de un descarado,visceral y ostensible odio a la Iglesia Católica, que me produzca un rechazo descarado, visceral y ostensible, (y eso que en estas tierras hemos visto y padecido ¡muuuchos! sujetos de de esa laya), es este insigne Hijo de... San Juan (provincia), que ningún santo lo apañaría.
Lo detesto cordialmente desde los 8 años, cuando mi maestro de 3º, el entonces Hermano Marista Remigio Sachs, nos leía los escritos del ilustre sanjuanino.
Vaya desde aquí mi agradecimiento a aquel maestro que me abrió los ojos con sus lecturas y enseñanzas, con sus visitas guiadas al Museo Sarmiento, en las inmediaciones del Colegio, que a mi madre (santa mujer pero Maestra Normal) tantos disgustos y sobresaltos causó, a pesar que era bisnieta de uno de los lugartenientes del Chacho Peñaloza, lo que me hace mí tataranieto. (... y orgulloso).
Es mi intención, así como como intento armar una "galería de gobernantes ejemplares", con Reyes, Reinas y Pontífices Santos en el Costado derecho de este blog, (y aclaro que me encantaría incluir presidentes "democráticos", pero con la excepción de Don Gabriel García Moreno, no encuentro ninguno), armar también una "galería de gobernantes deleznables", con documentos que así lo prueben.
Si algo caracterizó al caballero cristiano fue el ser protector de los desamparados, de los huérfanos y viudas.
Oigamos la opinión de D.F. Sarmiento:

“Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de morir, que se mueran: porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma. El mendigo es un insecto, como la hormiga. Recoge los desperdicios. De manera que es útil sin necesidad de que se le dé dinero. ¿Qué importa que el Estado deje morir al que no puede vivir por sus defectos? Los huérfanos son los últimos seres de la sociedad, hijos de padres viciosos, no se les debe dar más que de comer”.
(Del discurso en el Senado de la Provincia de Buenos Aires, 13 de septiembre de 1859).

Primera de una larga serie de entregas sobre este ¿prócer?.

4 de Junio, Festividad de San Francisco Caracciolo






Fundador de los "Clérigos Regulares Menores".
+1608.

-Padre Jordi Rivero

En Villa Santa María, de la región italiana de los Abruzos, Italia, nace en 1563 Ascanio Caracciolo (después tomaría el nombre de "Francisco" como religioso). Su familia era rica y su madre era pariente de Sto. Tomás de Aquino. Lo prepararon para el comercio y la política. Por su parte le agradaban el deporte y las fiestas.

A los 22 años Francisco enfermó gravemente de la piel y a todos parecía que era incurable. Pero Francisco prometió a Dios: "Si me curas de esta enfermedad, dedicaré mi vida al sacerdocio y al apostolado". Súbitamente quedó curado y Francisco cumplió su promesa. Fue a Nápoles a estudiar para el sacerdocio y, apenas ordenado, se incorporó en la organización Bianchi della Giustizia, dedicada al apostolado de los presos.

En el año 1588 Juan Augustine Adorno, gran hombre de Dios, recibió la inspiración para fundar una comunidad religiosa que dedicara la mitad del tiempo a la oración y la otra mitad al apostolado. Con ese fin escribió a otro señor llamado Ascanio Caracciolo, pidiéndole consejos acerca de este proyecto y proponiéndole que le colaborara. Pero Dios tiene sus designios maravillosos. Sucedió que los portadores de la carta se equivocaron de destinatario, entregándola por error a Ascanio (nuestro santo). El reconoció que esta comunidad era lo que él deseaba, por lo que fue a donde Juan Adorno y entre los dos fundaron la nueva congregación.

Juan y Francisco hicieron un retiro espiritual de 40 días en un monasterio de camaldulenses, en perfecto silencio y dedicados totalmente a la oración y el ayuno, pidiendo la luz del Espíritu Santo. Así redactaron los reglamentos de la nueva congregación, llamada "Clérigos regulares"

De su reglamento:

  • Cada día alguno de los religiosos hará ayuno (por que Jesús dijo: "Ciertos espíritus malos no se alejan sino con la oración y el ayuno").

  • Todo lo religioso pasará cada día al menos una hora en el templo en oración ante el Santísimo Sacramento.

  • Los religiosos prometerán no aspirar a cargos importantes ni a altos puestos.

Cuando la comunidad tenía 12 miembros, los dos fundadores fueron al Papa Sixto V a pedir aprobación, la cual recibieron el 1ro de junio de 1588. Al hacer su profesión solemne el siguiente año, Ascanio cambió su nombre por el de Francisco, en honor a San Francisco de Asís. La comunidad se estableció en Nápoles, pero el Papa envió a los dos fundadores a España. Fueron hasta Madrid pero la corte no les permitió fundar allá, por lo que tuvieron que regresarse a Italia. En regreso el barco naufragó. Pero al llegar a Nápoles encontraron la grata noticia de que la comunidad había crecido tanto que no cabían en la casa.

Les dieron el convento de Santa Maria la Maggiore en Roma. Se dedicaban a ser misioneros pero también a servir en las cárceles y a los enfermos. Tenían también ermitas para ir a pasar tiempo de oración en soledad. La adoración al Santísimo es la principal actividad de la comunidad.

Al morir Adorno a la edad de 40 años, Francisco fue nombrado superior general de la congregación, aunque el se sentía y firmaba así sus cartas: "Franciscus peccator". Seguía barriendo las habitaciones, tendiendo las camas de los huéspedes y lavando los platos como todos los demás. Las pocas horas que concedía al sueño las pasaba sobre una mesa, o en las gradas del altar.

El Sumo Pontífice le ofreció varias veces nombrarlo obispo, pero el santo que había hecho juramento de no aspirar a altos puestos, no quiso aceptar. Se sentía indigno.

A pesar de la mala experiencia anterior, volvió a España en 1595 y 1598. Esta vez pudo fundar casas en Madrid, Valladolid y Alcalá.

Tenía un gran amor a los pobres y muchas veces salió a pedir limosnas para alimentarles. En pleno invierno se quitaba su propio abrigo y lo regalaba a los más pobres.

Los pecadores sabían que en el confesionario los estaba esperando todos los días con un corazón inmensamente comprensivo.

Los envidiosos le calumniaron terriblemente, pero él callaba humildemente, dejando a Dios que se encargara de su defensa. Muchos le demostraban desprecio y otros se oponían agriamente a sus labores apostólicas, pero el santo lo soportaba todo con gran mansedumbre y paciencia. Nadie le escuchaba jamás una queja contra los que lo hacían sufrir.

Predicaba mucho acerca de la gran misericordia que Dios tiene para con nosotros los pecadores. Tanto que la gente lo llamaba "El predicador del Amor de Dios". Otro tema constante suyo era la devoción a la Stma. Virgen.

Tenía el don de curación y en ocasiones, con la señal de la cruz, devolvía la salud a los enfermos. La gente se arrodillaba al verlo pasar por las calles.

Después de siete años como superior, obtuvo permiso del Papa para resignar, y fue entonces prior de Santa Maria Maggiore y maestro de novicios. En 1607, renunció a todos sus cargos para dedicarse a la contemplación y prepararse para la muerte. Vivía en un cuartucho bajo la escalera en la casa de Nápoles, donde a menudo lo encontraban en exstasis.

Corría el año 1608, San Felipe Neri le ofreció a la orden una casa en Agnone, Abruzzi, y a Francisco le pidió ayuda para la nueva casa. En el camino fue al santuario de la Stma. Virgen de Loreto donde le permitieron trasnochar orando en la capilla de la Santa Casa, ante la imagen de Nuestra Señora. Cuando invocaba la ayuda de Nra. Señora por su grey, se le apareció su amigo y cofundador Juan Adorno (en sueño o visión) quien le dijo: "Pronto nos encontraremos de nuevo en la eternidad".

Llegó a Agnone aparentemente sano. Pero el 1er día de junio cayó con fiebre. En ese estado escribió una carta a sus hermanos pidiéndoles que sean fieles a la regla. Recibió los últimos sacramentos y después de comulgar por viático aclamaba: "Vámonos, vámonos". Uno de los presente le preguntó: - ¿A donde quieres ir Padre Francisco?" y él respondió: "¡Al cielo, al cielo!. Tan pronto terminó estas palabras, El Señor se lo llevó. Era el 4 de junio del año 1608. Tenía 44 años.

Su cuerpo, después de muerte despedía suaves fragancias que por tres días llenaron aquel recinto..

Canonizado en 1807.