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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

30 de abril de 2011

Santoral Católico del 30 de Abril


  • Santa Catalina de Siena, Virgen
  • San Eutropio de Saintes, Mártir
  • San Mariano, Mártir (Con Santiago)
  • Santiago, Mártir
  • San Máximo, Mártir
  • Beato Benito de Urbino
  • Beato Francisco Dickenson, Mártir (Con Miles Gerard)
  • Beato Miles Gerard, Mártir
  • Beata Hildegarda
  • Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.



SANTA CATALINA DE SIENA

Virgen


Fue el día de la Anunciación de la Virgen y Domingo de Ramos de 1347. La Iglesia y Siena, con cánticos y ramos de olivo, daban la bienvenida a la niña Catalina, que veía la luz de este mundo en una casa de la calle de los Tintoreros, en el barrio de Fontebranda.

A Catalina y a su hermana gemela Giovanna les habían precedido ya otros veintidós hermanos y les siguió otro, en el hogar cristiano y sencillo de Giacomo Benincasa y Lapa de Puccio del Piangenti.

Del padre, tintorero de pieles, parece haber heredado Catalina la bondad de corazón, la caridad, la dulzura inagotable, y de la madre, mujer laboriosa y enérgica, la firmeza y la decisión.

Catalina, niña, era alegre, bulliciosa, vivaracha; su encanto la hacía un poco el centro del cariño del amplio círculo familiar y de las amistades. A sus cinco o seis años tuvo su primera experiencia de lo sobrenatural —una visión en el valle Piatta— que marcó una huella definitiva en su vida y la dejó orientada hacia Dios. "A partir de esta hora pareció dejar de ser niña", cuenta uno de sus biógrafos. Comprendió la vida de los que se habían entregado a la santidad y sintió nacer en sí unos irresistibles deseos de imitarlos.

Se volvió más reservada, más juiciosa; buscaba más la soledad para tratar a solas con Dios. Ante un altar de la Virgen tomó la resolución de no querer nunca por esposo a nadie más que a Jesucristo. Pero no tendría que esperar a que llegara la madurez de su juventud para poder medir el valor y el sentido de su consagración a Dios.

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29 de abril de 2011

Monseñor Bernard Fellay: Carta a los Amigos y Benefactores Nº 78




Queridos amigos y benefactores:

El nuevo año nos ha reservado muchas sorpresas, más bien desagradables, para no decir dramáticas. Hablamos, por supuesto, de los acontecimientos que afectan a la Iglesia, no de la serie de desastres de Japón, o los trastornos en los países árabes y en África, ¡que sin embargo deberían servir de advertencia a todos! ¿Pero quién los interpreta así?

En efecto, las catástrofes que perjudican y aniquilan las almas son mucho más perniciosas que toda catástrofe natural, con sus muertos, sus tragedias y sus sufrimientos muy dolorosos. El rostro del mundo cambiaría si los hombres se preocupasen por sus almas al igual que de sus cuerpos. Sin embargo, lo que a justo título lleva a reaccionar y buscar la curación a nivel del cuerpo humano, a causa del dolor inmediato experimentado, prácticamente no existe a nivel de nuestro espíritu. El pecado, que tanto mal causa a toda la humanidad y a cada ser humano, es muy poco sentido y por eso no se buscan los remedios adecuados. Nos referimos a una catástrofe espiritual. En efecto, ¿qué otro nombre se puede dar a un acontecimiento que descarría a una multitud de almas y que pone en peligro la salvación de millones, quizás miles de millones de almas? Ahora bien, en Roma, a comienzos de este año, se anunciaron al menos dos hechos susceptibles de acarrear la no conversión, y por ende la condenación eterna de las almas: la beatificación del Papa Juan Pablo II y la renovación de la jornada de oraciones de Asís, con motivo del 25º aniversario del primer encuentro de todas las religiones organizados en Asís por el mismo Juan Pablo II.
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Santoral Católico del 29 de Abril


  • San Pedro de Verona, Mártir
  • San Hugo, Abad de Cluni
  • San Benito Cottolengo
  • San Roberto de Molesmes, Abad
  • San Wilfrido El Joven
  • Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.





SAN PEDRO DE VERONA
Mártir

No podemos comenzar la vida de San Pedro Mártir con la frase que acuñaron los antiguos hagiógrafos: "nacido de padres virtuosos y santos" .

Pedro nació en Verona en 1206 y sus padres fueron cátaros, los herejes que en la Edad Media renovaron las doctrinas de los maniqueos.

En cambio, casi podríamos decir que nació predestinado para fraile dominico, según nos lo revelará la anécdota que más abajo referiremos.

Porque los cátaros, que infestaban en los comienzos del siglo XIII el centro y norte de Italia, eran los mismos albigenses que ya Santo Domingo estaba combatiendo en el sur de Francia.

Cómo surgieron estos herejes se ignora; pero conocemos su puritanismo, su desprendimiento de los bienes terrenos, su carácter belicoso, su espíritu de secta, su expansión por toda la cuenca mediterránea, que les hizo llegar hasta Constantinopla y tener iglesias en el Cercano Oriente.

En los dominicos habrían de encontrar quienes Ios redujeran con sus mismas armas: la pobreza y la polémica.

En aquellos tiempos las gentes gustaban de las justas y los torneos. Batallas militares o luchas y escaramuzas intelectuales. Era de ver cómo se congregaban las muchedumbres en la Provenza o en el Lanquedoc, en la Toscana o en el Milanesado para asistir a aquellos torneos espirituales que eran las disputas religiosas.

Santo Domingo aceptaba y aun provocaba el reto, y saltaba al palenque arremetiendo a los contrarios como un paladín que invocaba a su Dama, la Virgen María, y se presentaba lisamente, sin boato ni ostentación mundanal, que tanto daño había hecho a otros controversistas, pues su riqueza contrastaba con la austeridad de los albigenses.


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Santoral Católico del 28 de Abril


  • San Pablo de la Cruz, Confesor
  • San Vidal, Mártir
  • San Luis María Grignon de Montfort, Confesor
  • San Prudencio, Obispo y Confesor
  • Santa Valeria, Mártir
  • San Vital, Mártir
  • San Cirilo de Turov
  • San Dídimo, Mártir (Con Teodora)
  • San Pánfilo de Sulmona
  • Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.



SAN PABLO DE LA CRUZ
Confesor




Pablo Danei, el futuro San Pablo de la Cruz, nació en Ovada el 3 de enero de 1694. Después de haber pasado la juventud en los lares paternos ayudando a su padre en el comercio, a los veintiséis años inició una vida de total entrega a Dios, vistiendo el hábito de la futura Congregación de los pasionistas en la forma que le había mostrado visiblemente la Virgen Dolorosa. Retirado durante cuarenta días en un oscuro tugurio de la iglesia parroquial de Castellazzo, entre la oración y la penitencia compuso las, primeras reglas.

Ordenado sacerdote en 1727 por Benedicto XIII, se estableció definitivamente en el Monte Argentario, en las cercanías de Orbetello (Toscana). En esta soledad maduró su vocación de apóstol de la Pasión, recibiendo de Dios luces e inspiraciones para la solución de los grandes problemas hacia los que debería orientar su vida y su obra.

Ante todo, San Pablo de la Cruz procuró plasmar esta vocación en sí mismo, transformándose en viva imagen de Jesús crucificado, identificándose con Él y convirtiendo su Pasión santísima en el principio regulador de su vida espiritual. La unión de su alma con Dios hasta alcanzar las más altas cimas de la mística no fue más que un efecto de la contemplación asidua de Jesús crucificado y de sus esfuerzos por reproducir hasta en su mismo cuerpo al Mártir del Gólgota.

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El mismo día: San Luis María Grignon de Montfort


Es el apóstol por excelencia de la Santa Esclavitud de María, o de la Perfecta Consagración a la Santísima Virgen, según la fórmula por él popularizada: "Por María, con María, en María, para María".

Nació el 31 de enero de 1673 en Montfort (Bretaña francesa), no lejos de la ciudad de Rennes. Fueron sus padres Juan Bautista Grignon y Juana Robert de la Biceule. Bautizado con el nombre de Luis el 1 de febrero en la iglesia parroquial de San Juan, hizo su primera comunión en el vecino pueblo de Iffendic. El nombre de "María" le tomó en la confirmación.

Ocho años de estudios, hasta el primero de teología inclusive, en el colegio de los padres jesuitas de Rennes (1685-1693), donde fue congregante mariano y trabó amistad con sus compañeros Juan Bautista Blain y Claudio Poullart des Places; y otros ocho en París (1693-1700) completando los estudios de teología y preparándose para el sacerdocio a la sombra del seminario de San Sulpicio. El 5 de junio de 1700 era ordenado sacerdote, y poco después, en el altar de Nuestra Señora de San Sulpicio, que muchas veces, con cariño filial, había él adornado, decía su primera misa: "como un ángel”, en expresión de su amigo Blain.

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27 de abril de 2011

Santoral Católico del 27 de Abril


  • San Pedro Canisio, Confesor y Doctor
  • Nuestra Señora de Montserrat, Patrona de Cataluña
  • San Antimio, Obispo y Mártir
  • San Toribio de Mogrovejo, Obispo y Confesor
  • San Pedro Armengol, Mártir
  • Santa Zita, Patrona del Servicio Doméstico
  • San Esteban de Pechersky
  • San Floribertode Lieja
  • Beato Jacobo de Biteto
  • Beato Antonio de Siena,
  • Beata Osanna de Cattaro
  • Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.


SAN PEDRO CANISIO
Confesor y Doctor de la Iglesia




Al decir de sus biógrafos era Peter Kanis un joven de carácter irritable, pendenciero, vanidoso y terco. Todo ello indicaba a las claras que no había nacido santo; sin embargo, podría llegar a serlo, ayudado por la gracia divina. Al menos tenía un hermoso fondo y unas nobles inclinaciones. Se dice que sus aficiones de niño eran construir altares y púlpitos para decir misa y predicar ante sus compañeros.

La Providencia le juntó en Maguncia con el jesuíta Pedro Fabro en el verano de 1543. No debió suponerse el jesuíta que con sus Ejercicios espirituales iba a conquistarse para la naciente Compañía de Jesús a aquel joven alegre y vanidoso. La verdad es que en esos Ejercicios se decidió su vocación a santo y su ingreso en la Compañía. Desde entonces su nombre de Kanis se trocará en Canisio.

Tenía el nuevo hijo de Ignacio de Loyola en su haber una profunda formación religiosa heredada de sus padres. El mismo cuenta en sus Confesiones que su madre, Egidia Houweningen, a la hora de la muerte, reunió junto al lecho a todos sus hijos, a los que pidió siguieran firmes en la fe que de continuo les había inculcado. Esta escena quedó profundamente grabada en la imaginación infantil de Pedro y quiso seguir fiel a los ruegos de su madre.

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El mismo día: Santo Toribio de Mogrovejo, Obispo y Confesor


La sensación que se produce al ponerse en contacto con esta figura excepcional de la historia eclesiástica es de auténtico asombro. Resulta increíble lo que, sin embargo, está maravillosamente documentado. Santo Toribio de Mogrovejo puede muy bien parangonarse, sin temor alguno, con las más egregias figuras de la historia eclesiástica universal. No es una impresión nuestra exclusivamente. Hace años que un especialista en historia eclesiástica de los más famosos, el padre Leturia, escribía así. "Nada de cuanto hasta ahora he manejado en el Archivo de Indias me ha impresionado más vivamente que este ilustre metropolitano, gloria del clero español del siglo XVI, quien por su apostolado directo e infatigable en las doctrinas de indios, por su legislación canónico-misional en los concilios de Lima, por sus relaciones y contiendas de subidísimo valor histórico y misional con las grandes Ordenes evangelizadoras; por la firme, digna y confiada majestad con que se opuso a ciertas rigideces centralistas de su insigne admirador y protector el monarca Felipe II, y, sobre todo, por su afán indomable y eficaz en mantener —por encima de los virreyes y del Consejo de Indias— el contacto inmediato y constante con la Santa Sede, proyecta en la historia de las misiones americanas su múltiple y prócer silueta, digna de coronar... el mismo Archivo de Indias de Sevilla". Como ha escrito el señor arzobispo de Valladolid: la epopeya homérica de los conquistadores halla un paralelo digno, y aun superior por sus fines y objetivos espirituales, en la labor inmensa del gran arzobispo. A él se debe en grandísima parte la rápida y profunda cristianización de la América española, y el éxito de su apostolado, y el florecimiento de sus maravillosas "doctrinas" de indios, la exuberancia del clero y de catequistas durante su fecundo pontificado, explican la supervivencia del espíritu y de la vida cristiana en aquellas dilatadas regiones, a pesar de las posteriores crisis y de la tremenda escasez actual de operarios evangélicos".

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Santoral Católico del 26 de Abril

  • Santos Cleto y Marcelino, Papas y Mártires
  • San Cleto, Mártir
  • San Marcelino, Mártir
  • San Esteban de Perm
  • Santa Franca de Piacenza
  • San Pascasio Radberto, Abad
  • San Ricario, Abad
  • Beata Alda o Aldobrandesca,
  • Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.



SANTOS CLETO y MARCELlNO
Papas y Mártires



El Martirologio y el Breviario romano han unido en un mismo día la conmemoración de estos dos papas y mártires, considerándoles como pontífices distintos de otros dos, Anacleto y Marcelo, que llevan un nombre casi parecido y cuya semejanza ha servido de tema de discusión a los entendidos en la historia de la Iglesia. De los antiguos catálogos de los papas, los más antiguos, como el de San Ireneo (siglo III), Eusebio (siglo IV), San Epifanio, San Jerónimo y San Agustín, hacen de Cleto y Anacleto un solo personaje, que, siguiendo a San Lino en el Pontificado, viene a ser con ello el tercero de los papas. Más tarde, en el Catálogo Liberiano (siglo IV) y en el Líber Pontificalis (siglo VI), se hace ya distinción entre estos dos nombres, dándose a Cleto el tercer lugar y el quinto a Anacleto en la sucesión del Príncipe de los Apóstoles. Esta separación se debió, tal vez, en época posterior a escrúpulos de exactitud, suposición confirmada por los recientes estudios llevados a cabo por el alemán Er. Caspar sobre la vida de los primeros papas.

De aquí que, siguiendo la opinión más extendida entre los críticos modernos, también nosotros tomaremos el nombre de Cleto por el de Anacleto, identificando con ello, y en ambos nombres, al tercer papa que sucedió a San Lino en la silla de San Pedro.

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25 de abril de 2011

Santoral Católico del 25 de Abril


  • San Marcos, Evangelista
  • Las Rogativas
  • San Aniano de Alejandría,
  • San Heribaldo de Auxerre
  • Beato Juan I de Valence
  • Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.




SAN MARCOS

Evangelista




"Yo creo en el testimonio
de un hombre que se deja degollar
por la verdad de lo que atestigua".

PASCAL

Resulta interesante y consolador reconstruir, a través de los datos consignados por San Lucas en los Hechos de los Apóstoles, el desarrollo de las primitivas comunidades cristianas.

La de Jerusalén, que fue la primera —fundada el mismo día de Pentecostés con los "casi tres mil" convertidos por el primer sermón de San Pedro—, tenía varios centros de reunión, de los cuales tal vez el principal era "la casa de María".

Vivía esta buena mujer —acaso viuda, pues su marido no se nombra nunca— en una casa espaciosa y bien amueblada, que, según todas las probabilidades y los testimonios de la antigüedad, fue donde celebró Jesús la última Cena, donde se reunieron los discípulos después de la muerte del Señor y de su ascensión, y donde tuvo lugar la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles. Acaso era suyo también el huerto de Getsemaní —"Molino de aceite"—, en el monte de los Olivos, donde el Señor acostumbraba a pasar las noches en oración cuando moraba en Jerusalén.

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24 de abril de 2011

Domingo de Pascua de Resurrección


por el R.P. Leonardo Castellani


Tomado de Domingueras Prédicas II
Ediciones Jauja
Mendoza, R. Argentina, 1998






"Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamarle. Y muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, van al sepulcro. Se decían unas otras: « ¿Quién nos retirará la piedra de la puerta del sepulcro? » Y levantando los ojos ven que la piedra estaba ya retirada; y eso que era muy grande. Y entrando en el sepulcro vieron a un joven sentado en el lado derecho, vestido con una túnica blanca, y se asustaron. Pero él les dice: « No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí. Ved el lugar donde le pusieron. Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro que va adelante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.» "
(Mc. 16, 1-7)


a Pascua es la fiesta más grande de los cristianos como lo era y lo es de los judíos: para los judíos festejaba la liberación de la esclavitud en el Egipto; para los cristianos festeja la liberación de la Muerte: Pascua de Resurrección.
¡Aleluya! La Iglesia quiere que nos alegremos y hace todo lo posible para que nos alegremos: es la Pascua Florida. En Europa cae en la estación de las flores; aquí en el hemisferio Sur, las estaciones están cambiadas y las fiestas litúrgicas caen a contrapelo: la Navidad en verano, el Corpus en invierno y la Pascua en otoño; pero esto último está bien: el otoño es la estación de los frutos: no es Pascua Florida, es Pascua Frutal; y San Pablo compara la resurrección de la carne a los frutos (1). Sembramos una semilla y muere, como hemos muerto al mundo y al pecado —por lo menos así lo prometimos en el Bautismo—; y Dios a ese granito de trigo enterrado le da cuerpo en muchos otros granos: le da flor y fruto. La flor no es el último fin de la planta: representa nuestras buenas obras en nuestra vida. El fruto es el final de la planta: el fruto de nuestra vida es la resurrección.
San Pablo dijo: "Sí Cristo no resucitó, somos los más desdichados de los hombres: nuestra fe es vana, vana nuestra esperanza. " (2) La condicional contraria es verdadera: "Si Cristo resucitó, somos los más felices de los hombres"; o "los menos desdichados", si quieren. Porque el que cree que su cuerpo va a resucitar sano y glorioso y su alma semejante a Dios, ¿qué trabajos, qué desgracias, qué aflicciones no podrá superar, incluso con alegría? Cúlpense a sí mismos los cristianos que se aplastan o desesperan bajo los contrastes desta vida: tienen en sus manos un remedio que no usan, la fe en la Resurrección. —¿Por qué no prevalece tu fe? —Porque tengo poca fe. —¿Por qué tienes poca fe? —Porque Dios no me la da. —¿Por qué no oras entonces? "¿Está afligido alguno de vosotros? ORE", dice el Apóstol Santiago (3).
¿Cómo sabemos que Cristo resucitó? Es un hecho histórico; es también un hecho metahistórico, por encima de la historia, por ser un hecho sobrenatural, milagroso; digamos "increíble"; pero es un hecho histórico, es el hecho histórico que tiene más peso de testimonio histórico que todos los otros hechos históricos del mundo. Si alguno hoy no creyera que Cristóbal Colón existió, sería tenido por loco; y hay mayor testimonio histórico de la Resurrección de Cristo que de la existencia de Colón. ¿Entonces los que no creen en Cristo son locos? Son peor que locos, son impíos. Pues para creer en Cristo es necesario, además de la evidencia histórica (que hay que saber), encima un acto de fe, que éstos se niegan a hacer. Dicen: —Porque la resurrección de Cristo es contra la razón. —Es sobre la razón, no es contra la razón. —Me basta que sea sobre la razón para negarla. —Culpablemente la niegas.
Basta la evidencia histórica para que uno no pueda negar la existencia de Colón; pero no basta la evidencia histórica para forzarnos a creer en la Resurrección: basta para que yo pueda creer, pero no basta a forzarme a creer, como en el otro caso. Falta un acto de mi voluntad, hay que dar un salto, de la evidencia a la creencia; o un pequeño vuelo. Los que no quieren dar ese salto dan muchas veces un salto contrario, hacia abajo de la razón, hacia el absurdo.
La fe es libre, no es forzada; la evidencia natural es forzosa o forzante. Por eso existen y han existido durante veinte siglos incrédulos que dicen: "No resucitó", y creyentes que afirman, incluso con su vida y con su sangre: "Sí, resucitó". Como dice San Pablo: "¿Para qué me estoy matando yo aquí, si Cristo no resucitó?" Ponía su propia vida como testimonio (4).
¿Cuál es la evidencia histórica que tenemos de la Resurrección? La indicaré brevemente (porque el tiempo es breve) en cuatro cabezas:

I - Han escuchado el Evangelio de hoy: es una narración seca y escueta de la aparición de Cristo a las Mujeres que fueron al sepulcro la mañana del Domingo. Los cuatro Evangelios son así: son crónicas secas y escuetas de hechos pelados, anotados sin emoción y sin comentarios: no hay signos de admiración ni de alegría ni de tristeza, no hay epifonemas, no hay exclamaciones; son más "objetivos" (como dicen hoy) que la crónica de la guerra del Peloponeso por Tucídides. Estas cuatro crónicas independientes cuentan después de esta "aparición" de Cristo vivo, otras nueve apariciones, una dellas a más de 500 discípulos juntos, el día de la Ascensión. Tenemos pues cuatro documentos históricos, fidedignos, de primer orden, que nos relatan la Resurrección de Cristo (5).

II - Los Apóstoles, que estaban derrotados y aterrorizados, después del Domingo de Pascua se vuelven valientes como leones, más valientes que leones. Se ponen públicamente a predicar la Resurrección del Maestro: son arrastrados al Tribunal, condenados, azotados, uno dellos muerto, Santiago el Menor; los fieles que creen en ellos son despojados de sus bienes, excomulgados, perseguidos, algunos dellos muertos, como San Esteban; y no cejan, sino que aumentan cada día. "Creo a testigos que se dejan matar" —dijo Pascal. Muchos dellos eran testigos presenciales, dice San Pablo en el año 57: "Y algunos dellos todavía viven. " (6)

III - El año 323 "todo el mundo era cristiano" (7) (ya San Pablo dijo esta frase), es decir, el Imperio Romano, todo el mundo civilizado. Existían manchas de "paganos" en los "pagos" o poblachos, que se iban convirtiendo al Cristianismo. Existían herejías, que eran combatidas y eran vencidas todas. Existían algunos incrédulos, contra los cuales San Agustín hacía su famoso argumento de los Tres Increíbles, que dice así:
"Hay tres Increíbles: increíble es que un hombre haya resucitado de entre los muertos. Increíble es que todo el mundo haya creído ese Increíble. Increíble es que doce hombres rudos, ignorantes, desarmados y plebeyos hayan persuadido a todo el mundo, y en él también a los sabios y filósofos (de los cuales San Agustín era uno), de aquél primer Increíble. ¿El primer Increíble no lo queréis creer? El segundo no tenéis más remedio que ver, y no lo podéis negar. De donde por fuerza tenéis que admitir el tercero, es decir que los doce Apóstoles han convencido al mundo; y éste es un milagro tan grande como la resurrección de un muerto."
Estos Tres Increíbles de San Agustín son lo que el Concilio Vaticano I llamó "el Milagro Moral de la Iglesia"; que solo él basta a probar la verdad de la Iglesia; y de la Resurrección que ella predica.

IV - De entonces acá, la mayor y la mejor parte del mundo, la raza blanca de Occidente, es decir Europa y América, ha creído durante quince o dieciséis siglos en la Resurrección; y los hombres sabios dentro della (8). Que un día esa muchedumbre de millones y millones va a desaparecer, y quedarán muy pocos que crean firmemente en la Resurrección, yo lo sé; pero eso durará solamente tres años y medio: la Gran Apostasía que precederá a la Segunda Venida (9).

Ése es el fundamento de nuestra fe. ¿Qué dicen los incrédulos contra él? Lo mismo que dijeron los judíos el siglo I, dos disparates que no tengo tiempo de refutar y pondré solamente delante de la consideración de Ustedes; esto basta: son disparates manifiestos.
Primero, dicen que los Apóstoles vinieron y robaron el Cuerpo de Jesús y lo ocultaron: no pudieron negar los judíos que el Sepulcro estaba vacío. Los Fariseos dieron dinero a los Guardias del Sepulcro para que atestiguasen eso: "que estando nosotros dormidos, los Apóstoles robaron el Cuerpo." (10) "¡Oh ciegos —dice San Agustín— que traéis testigos dormidos para atestiguar un hecho que pasó estando ellos dormidos!"
Segundo, que Cristo estaba vivo, y se levantó con una lanzada en el corazón y todo, levantó la enorme lápida del sepulcro, y disparó; o bien estaba bien muerto y se pudrió allí en el sepulcro, y los Apóstoles después tuvieron alucinaciones visuales y auditivas e incluso táctiles todo junto (lo cual médicamente es imposible), incluso 500 hombres juntos. Eso lo dice, por ejemplo, un libro muy malo, que ha salido traducido entre nosotros, del inglés Lawrence, Editorial Losada: es un libro blasfemo y obsceno. Una curiosidad diré: resulta que una revista católica, hecha por religiosas, la revista "Señales", lo recomendó. ¿Por qué? Por un error que yo no puedo comprender. Les escribí una carta avisándoles del error, y se enojaron conmigo. También dice lo mismo el voluminoso "Esquema de la Historia" de Herbert George Wells, también traducido y que corre entre nosotros: una historia plagada de gordos errores históricos (11).
Esas dos hipótesis (que son dos gordos absurdos) las dejo al sentido común de Ustedes.
Este hecho histórico es el fundamento de nuestra fe. Pero como dije, hay que hacer actos de fe: hay que alimentar la fe, que si no, languidece, y aun perece, tan amenazada y combatida como está hoy día. El cristiano tiene obligación grave de hacer actos de fe, que es su primera obligación para con Dios; y cumplimos con esa obligación cuando rezamos con atención y devoción el Credo, como dentro de algunos minutos: "Creo que resucitó dentre los muertos; creo en la resurrección de la carne."



(1). I Corintios 15, 36-44.
(2). Ibíd. 15, 19 y 17.
(3). 5, 13.
(4). En II Corintios 11, 23-29 San Pablo hace un impresionante inventario de sus padecimientos por el Evangelio: "Trabajos, cárceles, azotes, muchas veces en peligro de muerte. Cinco veces recibí de los judíos cuarenta azotes menos uno. Tres veces fui azotado con varas; una vez apedreado; tres veces naufragué; un día y una noche fui náufrago en el mar. Viajes frecuentes; peligros de ríos; peligros de salteadores; peligros de los de mi raza; peligro de los gentiles; peligros en ciudad; peligros en despoblado; peligros por mar; peligros entre falsos hermanos; trabajo y fatiga; noches sin dormir, muchas veces; hambre y sed; muchos días sin comer; frío y desnudez. Y aparte de otras cosas, mi responsabilidad diaria: la preocupación por todas las Iglesias. ¿Quién desfallece sin que yo desfallezca? ¿Quién sufre escándalo sin que yo me abrase?"
(5). En "Semillas de Heléchos y Elefantes", Lewis contrapone el carácter legendario de ciertas historias del Antiguo Testamento a la narración evangélica: "El Libro de Jonás es un relato cuyas referencias históricas, incluso las aparentes, son tan escasas como las del Libro de Job; grotesco en sus incidentes, y con una veta perceptible -aunque por supuesto edificante- de humor típicamente judío. Luego vuélvanse al Evangelio de San Juan. Lean los diálogos: el que Jesús mantuvo con la mujer samaritana junto al pozo (4, 1-26), o el que sigue a la curación del ciegonato (9, 8-41). Miren las imágenes. Jesús (si se me permite usar la palabra) garabateando en el suelo (8, 8); la inolvidable expresión "éen dé nyx" ("Era de noche", 13, 30). He estado leyendo poemas, ficciones, escritos de visionarios, leyendas, mitos toda mi vida. Sé cómo son. Sé que ninguno de ellos se parece a esto. De este texto sólo hay dos juicios posibles: o esto es reportaje -bien ajustado a la realidad-, o algún escritor ignoto del siglo II, sin predecesor ni sucesor conocido, repentinamente anticipó toda la técnica de la narrativa moderna, novelesca, realista. Si esto es falso, debe ser narrativa de esta clase. El lector que no ve esto, sencillamente no ha aprendido a leer. Le recomendaría la lectura de Auerbach*"(la cita está abreviada).
(6). I Corintios 15, 6.
(7). En el 311 un edicto ordenó el cese de la persecución a los cristianos en todo el Imperio. Dos años después el edicto de Milán estableció una serie de disposiciones muy favorables a la Iglesia. En el 321, Constantino ordenó el descanso dominical de los tribunales y trabajos corporales, y en mayo del 323 promulgó una ley que castigaba severamente a quienes obligasen a los cristianos a tomar parte en los sacrificios paganos.
(8). En otra homilía sobre este mismo Evangelio Castellani escribe: "El mal es siempre estúpido; la impiedad, aunque se revista o disfrace de ciencia, es necedad: 'Dijo el necio en su corazón: No hay Dios' (Psalmo 13, 1; 52, 1). Si Cristo no resucitó, tendríamos que abdicar de nuestra razón; porque la Resurrección de Cristo está conectada con todo lo que siguió después en la Historia hasta nuestros días; y si la Resurrección es una patraña cualquiera, todo eso se vuelve no solamente incomprensible sino insano y demente; toda la Historia. 'El terremoto de la mañana de Pascua', le llaman; es un terremoto que dura hasta hoy."
(9). Sobre la Gran Apostasía, ver Lucas 18, 8; // Tesalonicenses 2, 3; Apokalypsis 11, 3; 12, 6.
(10). Mateo 28, 13.
(11). Hilaire Belloc escribió un libro en que señala los errores del "Esquema", y como consecuencia de ello la obra de Wells perdió el crédito científico

* Erich Auerbach, "Mimesis. The Representation of Reality in Western Literature", traducido por Willard R. Trask, Princeton, 1953.

Santoral Católico del 24 de Abril



  • San Fidel de Sigmaringa, Mártir

  • Santa María Eufrasia Palletier, Virgen

  • San Egberto

  • San Gregorio de Elvira

  • San Guillermo Firmato

  • San Melitón de Canterbury

  • Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.





SAN FIDEL DE SIGMARINGA
Mártir





an Fidel fue un capuchino alemán, nacido en Sigmaringa, pequeña ciudad de Suabia, a orillas del Danubio. Vivió entre 1577 y 1622, parte en Alemania, parte en Suiza. Para ambas naciones eran aquéllos unos tiempos movidos, inseguros y tormentosos. La Reforma protestante, que apareció en la primera mitad del siglo XVI, había echado raíces firmes y dividido inevitablemente a sus hombres y a sus pueblos. Había por doquier ambiente de lucha, de recelos, de incomodidad religiosa y política. Entre los dos sectores cristianos, el católico y el protestante, se dieron violencias lamentables, que dejaron en los ánimos prejuicios y antipatías seculares, en que, como siempre, llevaron las de perder los católicos. Sabemos bien que ninguno de los jefes de la mal llamada Reforma fue modelo de mansedumbre. Tal vez por sus propios remordimientos, y ciertamente por el orgullo que les dominó, sus ánimos se exacerbaron de manera que hasta inverosímiles nos parecen las referencias exactas que tenemos de sus desplantes, frases groseras y accesos de furor. Por su parte, las tropas católicas reprimieron a veces violentamente los avances del protestantismo con desmanes improcedentes. Todo esto trajo luchas y odios que estaban muy vivos cuando vino al mundo nuestro San Fidel de Sigmaringa.

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