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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

17 de mayo de 2008

17 de mayo, Festividad de San Pascual Bailón, Hermano Lego Franciscano, Confesor



Hermano lego de los Frailes Menores Descalzos de San Francisco. Nació en Torrehermosa, no lejos de Calatayud; y murió en 1592 en Villarreal, a poca distancia de Castellón de la Plana. El Papa León XIII lo nombró Patrono de las asociaciones eucarísticas y posteriormente fue declarado Patrono de los Congresos Eucarísticos Internacionales. —Fiesta: 17 de mayo. Misa propia.

Cada siervo de Dios tiene su virtud característica. La que más intensamente cultivó el Patrono de los Congresos Eucarísticos, glorioso San Pascual, fue el amor a la Santísima Eucaristía. Sus biógrafos afirman que antes de cumplir un año de edad saltaba de la cama y arrastrándose acudía delante del Santísimo Sacramento, donde permanecía largos ratos. «De rodillas y manos por tierra se iba medio arrastrando, y asistía a las Misas y Divinos Oficios».

A medida que crecía en edad, se acrecentaba todavía más el amor que sentía hacia el augusto Sacramento, y ello en tal forma, que cuando se veía imposibilitado de visitarlo en las iglesias, oraba fervientemente en honor del Santísimo Misterio, elevando sus ojos al cielo; y —se dice— mereció que algunas veces se le apareciese en forma de viril o como estrella luminosa, satisfaciendo de esta manera las vehementes ansias eucarísticas de aquel corazón enamorado.

Su nombre era el de Pascual, por haber nacido en la vigilia de Pentecostés. Fue hijo de Martín Bailón, con cuyo patronímico se le conoce; y está bien lejos de ser llamado por este nombre, como algunos, sin ningún fundamento, afirman, por haber bailado ante el Sagrario.

Muy niño aún, por carecer sus padres de fortuna, Pascual se vio obligado a vigilar el ganado, y durante las largas horas de pastoreo aprendía él mismo a leer y escribir. Su oficio de pastorcillo no impidió jamás su trato con Jesús Sacramentado, y para avivar en su pecho el amor eucarístico que le consumía, era suficiente la vista de una iglesia, la silueta de un campanario o el tañido de una campana; al punto reconcentraba sus potencias, enviando sus mensajes al Santísimo, valiéndose de ardientes y encendidas jaculatorias.

A los veinticuatro años de edad pudo ingresar en el convento de los Frailes Menores de Albatera, y luego prestó sus servicios en Valencia, Elche, Játiva, Villena, Almansa y Jerez.

Sus fervores eucarísticos se acrecentaron aún más con su ingreso en la Orden franciscana.

Durante el día, Pascual padecía horriblemente por no poder acudir, a causa de sus muchas ocupaciones de fraile lego, ante el divino Sacramento, como ardientemente deseaba; pero al llegar la noche, cuando todos sus hermanos descansaban, él pasaba largas horas de oración junto al Sagrario desahogando el ímpetu de sus afectos.

Con ocasión de un viaje a París, para llevar una carta del Provincial de Aragón al General de la Orden, sufrió muchas dificultades; incluso en el camino tuvo que vencer atropellos de todas clases; los muchachos le apedreaban o le tiraban inmundicias, e incluso los herejes hugonotes llegaron a insultarle y apalearle. Fray Pascual Bailón llegó al término de su viaje sin proferir la más mínima queja.

Nada le producía más gozo que ayudar la Santa Misa. La Misa fue su último pensamiento en este mundo. Y murió en el preciso momento de la consagración durante la Misa Mayor, el día de la Pascua de Pentecostés.

Su fama se extendió por todo el orbe católico, y no tardaron en verse claras las pruebas de su santidad.

La fragua del amor eucarístico que abrasaba constantemente el corazón del lego franciscano era tal que, aun después de muerto, estando su cuerpo insepulto, abrió los ojos por dos veces a la doble elevación de las Sagradas Especies.

Bendecido con el don de la ciencia infusa, cuentan sus biógrafos que estando en el convento de Valencia, en más de una oportunidad, a pesar de saber escasamente leer y escribir, los profesores de Teología propusieron al Santo cuestiones dificilísimas acerca del misterio de la Santísima Trinidad, y las resolvía con tal precisión y claridad que era la admiración de todos. Unos versos que le fueron dedicados expresan algo de su extraordinaria personalidad:

De ciencia infusa dotado,

siendo lego sois Doctor,

Profeta y Predicador,

Teólogo consumado...

Dios se complace en los humildes...

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