an Agapito, mártir, Palestrina (Italia). Nacido en Roma de una familia noble, había renunciado a las dignidades para dedicarse al ministerio de los altares desde sus primeros años. Antíoco, prefecto de Roma, le mandó prender y atormentar con inauditos suplicios, y ante la constancia del joven, de unos dieciocho años, y ante los prodigios que obraba el Cielo, librándole milagrosamente de los tormentos, se convirtieron quinientos paganos. Irritado por ello, Antíoco le expuso a las fieras en el anfiteatro; éstas le respetaron y se postraron a sus pies. Atanasio, que era lugarteniente del prefecto y el martirologio le da el título de Cornicalario, se convirtió a vista de tan gran portento. Dos días más tarde mandó degollar a este soldado el prefecto. San Agapito, arrastrado hasta Prenesta, le sobrevivió algunos días. En dicha ciudad le pasaron una espada por el pecho. Prenesta. 274.
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