lençon, 1873. El 2 de enero ha nacido en aquella ciudad normanda una niña; el día 4 se la bautiza en Nuestra Señora. Es el primer encuentro misterioso con Jesús. Se trata de la última hija de Luis Martin y de Celia Guérin, un matrimonio ejemplar, cristianísimo, sencillamente heroico en el conjunto de sus virtudes sinceras. Con su estilo fin de siglo un poco cerrado, un poco romántico, un poco burgués. Él había trabajado como relojero y joyero. Ella dirigía una pequeña artesanía de encajes de Alençon. Es familia modesta, pero acomodada. A la pequeña precedieron otros ocho hermanos, de los cuales murieron cuatro de corta edad. Quedan: María, Paulina, Leona y Celina. A mediados de marzo hubo que enviar a la pequeña a Semallé para que la criase Rosa Taillé, y no volverá al hogar familiar hasta abril del año siguiente. Lo exigió así la debilidad de la niña y la falta de salud de la madre.
En casa se vive una intimidad entrañable y encantadora. La educación de las hijas se realiza cálidamente, exquisitamente, pero sin mimos. El ambiente es de intensa piedad y de una cultura relativa, pero apropiada a las condiciones de la familia y de los tiempos.
Por cierto que Teresita ofrece síntomas de nerviosismo exagerado a ratos. De pródromos de amor propio muy signi-ficativos. Y de cabeza despierta y de corazón nobilísimo también. Pero el cuidado de los suyos, su esfuerzo despierto desde muy pronto, y sobre todo la gracia de Dios, han logrado que aquellos defectos queden perfectamente superados y las cualidades magníficas orientadas hacia el bien. Ella podrá afirmar de sí misma con toda verdad esta frase tremenda: "Desde los tres años no he negado nada a Dios..." Es un caso de precocidad sobrenatural pocas veces igualado.
El 28 de agosto de 1877 moría madame Martín. De años venía soportando una dura enfermedad cancerosa. Su muer te fue la de una santa. Teresita, de cuatro años y medio, captó la emoción de aquellos días y de aquel trance. Pero su sensibilidad quedó afectada: durante diez años padecerá demasiado las impresiones pequeñas de la vida, aparecerá tímida, llorosa por cualquier pequeñez que le acaezca.
***************************************************************************En casa se vive una intimidad entrañable y encantadora. La educación de las hijas se realiza cálidamente, exquisitamente, pero sin mimos. El ambiente es de intensa piedad y de una cultura relativa, pero apropiada a las condiciones de la familia y de los tiempos.
Por cierto que Teresita ofrece síntomas de nerviosismo exagerado a ratos. De pródromos de amor propio muy signi-ficativos. Y de cabeza despierta y de corazón nobilísimo también. Pero el cuidado de los suyos, su esfuerzo despierto desde muy pronto, y sobre todo la gracia de Dios, han logrado que aquellos defectos queden perfectamente superados y las cualidades magníficas orientadas hacia el bien. Ella podrá afirmar de sí misma con toda verdad esta frase tremenda: "Desde los tres años no he negado nada a Dios..." Es un caso de precocidad sobrenatural pocas veces igualado.
El 28 de agosto de 1877 moría madame Martín. De años venía soportando una dura enfermedad cancerosa. Su muer te fue la de una santa. Teresita, de cuatro años y medio, captó la emoción de aquellos días y de aquel trance. Pero su sensibilidad quedó afectada: durante diez años padecerá demasiado las impresiones pequeñas de la vida, aparecerá tímida, llorosa por cualquier pequeñez que le acaezca.
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