- Nuestra Señora de Luján
- Aparición del Arcángel San Miguel
- San Pedro de Tarantasia, Obispo y Confesor
- San Agacio o Agato, Centurión y Mártir
- San Benedicto II, Papa
- San Bonifacio IV, Papa
- San Deseado o Desiderato de Bourges
- San Víctor Mauro, Mártir
- Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.
Textos tomados de la "Novena a Nuestra Señora de Luján"
del R. P. Jorge María Salvaire.
Origen de esta Santa Imagen.
En el reinado de Felipe IV, cuando el reino de Portugal estaba pacíficamente sujeto a la corona de Castilla, por cuyo motivo portugueses y castellanos comerciaban entre sí libremente como vasallos de un mismo Soberano; y según el mejor cómputo que puede conjeturarse, por los años de 1630, cierto portugués (cuyo nombre se ignora, pero se sabe fue vecino de la ciudad de Córdoba del Tucumán, y hacendado en el pago de Sumampa) por no carecer de misa, principalmente en los días festivos en su hacienda, que dista de Córdoba 40 leguas, trató de hacer en ella una capilla, la que quiso dedicar a la Virgen Santísima. Con este designio escribió a otro paisano le mandase del Brasil un busto o simulacro de Nuestra Señora, en el misterio de su Inmaculada Concepción, para colocarla en dicha capilla, que ya estaba construyendo.
En virtud de este encargo se le remitieron desde el Brasil, no una sola, sino dos imágenes de la Concepción, para que escogiera la que mejor le pareciese. Vinieron ambas, bien acondicionadas, cada una en su cajón aparte, para que, como eran de barro cocido, no tuviesen alguna quiebra. El que trajo el encargo de estos cajones era también portugués, y como quieren algunos, capitán de navío, y habiendo llegado con felicidad al Puerto de Buenos Aires, los acomodó a entrambos en un mismo carretón, y personalmente los condujo hasta la estancia de Rosendo Oramas, sita cinco leguas más allá de lo que es ahora la Villa de Luján, y aquí paró e hizo noche.
Al día siguiente por la mañana trató de proseguir su viaje para Córdoba y Sumampa, pero sucedió que uncidos al carretón los bueyes, por más que tiraban, no podían moverlo ni un paso. Admirados de la novedad los circunstantes le preguntaron qué carga traía. Respondió que la misma de los días antecedentes, en que habían andado sin la menor dificultad, por no ser muy pesada y pasando a individualizar añadió: "Vienen aquí también, dos cajones con dos imágenes de la Virgen, que traigo recomendados para la capilla nueva de Sumampa".
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