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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

13 de diciembre de 2008

Oración por nosotros los vencidos



Tomado del Blog del Padre Castellani




ios, que recibes hasta la derrota
cuando ha luchado tanto el derrotado
que de su sangre la postrera gota
quedó sobre su costado traspasado.

Dios, que no despreciaste ni el desastre
cuando ha luchado un poco el desastrado
pero la ola, el viento, el rumbo, el lastre
y los astros no estaban de su lado.

Dios, a quien no lo aterra ni el derrumbe
cuando el escombro de lo derrumbado
dejó un pabilo, un hálito, una lumbre
con que encender incendio iluminado.

Dios, que eres capaz de alzar la ruina
cuando no amó su ruina el arruinado
cuando gime sobre ella y adivina
la huella en ella del primer pecado.

Que con dejar caer lo caedizo
no quedarías bien acreditado
harías como todos, como hizo
el vulgo siempre desaconsejado.

Señor, que siempre amaste lo vencido
más que el triunfante desapoderado
porque incluso de lo ya fenecido
surge, si quieres, lo resucitado.

Rey cuyo corazón se va al herido
mas bien que al corazón acorazado
que más por el enfermo habrás venido
a nuestra tierra, que por el sanado.

Rey a quien no interesa la victoria
sino que sea el juego bien jugado
y más que los laureles de la historia
que salga alguno y sea buen soldado.

Que sobre la política contienda
no estás con uno ni con otro lado
y estás encima dando siempre rienda
al que se mata por un sueño honrado.

Mírame, oh Rey, mi vida dimediada
la flor de mi vivir ya dimediado
con este gran dolor en el costado
de no haber hecho nada, nada, nada.

De no haber hecho nada consecuente
a todo lo soñado y deseado
de no haber hecho nada equivalente
al gran honor del estandarte alzado.

Mírame, oh Rey, el hontanar vacío
el gran terreno yermo abandonado
y ven Tú mismo un día como un río
en mi vacío nunca resignado.

Ven Tú mismo, Señor, a mi hondo abismo
y no lo cures por apoderado
como creaste el mundo por Ti mismo
y portimismamente lo has salvado.

Porque si llego al ataúd sombrío
sin una flor en el peñon pelado
no eres injusto, porque nada es mío
pero no fueras tan santificado.

Pues fuera tanto desaprovechado
y un lance y un albur tan mal perdido
de hacer un gran milagro insospechado
diferente de todos los que han sido.

El más milagro y milagrez más pura
el más sencillo y simplemente dado
inmerecidamente regalado
a su creatura de la nuca dura.

Por el Creador de todo lo creado





R.P. Leonardo Castellani

La Sábana Santa, imagen de Cristo muerto (9)


por el R. P. Raimondo Sorgia, OP

9. Gracias, monsieur Delage


na copia de la primera foto misteriosa, revelada en 1898, llega casualmente a manos de un científico francés, Ives Delage. Era un científico en estado puro o, para entendernos, un hombre de ciencia, y, como él mismo precisaba, no de iglesia. Ciencia y fe pueden muy bien estar de acuerdo, y no son pocos los estudiosos de fama mundial que creen firmemente en Dios. Estos investigan desde su fe tanto el mundo extremadamente pequeño de las partículas subatómicas y de las células como el de la inmensidad del cosmos, que guarda los secretos de las estrellas gigantes, de los años-luz y de los espacios ilimitados.Delage en cambio es libre pensador, de hecho ateo, o al menos agnóstico. Del todo autónomo e independiente, siente una atracción irresistible por la ciencia, sin sospechar que a menudo Dios se esconde en cualquier esquina, esperando encontrar a quien tenga sed de la verdad. Es un personaje de relieve, bien preparado y digno de todo respeto en el campo de la biología general, de la zoología, de la biomecánica y de la fisiología experimental. Y tiene una mente lúcida, con la capacidad de llegar al fondo de las cuestiones y además el coraje de llamar al pan, pan y al vino, vino.
El día en que llega a sus manos la fotografía del hombre de Turín, del que tanto hablan todos, el doctor Delage la analiza con su mirada investigadora, con una curiosidad cada vez mayor. Primero observa la imagen de la Sábana Santa tal y como se presenta en realidad: fondo claro, impronta oscura. Después analiza el cuerpo humano que se destaca sobre el fondo de la fotografía de la Sábana. Vuelve varias veces a mirar aquel rostro majestuosamente sereno, y piensa para sí:«Me parece que esta fotografía es verdadera, sin el menor retoque…
La imagen que la Sábana Santa ofrece al visitante se diría que es un negativo. De hecho, las zonas en relieve, por ejemplo la nariz, los párpados cerrados, los pómulos, están obscuras, y en cambio las partes hundidas están claras… La fotografía, cambiando entre sí las luces y las sombras, me presenta una imagen humana increiblemente nítida, con una perfección anatómica y una belleza de formas que no me hubiera imaginado nunca antes de verla... El cuerpo de este hombre, que hasta hace un momento parecía misterioso e incomprensiblemente impreso al revés, tiene una figura perfectísima. Y este rostro, no puedo negarlo, es verdaderamente sorprendente» Y –continuando con su meditación de laico– «Dicen que éste es el rostro de Cristo. Yo no lo sé; pero no sé tampoco a qué otra persona puede pertenecer. Y si lo comparo con los retratos de Jesús que desde el Renacimiento han realizado los mejores pintores... éste los supera a todos… Es por todo esto por lo que quiero saber cómo ha podido formarse esta imagen».
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Para leer el artículo completo haga click sobre la imagen del Divino Rostro.

Más temprano que tarde



Por el Dr Max Silva Abbott
Director del Instituto Superior de Ciencias de la Familia Universidad Católica de la Santísima Concepción. Chile.


Tomado de Arbil



na de las consecuencias lógicas de la “cosificación” del hombre es que convierte arbitraria e inevitablemente a unos en dueños de los otros. A fin de cuentas, si la persona se trata a sí misma como un objeto y no como un sujeto (un ser tan digno, que no puede bajo ninguna circunstancia ser tratado como cosa), resulta inevitable que otros también lo hagan; si el mismo individuo ha renunciado a su propia dignidad, parece imposible que pueda exigir a otros que se la respeten
Nuestro proceso de deshumanización parece estar avanzando más rápido de lo previsto, y eventualmente, más temprano que tarde seremos testigos de profundos cambios en el mundo en que vivimos. Un ejemplo es la aprobación en Holanda de la eutanasia para niños a requerimiento de los padres, lo que nos hace llegar a esta conclusión.
Al margen de otras implicancias éticas, se supone que para sus defensores, la eutanasia se fundamenta en la más absoluta libertad del sujeto, quien puede decidir si vive o no, en atención a que se considera propietario de su propio cuerpo, pudiendo disponer de él a su antojo. Aunque a decir verdad, esta “propiedad” parece difícilmente defendible, puesto que en el fondo, el “es” su propio cuerpo también, y sabido es que la propiedad sólo puede tenerse sobre cosas, no sobre personas, no importa si son terceros o uno mismo.
Esta es la razón por la cual las consecuencias de dicho modo de pensar parecen inevitables: si el cuerpo es concebido como “propiedad”, por lógica resulta imposible no aplicarle el mismo estatuto de cualquier otra clase de propiedad; si nos tratamos como una cosa, terminaremos siendo asimilados a ellas.
En efecto, en casi todos los países se consagra la propiedad o dominio, que da a su titular más facultades sobre las cosas que ningún otro derecho. Mas, pese a estas enormes prerrogativas, que le permiten usar y abusar de la cosa mientras no vaya contra la ley o derechos ajenos, este poder es expropiable, esto es, el Estado puede hacerse del mismo por motivos de “utilidad pública”. De ahí que no haya que ser muy suspicaz para darse cuenta que si la vida en cuestión es vista como una mera “propiedad” de la persona, como algo que “tiene” el sujeto (y no como algo que “es” o “constituye” al sujeto mismo), se siga idéntico modo de proceder. Es decir, en un futuro próximo (la eutanasia de niños es un inquietante paso en tal sentido), esta decisión estatal podrá imponerse aún contra la voluntad del propio afectado, incluso si se trata de un adulto que no la desa, igual como ocurre con una expropiación ordinaria.
Esta es una de las consecuencias lógicas de la “cosificación” del hombre: que convierte arbitraria e inevitablemente a unos en dueños de los otros. A fin de cuentas, si la persona se trata a sí misma como un objeto y no como un sujeto (un ser tan digno, que no puede bajo ninguna circunstancia ser tratado como cosa), resulta inevitable que otros también lo hagan; si el mismo individuo ha renunciado a su propia dignidad, parece imposible que pueda exigir a otros que se la respeten.
En realidad, la eutanasia no deja de ser una práctica curiosa, pese a sus justificaciones, si se piensa que cada vez es más común el rechazo a la pena de muerte, precisamente porque se considera que el Estado no tiene la facultad de quitar la vida a nadie; sin embargo, no parece existir el mismo razonamiento de fondo aquí y por supuesto, en relación al aborto o la experimentación con embriones. Por igual motivo, también resulta paradójica la eutanasia, si se considera que hace ya casi dos siglos se abolió la esclavitud, precisamente porque trataba a los hombres como cosas.
Contradicciones de nuestra época, que parecen estar borrando con el codo lo que escribimos con la mano y echando al trasto esa dignidad humana que decimos defender por sobre todas las cosas.

13 de Diciembre, Festividad de Santa Lucía, Vírgen y Mártir









esta santa la pintan con una bandeja con dos ojos, porque antiguas tradiciones narraban que a ella le habían sacado los ojos por proclamar su fe en Jesucristo.
Nació y murió en Siracusa (ciudad de Italia), en la cual se ha encontrado una lápida del año 380 que dice: "N. N. Murió el día de la fiesta de Santa Lucía, para la cual no hay elogios que sean suficientes". En Roma ya en el siglo VI era muy honrada y el Papa San Gregorio le puso el nombre de esta santa a dos conventos femeninos que él fundó (en el año 590).
Dicen que cuando era muy niña hizo a Dios el voto o juramento de permanecer siempre pura y virgen, pero cuando llegó a la juventud quiso su madre (que era viuda), casarla con un joven pagano. Por aquellos días la mamá enfermó gravemente y Lucía le dijo: "Vamos en peregrinación a la tumba de Santa Águeda. Y si la santa le obtiene la curación, me concederá el permiso para no casarme". La madre aceptó la propuesta. Fueron a la tumba de la santa y la curación se produjo instantáneamente. Desde ese día Lucía obtuvo el permiso de no casarse, y el dinero que tenía ahorrado para el matrimonio lo gastó en ayudar a los pobres.
Pero el joven que se iba a casar con ella, dispuso como venganza acusarla ante el gobernador de que ella era cristiana, lo cual estaba totalmente prohibido en esos tiempos de persecución. Y Lucía fue llamada a juicio.
El juez se dedicó a hacerle indagatorias y trataba de convencerla para que dejara de ser cristiana. Ella le respondió: "Es inútil que insista. Jamás podrá apartarme del amor de mi Señor Jesucristo".
El juez le preguntó: "Y si la sometemos a torturas, será capaz de resistir?".
La jovencita respondió:
"Si, porque los que creemos en Cristo y tratamos de llevar una vida pura tenemos al Espíritu Santo que vive en nosotros y nos da fuerza, inteligencia y valor".
El juez la amenazó con hacerla llevar a una casa de prostitución para ser irrespetada. Ella le respondió: "Aunque el cuerpo sea irrespetado, el alma no se mancha si no acepta ni consiente el mal" (Santo Tomás de Aquino, el gran sabio, admiraba mucho esta respuesta de Santa Lucía)
Trataron de llevarla a una casa de maldad, pero ella se quedó inmóvil en el sitio donde estaba y entre varios hombres no fueron capaces de moverla de allí, la atormentaron, y de un golpe de espalda le cortaron la cabeza.
Mientras la atormentaban, animaba a los presentes a permanecer fieles a la religión de Jesucristo hasta la muerte.
Por siglos ha sido muy invocada para curarse de enfermedades en los ojos.

12 de diciembre de 2008

Que nuestros deseos se hagan realidad!!!




Enviada por Ana Bauer

Catecismo para adultos (6)


por el R.P. Leonardo Castellani




CRISTO ES UNA PERSONA




a tesis de hoy es difícil porque dice: Cristo es una persona. Trataré de hacerlo lo más fácil posible, pero insisto en que es una cuestión dificilísima de enseñar y de aprender. Mi profesor de Teología no me la enseñó; dijo que era una tesis difícil y que no era práctica. En realidad es una tesis sutil y más filosófica que teológica. Toda la teología es especulativa, no es práctica. No da nada, ni siquiera la fe. Hay que tener ya fe. Da una razón filosófica o una razón científica que se aplican a los dogmas de la fe en que ya se cree. ¿Para qué se hace teología? En primer lugar para defender la fe propia de los herejes y eso ha pasado en toda la historia de la teología, en que se ha discutido con herejes. Otra puede ser para robustecer e ilustrar la fe que se tiene y encaminar al hombre a la contemplación de Dios. Porque por el entendimiento el hombre puede llegar a la contemplación divina.
Establecimos que Cristo era Dios. Es contra los que lo negaban casi desde el principio, por ejemplo Arrio y Nestorio.
Arrio afirmó descaradamente, por así decir, aceptando que era una criatura excelente, la primera y mejor criatura de Dios. El segundo dijo que en Jesús había dos personas; más cautelosamente dijo que la Virgen María no era Madre de Dios sino de Jesús, lo cual era separar dos naturalezas: la de Dios y la de Jesús. El Concilio de Efeso que condenó a Nestorio, declaró que la Sma. Virgen era "Teótokos", que significa Madre de Dios, como en el latín "Deípara". Por otro lado vinieron los que negaron la naturaleza humana de Cristo que, como dijimos, son los "doquetas", que son muchísimas variedades de herejías que coinciden en que el Cuerpo de Cristo era ficticio, solamente una apariencia, no era un cuerpo real.
Esta tesis también fue condenada en muchísimos concilios y por fin no hubo ningún escritor eclesiástico que negara que Cristo fuera Dios y también era hombre. La discusión terrible que se armó entonces y dura aún ahora, era de cómo dos naturalezas completas hayan formado una sola sustancia, una sola persona: tendrían que ser dos personas.

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Para leer el capítulo completo haga click sobre la imagen del autor, ignorada gloria de la Teología, Filosofía y Literatura argentinas.

Una gran lección



por Juan Manuel de Prada


na nota característica de las sociedades idolátricas es su incapacidad para afrontar la muerte con naturalidad. Mientras el hombre está sano, la idolatría de la ciencia y el progreso le inspira ideas fatuas, haciéndole creer que es un semidiós; en cambio, cuando está enfermo y no tiene cura (es decir, cuando la ciencia y el progreso se revelan insuficientes o inútiles), al hombre se le dice que vale menos que una piltrafa. Exactamente lo contrario sucede en las sociedades religiosas, donde al hombre sano se le repite que está hecho de barro y al hombre enfermo se le recuerda que su cuerpo maltrecho será semilla de resurrección. Pero las grandes mentiras de las sociedades idolátricas se muestran todavía más desnudas cuando la muerte acude sin avisar para segar vidas en flor. ¿Qué hace entonces la idolatría de nuestro tiempo? ¿Enmudecer, acaso? Sería la solución más honorable; pero el mentiroso, cuando su mentira se derrumba como un suflé, en lugar de reconocer su error, nos aturde con una logorrea aspaventera, para que distraigamos la atención de su mentira, para que su cháchara aturdidora nos mantenga ciegos ante la verdadera realidad de las cosas.
Lo comprobamos hace poco, con ocasión del accidente aéreo que segó decenas de vidas en Barajas. Los medios de comunicación se devanaban en el loco empeño de explicar cuál había sido la causa del accidente: que si una avería en el motor, que si un fallo humano, que si patatín, que si patatán; como si determinar esa causa, o determinar de quién era la responsabilidad del accidente, fuese a traer consuelo a quienes habían perdido entre el amasijo de hierros calcinados a un familiar o allegado. Y lo hemos vuelto a comprobar en las últimas semanas, tras el homicidio o asesinato (los jueces habrán de determinar la calificación jurídica del crimen) de Álvaro Ussía, el joven salvajemente apalizado en una discoteca madrileña. De inmediato, hemos visto a los politiquillos afanados en cerrar discotecas; y a los medios de comunicación empeñados en encontrar ‘responsabilidades’, estableciendo repugnantes conexiones causales entre la desidia administrativa que mantiene abiertos locales que vulneran las ordenanzas municipales y la muerte del joven Ussía. Ni las acciones tardías de los politiquillos ni las carroñerías de medios de comunicación sirven para remediar el dolor que la muerte del joven ha causado a quienes lo amaban (sino, por el contrario, para exacerbarlo); pero unas y otras, repetidas machaconamente y con un énfasis jeremiaco, envuelven la tragedia con una cháchara aturdidora que logra espantar del alma las grandes preguntas.
Y, en medio de esta cochambre, que no son sino pataletas de idólatras a quienes no importa tanto la muerte del joven como pescar en río revuelto, aparecen los compañeros de Ussía, alumnos de su mismo colegio. Y lo que dicen son las verdades hondas que nuestra sociedad idolátrica parece haber olvidado: tan hondas que casi resultan escandalosas, comparadas con la cháchara aturdidora con la que hasta ese momento nos han apedreado quienes más motivos tendrían para callar. Estos compañeros de Ussía no hablan de venganza (pese a que la proximidad de la tragedia haría comprensible que estuviesen ofuscados), no hablan de las carroñerías que los medios de comunicación han estado picoteando en su afán por defenestrar a los politiquillos, no hablan siquiera de justicia humana. Hablan, con un aplomo y un fervor admirables, de perdón; hablan de vida eterna; hablan de las bondades del compañero que han perdido; y elevan al cielo una oración, rogando por su alma inmortal, seguros de que Ussía está disfrutando a estas horas de un Paraíso muy superior a los paraísos terrenales de pacotilla que pretenden vendernos los idólatras. Y, mientras hablan, cesa por un momento el ruido: porque las verdades esenciales tienen la propiedad de acallar la cháchara de los idólatras.
Estos compañeros de Ussía, alumnos de su mismo colegio, nos han dado una hermosa lección. Nos han dicho, sin decirlo, que el odio engendra más odio; que los lamentos jeremiacos de los idólatras no son sino maniobras de despiste que apartan nuestra atención de lo que verdaderamente importa; nos han dicho, en fin, que ante la muerte no hay que enfangarse en el barrizal de las acusaciones cruzadas, sino elevar la mirada al cielo, porque sólo allí reside la esperanza que alivia el dolor. Sus palabras, de tan verdaderas, resultan escandalosas; porque nada escandaliza tanto a las sociedades idolátricas como afrontar la muerte con naturalidad.

12 de Diciembre, Festividad de Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de México y Emperatriz de América




n orden y concierto se cuenta aquí cómo hace poco se apareció milagrosamente la perfecta Virgen Santa María Madre de Dios, nuestra Reina, en el Tepeyacac, que se nombra Guadalupe.
Primero se dejó ver de un pobre indio llamado Juan Diego; y después se apareció su preciosa imagen delante del nuevo Obispo Don fray Juan de Zumárraga.
Diez años después de tomada la ciudad de México, se suspendió la guerra y hubo paz en los pueblos, así como empezó a brotar la fe, el conocimiento del verdadero Dios, por quien se vive.
A la sazón, en el año de mil quinientos treinta y uno, a pocos días del mes de diciembre, sucedió que había un pobre indio, de nombre Juan Diego, según se dice, natural de Cuautitlán. Tocante a las cosas espirituales en un todo pertenecía a Tlatilolco.

Primera aparición

“Era sábado muy de madrugada cuando Juan Diego venía en pos del culto divino y de sus mandatos a Tlatilolco.
Al llegar junto al cerrito llamado Tepeyacac, amanecía; y oyó cantar arriba del cerro; semejaba canto de varios pájaros; callaban a ratos las voces de los cantores; y parecía que el monte les respondía. Su canto, muy suave y deleitoso, sobrepasaba al del coyoltótotl y del tzinizcan y de otros pájaros lindos que cantan.
Se paró Juan Diego para ver y dijo para sí: “Por ventura soy digno de lo que oigo?, Quizás sueño?, Me levanto de dormir?, Dónde estoy?, Acaso en el paraíso terrenal, que dejaron dicho los viejos, nuestros mayores?, Acaso ya en el cielo?” Estaba viendo hacia el oriente, arriba del cerrillo, de donde procedía el precioso canto celestial.
Y así que cesó repentinamente y se hizo el silencio, oyó que le llamaban de arriba del cerrito y le decían: “Juanito, Juan Dieguito.”
Luego se atrevió a ir a donde le llamaban. No se sobresaltó un punto, al contrario, muy contento, fue subiendo el cerrillo, a ver de dónde le llamaban.
Cuando llegó a la cumbre vió a una señora, que estaba allí de pie y que le dijo que se acercara.
Llegado a su presencia , se maravilló mucho de su sobrehumana grandeza: su vestidura era radiante como el sol; el risco en que posaba su planta, flechado por los resplandores, semejaba una ajorca de piedras preciosas; y relumbraba la tierra como el arco iris. Los mezquites, nopales y otras diferentes hierbecillas que allí se suelen dar parecían de esmeralda; su follaje, finas turquesas; y sus ramas y espinas brillaban como el oro.
Se inclinó delante de ella y oyó su palabra, muy suave y cortés, cual de quien atrae y estima mucho.
Ella le dijo: “Juanito, el mas pequeño de mis hijos, dónde vas?”

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El Papa San Pío X: Memorias (15)



por S.E.R. Cardenal Rafael Merry del Val



XIV

ULTIMA ENFERMEDAD Y MUERTE





"¡Muy bien, siervo bueno y fiel!" S. Mat. XXV, 21


uán repentinamente llegó el fin! Después del ataque de influenza que sufrió el Santo Padre en 1913, debido, sin duda, a lo menos en parte, al exceso de trabajo realizado, Pío X recobró notablemente sus fuerzas. A decir verdad, nunca estuvo tan enfermo como la gente creía, a juzgar por los informes exagerados de la Prensa, y durante toda su enfermedad y convalecencia se mantuvo tan jovial y lleno de vida, que era difícil conseguir que permaneciera ocioso.
"Si no fuera por estos dignos doctores y me guiara exclusivamente de mi propio criterio, hace ya tiempo que me habría levantado", repetía constantemente durante los días que permaneció en cama. Algunas veces le vi incorporarse bruscamente de la almohada para firmar un documento que yo le presentaba, y me decía sonriendo, mientras su mano escribía firme: "Eminencia, ya veis cómo mis manos obedecen todavía", y rubricaba la firma con su habitual energía.
Al reanudar su vida normal parecía encontrarse mejor de lo que le había visto en muchos años. Aumentó su actividad. Parecía haber adquirido nuevas fuerzas y haberse desprendido, en cierto modo, de la pesada carga de los años. El obligado reposo a que se había sometido, había sido evidentemente una verdadera bendición para su salud, y todos teníamos motivos suficientes para esperar que así podría continuar varios años.
Y, efectivamente, así continuó, pero solamente hasta agosto de 1914, o sea, hasta el comienzo de la Gran Guerra. Es difícil explicar lo hondamente que le afectó la temible tragedia. Como ya he indicado, había previsto y predicho explícitamente el conflicto europeo desde hacía mucho tiempo. La pena y el dolor que le invadieron al estallar la conflagración fueron muy intensos. Día y noche el horrible espectáculo de la cruenta lucha atormentaba su imaginación, a lo que se unía una visión clarísima de los sufrimientos y angustias que se derivarían inevitablemente de la catástrofe.
La invasión de Bélgica y las noticias de las primeras batallas le llenaron de amarga pena. Esperaba febrilmente la comprobación documental de los hechos para trazar su línea de conducta definitiva y elevar sin miedo su voz en defensa de los sagrados principios de la justicia y de la paz. Pero la voz del Maestro se hizo oír antes que tuviera tiempo más que para dictar una exhortación preliminar que lleva fecha del 2 de agosto.

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11 de diciembre de 2008

Educación y Contemplación: Breve Antología apenas anotada




por el Dr. Jorge Norberto Ferro

Tomado de Tercio San Carlos





oda la tradición nos dice que sin contemplación no hay educación. La segunda es una comunicación de la primera. Pero contra esto hoy se nos propone otra cosa: el saber desinteresado no tiene sentido, porque no hay nada que contemplar, puesto que lo único que tenemos son cosas sin sentido en sí o bien "constructos" -fea palabra- socioculturales, erigidos a partir del hombre mismo, que de esa manera se constituye en Dios. Esto es lo que está en la raíz de la recurrente e interminable crisis en que se debate la educación en nuestro tiempo, y lo que provoca como subproducto la rebelión del "cómo" frente al "qué", conformando una maraña cada vez más enredada. Siempre se pensó más bien que el orden en la educación era: primero la cosa contemplada por el maestro (I), lo que provoca un gozo que desborda (II) y entonces se comunica (III). Todo lo demás está en función de esto. Por ejemplo, la tan socorrida "evaluación" es algo necesario de hecho, pero no ocupa el centro de la escena. Aquel que se deleita tomando examen muchas veces despierta la sospecha de que está canalizando su voluntad de poder: una patología no poco frecuente en la docencia -y en actividades asistenciales- consiste en cierto gusto por ejercer poder frente a uno más débil. Esto no niega la necesidad de la exigencia académica ni significa aceptar el "facilismo" -otra palabreja fácil, valga la paradoja. Pero ninguna severidad a la hora de evaluar sustituye la previa contemplación gozosa de lo que se intente enseñar.

En nuestro tiempo se han alzado voces claras que han reiterado de muchos modos estas verdades de siempre. Queremos simplemente proponer algunos textos que se vinculan a este tema, de modo más o menos directo. Y nos gustaría comenzar con alguien que no se ubica precisamente entre los pensadores o autores cristianos, pero que describe con lucidez los males que nos afligen. Oigamos a Mario Bunge:

"De todos los enemigos de la educación, uno de los peores es el pedagogo que asegura que el modo de enseñar es más importante que lo que se enseña. Este personaje no es invento mío. Es común en los Estados Unidos y en los países donde se cree que todo lo importado de ese país es de alta calidad.

En estos sitios, la preparación de un futuro profesor de matemática, o alguna otra disciplina, dura cuatro años. Pero sólo uno de éstos se dedica al aprendizaje de la materia. Las tres cuartas partes del tiempo se invierten en pedagogía y didáctica.

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De filósofos y filosofías.



por D. Rubén Calderón Bouchet

Tomado de Argentinidad




e ha puesto de moda entre nosotros dar el título de filósofo a cualquier profesor de filosofía y muchas veces a uno, que sin serlo, sale al encuentro del público con algunas reflexiones mas o menos atinadas con respecto a cualquier problema de esos que afectan la convivencia hodierna. Como se trata de un término griego y que, en su oportunidad tuvo un sentido muy preciso en el proceso de esa cultura, no conviene usarla a troche y moche sin tomar todos los recaudos posibles para que la designación sea denotativa de una actitud ante la vida semejante a la que inspiró el término en la apreciación de los primeros pensadores griegos.

A mi criterio la filosofía comienza y termina en Grecia en los sistemas de Platón y Aristóteles y se prolonga, un tanto agonizante, en las escuelas de inspiración socrática que culminan en su eclosión en ese atardecer de la civilización griega que se llamo helenismo. Como este proceso intelectual tuvo en sus comienzos una clara intención teológica, el cristianismo proyectó, sobre su movimiento ascensional, las verdades que habían sido reveladas por Dios y creó así el cuerpo de la sabiduría teológica que tuvo sus representaciones más egregias en las figuras de San Agustín, San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino, sin descuidar otras de menor relieve pero de ningún modo insignificantes que ayudaron a poner la teología en el punto culminante de nuestra propia cultura.

Lo que llamamos el mundo moderno nace de la ruptura del sistema religioso católico en el siglo XVI y comienza la aventura de una reducción de la fe al plano de la vida doméstica. Es el padre de familia, frente a su progenie, el que se erige en intérprete de la Palabra Divina y mantiene la atención de los suyos frente a la sacralidad del libro santo. Las otras actividades del espíritu: ciencia, arte, economía y política en la medida en que rompen el cerco disciplinante de la sabiduría teológica se proponen encontrar el absoluto en su propia esfera y campan por los fueros de una autonomía espiritual que las va llevando, poco a poco, a caer en el circuito clauso de la actividad económica, a convertirse en sendas operaciones dirigidas al acrecentamiento de las riquezas o por lo menos a entrar en la economía del mercado guiadas por criterios impuestos por el trabajo sobre la realidad circundante.


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Juan Donoso Cortés: Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo (20)


Capítulo III

Dogma de la solidaridad. Contradicciones de la Escuela Liberal





ada uno de los dogmas católicos es una maravilla fecunda en maravillas. El entendimiento humano pasa de unos a otros como de una proposición evidente a otra proposición evidente, como de un principio a su legítima consecuencia, unidos entre sí por la lazada de una ilación rigurosa. Y cada nuevo dogma nos descubre un nuevo mundo, y en cada nuevo mundo se tiende la vista por nuevos y más anchos horizontes, y a la vista de esos anchísimos horizontes el espíritu queda absorto con el resplandor de tantas y tan grandes magnificencias.

Los dogmas católicos explican por su universalidad todos los hechos universales, y estos mismos hechos, a su vez, explican los dogmas católicos; de esta manera, lo que es vario se explica por lo que es uno, y lo que es uno por lo que es vario; el contenido por el continente, y el continente por el contenido. El dogma de la sabiduría y de la providencia de Dios explica el orden y el maravilloso concierto de las cosas creadas, y por ese mismo orden y concierto vamos a parar a la explicación del dogma católico. El dogma de la libertad humana sirve para explicar la prevaricación primitiva, y esa misma prevaricación, atestiguada por todas tradiciones, sirve de demostración de aquel dogma. La prevaricación adámica, a un mismo tiempo dogma divino y hecho tradicional, explica cumplidamente los grandes desórdenes que alteran la belleza y la armonía de las cosas, y esos mismos desórdenes, en sus manifestaciones evidentes, son una demostración perpetua de la prevaricación adámica. El dogma enseña que el mal es una negación y el bien una afirmación, y la razón nos dice que no hay mal que no se resuelva en la negación de una afirmación divina. El dogma proclama que el mal es modal y el bien sustancial, y los hechos demuestran que no hay mal que no se resuelva en cierta manera viciosa y desordenada de ser y que no hay sustancia que no sea relativamente perfecta. El dogma afirma que Dios saca el bien universal del mal universal y un orden perfectísimo del desorden absoluto, y ya hemos visto de qué manera todas las cosas van a Dios, aunque vayan a Él por caminos diferentes, viniendo a constituir por su unión con Dios el orden universal y supremo.

Pasando del orden universal al orden humano, la conexión y armonía, por una parte, de los dogmas entre sí, y por otra de los dogmas con los hechos, no es menos evidente. El dogma que enseña la corrupción simultánea en Adán del individuo y de la especie, nos explica la transmisión, por vía de generación, de la culpa y de los efectos del pecado; y la naturaleza antitética, contradictoria y desordenada del hombre, que todos vemos, nos lleva, como por la mano, de inducción en inducción, primero al dogma de una corrupción general de toda la especie humana, después al dogma de una corrupción transmitida por la sangre, y por último, al dogma de la prevaricación primitiva, el cual, enlazándose con el de la libertad dada al hombre y con el de la Providencia, que le dio aquella libertad, viene a ser como el punto de conjunción de los dogmas que sirven para explicar el orden y el concierto especial en que fueron puestas las cosas humanas, con aquellos otros, más universales y más altos, que sirven para explicar el peso, número y medida en que fueron criadas por el Criador todas las criaturas.

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Herejes (19)



por Gilbert K. Chesterton


XIX.


De los novelistas de los pobres y de los pobres

n nuestra época se plantean ideas muy curiosas en relación con la doctrina de la fraternidad humana. La verdadera doctrina es algo que nosotros, a pesar de todo nuestro humanitarismo moderno, no comprendemos del todo, y mucho menos practicamos. Por ejemplo, darle una patada a nuestro mayordomo y tirarlo escaleras abajo no tiene nada de antidemocrático. Tal vez esté mal, pero no es antifraternal. En cierto sentido, el golpe, o la patada, puede considerarse una confesión de igualdad: nos encontramos con nuestro mayordomo cuerpo a cuerpo, y casi le concedemos el privilegio de participar en un duelo. No tiene nada de antidemocrático, aunque pueda resultar poco razonable, esperar mucho del mayordomo, y sucumbir a una sorpresa extrema cuando no se muestra a la altura de su divina estatura. Lo que es en verdad antidemocrático y antifraternal no es esperar que el mayordomo sea más o menos divino. Lo que es verdaderamente antidemocrático y antifraternal es afirmar, como afirman muchos humanitaristas modernos: «Por supuesto que hay que hacer concesiones a aquellos que se encuentran en un plano más bajo». Sin duda, considerando todas las cosas, podría decirse sin exageración, que lo verdaderamente antidemocrático y antifraternal es la práctica habitual de no dar una patada al mayordomo y hacerle caer escaleras abajo.

Como una inmensa parte del mundo moderno no comparte el sentimiento democrático serio, la afirmación que acabo de formular parecerá a muchos carente de seriedad. La democracia no es filantropía. No es siquiera altruismo, ni reforma social. La democracia no se basa en la compasión hacia el hombre corriente. La democracia se basa en la reverencia al hombre corriente o, si se prefiere, incluso en el temor al hombre corriente.

No protege al hombre porque éste sea miserable, sino porque es sublime. No objeta tanto el hecho de que el hombre corriente sea esclavo como el hecho de que no sea rey, pues su sueño es siempre el sueño de la primera república romana, el de una nación de reyes.

Descontando una república genuina, lo más democrático del mundo es un despotismo hereditario. Me refiero a un despotismo en el que no haya traza alguna de estupideces sobre la inteligencia o las aptitudes especiales para ocupar los cargos. El despotismo racional – o lo que es lo mismo, el despotismo selectivo – siempre supone una maldición para la humanidad, porque, con él, al hombre corriente lo malinterpreta y lo gobierna mal algún necio que no siente el menor respeto fraternal por él. Pero el despotismo irracional siempre es democrático, porque con él se entroniza al hombre corriente. La peor forma de esclavitud es la que se conoce como cesarismo, o la elección de algún hombre decidido o brillante como déspota porque resulta adecuado. Pues ello implica que los hombres escogen a un representante no porque él los representa, sino porque no los representa.

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11 de Diciembre, Festividad de San DámasoI, Papa y Confesor



allámonos de nuevo en aquella Roma de los últimos tiempos del Imperio. No lejos del palacio donde crece Ambrosio, el futuro doctor de la Iglesia, a unos pasos del Tíber y pegando con el teatro Pompeyo, hay otra casa más modesta, donde se ha hospedado una familia española, cuyos miembros se distinguen todos por su entusiasmo religioso. Son cuatro: el padre, llamado Antonio, que vive como un hermano con su mujer Lorenza; una hija, Irene, que lleva el velo de las imágenes, y un joven, Dámaso, a quien su padre, lector, escritor, notario y sacerdote de la Iglesia romana, educa solícito en un ambiente de ciencia y de piedad. Admitido desde su juventud en el orden clerical, no tarda en distinguirse por la austeridad de su vida, por su espíritu despierto, por la energía de su carácter y por su amor a los antiguos recuerdos cristianos. Cuando San Atanasio llega a Roma en 341, Dámaso se hace desde el primer momento su amigo y admirador; escucha con avidez las maravillas que los compañeros del patriarca cuentan sobre los monjes de los desiertos egipcios, y en medio de los bandos que desgarran el cristianismo, su fe se hace más clara y firme. Al mismo tiempo, su prestigio va creciendo en la sociedad romana: el pontífice Liberio le honra con su confianza, los senadores buscan su amistad, las grandes damas llegan a él pidiendo dirección y consejo. Es el alma de aquella reunión de piadosas mujeres que tiene su asiento en el Aventino, alrededor de Paula, Marcela y Fabiola. Naturalmente, empieza a tener enemigos que, envidiosos de su ascendiente entre la aristocracia cristiana, le motejan de halagador de orejas femeninas, auriscalpius feminarum.

Era aquél un tiempo de indecisiones religiosas y de enconadas luchas dogmáticas. El emperador Constantino turbaba las Iglesias con un despotismo teocrático; con su favor, Arrio triunfaba por todas partes; los obispos ortodoxos caminaban al destierro, y la fe de Nicea parecía olvidada para siempre.

En este momento (366) es cuando el español Dámaso es llamado a ocupar la cátedra de San Pedro. El espectáculo que se ofrecía a sus ojos era para encoger el corazón más animoso: cismas, discusiones heréticas, rebeldías, apasionamientos teológicos, arbitrariedades imperiales. Cada día aparecía un nuevo dogmatizador que, a fuerza de cavilar sobre la naturaleza, o la persona o la voluntad de Cristo, había llegado a descubrir errores nuevos. En la misma Roma las sectas se combatían con encarnizamiento. Dámaso se encontró con una Iglesia de donatistas africanos, otra de luciferinos, que eran los jansenistas de aquellos días y otra independiente, que dirigía un asceta prestigioso. Poco a poco, todos estos grupos fueron deshaciéndose gracias a la política del nuevo Papa, a quien ayudaban los magistrados de la ciudad.

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10 de diciembre de 2008

Dos Bebés en el Pesebre


Enviado por Ana Bauer


n 1994 dos americanos respondieron una invitación que les hiciera llegar el Departamento de Educación de Rusia, para enseñar moral y ética en las escuelas públicas, basada en principios bíblicos., Debían enseñar en prisiones, negocios, el departamento de bomberos, de la policía y en un gran orfanato.

En el orfanato había casi 100 niños y niñas que habían sido abandonados, y dejados en manos del Estado. De allí surgió esta historia relatada por los mismos visitantes:


Se acercaba la época de las fiestas de 1994, los niños del orfanato iban a escuchar por primera vez la historia tradicional de la Navidad. Les contamos acerca de María y José llegando a Belén, de cómo no encontraron lugar en las posadas, por lo que debieron ir a un establo, donde finalmente el niño Jesús nació y fue puesto en un pesebre.


A lo largo de la historia, los chicos y los empleados del orfanato no podían contener su asombro. Algunos estaban sentados al borde de la silla tratando de captar cada palabra. Una vez terminada la historia, les dimos a los chicos tres pequeños trozos de cartón para que hicieran un tosco pesebre. A cada chico se le dic un cuadradito de papel cortado de unas servilletas amarillas que yo había llevado conmigo. En la ciudad no se podía encontrar un solo pedazo de papel de colores.


Siguiendo las instrucciones, los chicos cortaron y doblaron el papel cuidadosamente colocando las tiras como paja.


Unos pequeños cuadraditos de franela, cortados de un viejo camisón que una señora americana se olvidó al partir de Rusia, fueron usados para hacerle la manta al bebé. De un fieltro marrón que trajimos de los Estados Unidos, cortaron la figura de un bebé.


Mientras los huérfanos estaban atareados armando sus pesebres, yo caminaba entre ellos para ver si necesitaban alguna ayuda. Todo fue bien hasta que llegué donde el pequeño Misha estaba sentado. Parecía tener unos seis años y había terminado su trabajo. Cuando miré el pesebre quedé sorprendido al no ver un solo niño dentro de él, sino dos. Llamé rápidamente al traductor para que le preguntara por qué había dos bebes en el pesebre. Misha cruzó sus brazos y observando la escena del pesebre comenzó a repetir la historia muy seriamente.


Por ser el relato de un niño que había la historia de Navidad una sola vez estaba muy bien, hasta que llegó la parte donde María pone al bebé en el pesebre. Allí Misha empezó a inventar su propio final para la historia, dijo: "Y cuando María dejó al bebé en el pesebre, Jesús me miró y me preguntó si yo tenía un lugar para estar. Yo le dije que no tenía mamá ni papá y que no tenía un lugar para estar. Entonces Jesús me dijo que yo podía estar allí con El. Le dije que no podía, porque no tenía un regalo para darle. Pero yo quería quedarme con Jesús, por eso pensé qué cosa tenía que pudiese darle a El como regalo; se me ocurrió que un buen regalo podría ser darle calor.Por eso le pregunté a Jesús: Si te doy calor, ¿ese sería un buen regalo para ti? Y Jesús me dijo: Si me das calor, ese sería el mejor regalo que jamás haya recibido. Por eso me metí dentro del pesebre y Jesús me miró y me dijo que podía quedarme allí para siempre."


Cuando el pequeño Misha terminó su historia, sus ojitos brillaban llenos de lágrimas empapando sus mejillas; se tapó la cara, agachó la cabeza sobre la mesa y sus hombros comenzaron a sacudirse en un llanto profundo. El pequeño huérfano había encontrado a alguien que jamás lo abandonaría ni abusaría de él. ¡Alguien que estaría con él para siempre! Y yo aprendí que no son las cosas que tienes en tu vida lo que cuenta, sino quienes tienes, lo que verdaderamente importa.


~ Anónimo ~

Reprobación del Camino Neocatecumenal


por el R. P. Enrico Zoffoli

(Sobre el Padre Zoffoli,(1915 - 1996), Pasionista, primero he de decir que era miembro de la Pontificia Academia Romana de Santo Tomás de Aquino y de Religión Católica, y que fue autor insigne de muchas obras, tales como "Tempo ed eternità", "Principi di filosofia", "La Messa è tutto",
"Dizionario del Cristianesimo", "Cristianesimo, Corso di Teologia Cattolica",
"Catechismo della fede cattolica", y tantas otras. Y entre esas otras publicó "Eresie del cammino neocatecumenale" (Edizioni Segno, Udine, 1995); "Catechesi neocatecumenale e ortodossia del Papa" (Edizioni Segno, Udine,
1995) con approvazione ecclesiastica del 28 febbraio 1995 , e infine, "Verità del Cammino neocatecumenale" (Edizioni Segno, Udine, 1996).

Algún Lector ha dicho que nunca fueron publicados esos trabajos sobre el Camino Neocatecumenal, y está equivocado, por eso le pongo las editoriales y fechas de publicación. Evidentemente todo fue publicado en Italiano.

No obstante muchos de sus trabajos se han traducido a otras lenguas o se han hecho rescensiones de dichos libros.)


INTRODUCCIÓN

s cierto que el movimiento neocatecumenal no merece una aprobación sino una reprobación.

Así, no hay que definirlo como «un camino de formación católica» sino, más bien, como un “itinerario de perversión herética”. Es una severa condenación lo que merece y no un llamamiento a los obispos para que lo exalten.

«En realidad, no son muchos los textos programáticos de Kiko y Carmen (sus fundadores). Los pocos a disposición carecen de difusión comercial, están mecanografiados para uso de las comunidades o han aparecido en revistas de escasa tirada». En rigor existe sólo un texto «programático» reservado estrictamente a los catequistas, mecanografiado v multicopiado; es la transcripción de una serie de conferencias pronunciadas por Kiko Argüello y Carmen Hernández.

Cuando se logra, con gran dificultad, procurarse este documento, queda uno asombrado al leer las recomendaciones hechas a los propios adheridos, recomendaciones repetidas veces, de guardar secreto sobre los verdaderos objetivos de este movimiento. «Esto no lo digáis a la gente porque huirían a toda velocidad». Guardadas las proporciones, nos encontramos ante una asociación de tipo masónico: el programa real es sólo conocido por uno pocos y la masa es engañada. Y pese a que varios obispos en diversas partes del mundo habían lanzado su grito de alarma, el movimiento tiene la aprobación de Juan Pablo II.

Como prueba de nuestras afirmaciones y para ayudar a nuestros lectores reproducimos seguidamente el artículo que publicamos en junio de 1983 (edición italiana) sobre los neocatecumenales. Recientemente ha aparecido un estudio crítico sobre ese movimiento escrito por el pasionista romano Padre Enrico Zoffoli que no ha vacilado en titular su libro «Herejías del movimiento neocatecremenal».

Nos proponemos hablar de él. Por el momento, una simple comparación entre los subtítulos de nuestro artículo y el índice del Padre Zoffoli basta para demostrar que el «catecismo» oficial, o mejor el catecismo secreto del movimiento, permanece el mismo, como por lo demás nos asegura el propio P. Zoffoli (p.8).

Parece sobre todo que las muy graves herejías reconocidas por muchas personas en diversos momentos permanecen evidentes en un tal movimiento que, aun afirmando querer oponerse a la «descristianización» del mundo contemporáneo, «se orienta -como ha dicho el Padre Zoffoli- a minar el cristianismo».

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¿Existe la oposición?


por Guillermo Díaz Aguirre

Tomado de Nuevo Encuentro



enemos una gentuza que nos desgobierna desde hace cinco años. Es una tiranía marxista y por lo tanto enemiga de nuestra tradición,de la Iglesia,de las Fuerzas Armadas,de la vida,partidaria de los disvalores,de la anticultura,de la antinatura y está dispuesta a sacrificar la Patria en defensa de sus intereses. Me pregunto cual será el método para echarlos.

No confiemos en los métodos electorales ya que una parte importante de la supuesta oposición,si bien se oponen aparentemente al kirchnerato,coinciden en muchos aspectos con la ideología de los Kirchner. Para los mencionados opositores existe también en coincidencia con el kirchnerismo tan sólo derechos humanos para las "víctimas de la dictadura",es decir,para aquellos que asesinaron,torturaron y algo más.Para estos opositores no tienen derechos humanos los militares que en número de aproximadamente trescientos se encuentran injustamente detenidos,prácticamente sin atención médica,en general maltratados,de los cuales debido a estas razones hay alrededor de cuarenta muertos.

Están detenidos militares y miembros de las Fuerzas de Seguridad mayores de ochenta años,la mayoría de ellos enfermos,y por una venganza diabólica se encuentran alojados en cárceles comunes. La "justicia" actualmente existe solamente para los asesinos que andan sueltos por la calle con la disposición de seguir robando y asesinando. Hay proyectos,los cuales también provienen algunos de supuestos opositores,que defienden la muerte de los niños por nacer y la antinatura. Como agregado una ministra de la Corte dijo hace unos días,refiriéndose a la no liberación de menores delincuentes,que lo hacía para librarlos del gatillo fácil y de nuestra ezquizofrenia. Esto es pura ideología.

Muchos de aquellos "jóvenes idealistas" de los 70,asesinos muchos de ellos,forman parte del actual gobierno marxista.A esto le llaman democracia y república,yo le llamo tiranía marxista.

Frente a estos hechos gran parte de la supuesta oposición está muda y mira para otro lado. Estos motivos son suficiente razón para no confiar en la misma para que se produzca un cambio profundo y salvemos a la Patria.

Aquéllos que deseamos terminar con todo esto tenemos el deber de juntarnos y expresar a viva voz la intención de echar a los enemigos de la Patria que intentan destruirla. Debemos organizarnos,marchar, hacer actos y todo lo necesario para salvar a la Patria y esperar ansiosamente que surja un varón liderando un montón de varones que conjuntamente nos quiten esta lacra de encima.Ya estoy anotado en este montón de varones.

España: Prohibido nacer, permitido morir (guarda, argentinos, que se nos viene...)


por Eulogio López

Tomado de Hispanidad





l prestigioso científico (PC) Bernat Soria, en sus ratos libres ministro de Sanidad del Gobierno Zapatero ha decidido dedicarse a la investigación sociológica y ha lanzado -¡qué alegría!- una campaña para fomentar el uso del condón entre adolescentes, a ritmo de hip-hop.

Bien mirado, uno diría que más que fomentar el condón lo que se está fomentando es la cópula, también conocida como ayuntamiento, refocile o términos más ordinarios. O sea, lo de siempre: que las gomas no sirven para evitar el sida sino para evitar el niño. De hecho, la verdadera eficacia del profiláctico no es versus-sida, sino versus-niño. Por lo que un hombre tan empírico como Bernat no se ha ocupado ni de simularlo. El consejo de la compaña es: abrasaos, queridos adolescentes, los unos con las otras, pero no tengáis niños, porque exigen mucho esfuerzo. Ahora, ¿ayuntarse? Sin límite, oiga usted.

Particularmente lírico resulta eso de “Stop rollos con bombo”. Porque un niño, para Bernat, y para la sociedad progre, es una cosa molesta que se introduce en el vientre creando bombo, y afeando la figura femenina. Para el maromo, el bombo es esa cosa que puede provocar quién sabe qué extraños sentimientos en la pareja ocasional utilizada para el propio deleite.

Para evitarlo, pueden hacerse dos cosas: no copular o emplear preservativos (o cosas peores: pregunten a Gallardón).

Y aunque con ello creemos una sociedad de cretinos pendientes de sí mismos siempre tendremos el orgullo de que fue fomentada por un prestigioso científico (PC), de nombre Bernat Soria.

El mismo ministro al que no le gustan los nacimientos, pero sí la muerte. Como apenas se había hecho notar el martes con las gomas anti baby, en la mañana del miércoles apostaba por la muerte, eso sí, la muerte digna. O sea, que en España está permitido morir pero no nacer.


Para entender la crisis económica mundial

El doble discurso ante el aborto


Por Miguel Angel Loma

Tomado de Vistazo a la prensa



ada más conocerse los tremendos datos del aumento de abortos en 2007, doña María Jesús Montero, Consejera de Salud de la Junta de Andalucía, declaraba que «el aborto siempre es un fracaso social» y reclamaba el apoyo de toda la sociedad para afrontarlo. Y en el mismo sentido se ha pronunciado la ministra de Igualdad que, apoyándose en el desbordamiento de tan macabra contabilidad, justifica la necesidad de reformar la ley para que se evite tener que recurrir «a algo tan traumático como es el aborto».

Unas y otras palabras reflejan una parte importante del discurso utilizado por el PSOE ante el aborto, aunque luego los hechos difieran de lo dicho. Y como muestra, dos botones...

Primero: el año pasado, el Foro Andaluz de la Familia a través la Red Madre, tras conseguir con creces el número de firmas exigido por la ley, presentó una Iniciativa legislativa popular al Parlamento andaluz, planteando diferentes líneas de actuación y medidas de apoyo a embarazadas en situaciones problemáticas, pero dicha propuesta ni siquiera pasó a debatirse porque PSOE e IU no aprobaron la tramitación. ¿Es ésta la actitud de quien reclama apoyo de toda la sociedad?

Segundo: empeñado el PSOE en reformar la ley del aborto y habiéndose constituido al efecto una subcomisión parlamentaria, todos los expertos convocados por este partido para ilustrar a sus señorías sobre el tema, o se pronuncian favorables a ampliar la ley o reivindican el aborto como un derecho a la salud (?) reproductiva de la mujer. ¿Alguien que considere el aborto como algo traumático y un fracaso social, recabaría la opinión de quienes pretenden ampliarlo o transformarlo en un derecho?

Pero estas muestras de doble discurso no son privativas del PSOE, también las encontramos en la casi totalidad de políticos del PP, que ahora comparecen preocupadísimos por este grave asunto, cuando durante los ocho años que estuvieron en el Gobierno, no realizaron ni un gesto por frenar un genocidio al que tan eficazmente contribuyeron con sus valerosas actitudes de avestruz.

Las grandes herejías (2)




por Hilaire Belloc



Capítulo 2


El esquema de este libro.




n lo que sigue propongo tratar los principales ataques a la Iglesia Católica que han marcado su larga Historia. Excepto en el caso del musulmán y del ataque moderno, confusos pero ubicuos y que aún se hallan en curso, me ocupo de sus fracasos y de las causas de esos fracasos. Concluiré discutiendo las chances de la presente contienda por la supervivencia de la Iglesia en la misma civilización que ella creara y que ahora la está abandonando.
Como todo el mundo sabe, actualmente existe una institución que se autoproclama como la única maestra autoritativa y divinamente designada de la moral esencial y de la doctrina esencial. Esta institución se llama Iglesia Católica.
Más allá de ello, es una verdad histórica admitida y por nadie negada que esa institución, reivindicando esa función, ha estado presente entre la humanidad por muchos siglos. Por antagonismo o falta de conocimientos, muchos niegan la identidad de la Iglesia Católica actual con la sociedad cristiana original. Sin embargo nadie, por más hostil o desinformado que sea, negará su presencia durante al menos mil trescientos o mil cuatrocientos años.
Además es históricamente cierto (aunque no universalmente admitido) que la reivindicación de este organismo en cuanto voz divinamente designada para la formulación de doctrina verdadera sobre cuestiones esenciales al ser humano (su naturaleza, su sufrimiento en este mundo, su condena o su salvación, su inmortalidad, etc.) se encuentra afirmada a través de los siglos precedentes hasta poco antes de la mitad del primer siglo.


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10 de Diciembre, Conmemoración de San Melquíades,Papa y Mártir




espués de la muerte del Pontífice San Eusebio, la cual acaeció a los 26 días de septiembre del año 308, vacó la silla mucho tiempo hasta que la ocupó San Melquiades, que según buena cuenta fue el 3 de octubre del 310, imperando Majencio. San Melquiades, que según algunos nació en Madrid, fue varón santísimo, y padeció grandes trabajos y fatigas por la gloria del Señor. Ordenó que no ayunasen los cristianos en los domingos ni de cuaresma ni fuera de ella, ni aún en los jueves, por no imitar a los paganos que ayunaban en tales días, y tenían aquel ayuno por sagrado, aunque después cesando la causa de ayunar los jueves, se quitó aquella prohibición.

Había en Roma muchos herejes maniqueos, y Melquiades procuró reprimirlos y reducirlos al camino de la verdad. Escribió una carta a los obispos de España, en que enseña que todos los Apóstoles reconocieron la preeminencia y superioridad que tuvo San Pedro; y que el sacramento del bautismo es de mayor necesidad que el de la confirmación porque sin él ninguno se puede salvar: pero el de la confirmación por parte del ministro es de mayor dignidad, que no lo puede conferir sino el obispo. Después pone los efectos de uno y otro sacramento; y adelante trata de los efectos que el Espíritu Santo obró con su venida a los apóstoles, y los que reciben los cristianos en el bautismo y confirmación.

En su Pontificado el Emperador Constantino venció al tirano Majencio el 28 de octubre del 312, y poco después publicó sus edictos para que los cristianos tuviesen el libre uso de su religión y la libertad de erigir Iglesias. Para apaciguar a los gentiles que andaban inquietos con esta concesión, cuando llegó a Milán el año 313, por un segundo edicto concedió a todas las sectas, menos a los herejes, la libertad de conciencia. Entre las primeras leyes que estableció en favor de los cristianos eximió en una al clero de toda carga de tributos y oficios concejiles.

Obligó Constantino a todos sus soldados a rezar los domingos una oración dirigida a un sólo Dios, y no hubo idólatra que escrupulizase en hacerlo. Abolió las festividades gentilicias y los misterios en que tenían parte las rameras públicas. Como la impureza contranatural estaba entre los romanos casi sin freno, y la lujuria y el abandono se hizo tan general entre ellos, principiaron a huir del matrimonio, para seguir con más libertad el ímpetu de sus pasiones. Por esta causa Augusto se vio en la precisión de animarles a aquel estado por las leyes, y mandar a todos los hombres que se casasen, imponiendo multas y cargas a los desobedientes.

Contenidos un tanto los abusos con la religión cristiana, y con mucha más eficacia de lo que pudieran las leyes humanas, Constantino repitió la ley popaea contra el celibato; y también hizo otra ley castigando el adulterio con pena de muerte. Regocijábase el buen Papa al ver la prosperidad de la casa de Dios, y con su celo extendió grandemente sus límites; pero tuvo también la pena de ver su grey afligida y trastornada con una división intestina, en el cisma donatista que corrió con tanta furia por el Africa. Acusado falsamente Mensurio, obispo de Cártago, de que había entegado los sagrados libros a los perseguidores, Donato obispo de Casanigra en Numidia, se separó injustamente de su comunión, y continuó su cisma aún después que Ceciliano sucedió a Mensurio en la silla de Cártago, juntándose varios enemigos de aquel buen prelado, especialmente una señora muy poderosa llamada Lucilla.

Los cismáticos apelaron a Constantino, que estaba entonces en las Galias, y le suplicaron enviase al Africa tres obispos de aquel país a quienes ellos nombraron determinadamente para que juzgasen su causa contra Ceciliano. El emperador les concedió los jueces que le pedían; pero mandó por medio de una carta que los tales obispos pasasen a Roma, juntamente con los que de la Galia enviaba aquel Príncipe con otra en que se publicaba al Papa Melquiades examinase aquella controversia, y la decidiese conforme a justicia y equidad. El emperador dejó a los obispos la decisión de este negocio, porque era peculiar de los obispos.

El Papa Melquiades abrió un sínodo en el palacio Lateranense el 2 de octubre del 313, a que se hallaron presente Donato y Ceciliano, en el que éste último fue pronunciado inocente por el Papa y por el Concilio, de cuantos cargos le habían hecho. Donato fue el único que le condenó aquella ocasión: a los demás obispos que habían adherido a éste se le permitió conservar sus sillas con tal que renunciasen al cisma. San Agustín, hablando de la moderación que usó el Papa, le llama hombre excelente, verdadero hijo de paz, y padre de los cristianos.

No obstante los donatistas después de su muerte recurrieron a sus comunes y acostumbradas armas de la calumnia para manchar la pureza de su carácter, y pretendieron también imputarle que había entregado las Escrituras Santas a los perseguidores: cuya mentira llama San Agustín: maliciosa e infundada calumnia. San Melquiades dio una vez órdenes por el mes de diciembre, y ordenó a 6 presbíteros, 5 diáconos y 11 obispos. Después de haber vivido en pontificado 2 años, dos meses y 7 días, murió santamente en el Señor el 10 de diciembre del año 313. Fue sepultado su cuerpo en el Cementerio de Calixto en la Via Apia, y su sagrada cabeza está en Roma en la Iglesia de la casa de la Compañía de Jesús. Los Martirologios antiguos le llaman Mártir por lo mucho que padeció y como tal le celebra la Iglesia.