Estos dos Santos vivían en Roma y eran hermanos de sangre, ambos abrazaban la fe cristiana. El emperador Julián, el apóstata, los habría invitado a la corte, pero estos se negaron conociendo la maldad del mismo. El jefe de la guardia imperial Terenciano, fue a la casa de ambos en el Celio con la orden de que ofrecieran incienso a alguna estatua de uno de los "dioses" paganos.
Pasados 10 días de plazo Terenciano no había recibido respuesta alguna de los hermanos, ordenó entonces que fuesen degollados. Seguramente ambos hermanos eran seres muy queridos por la población, debido a sus obras de caridad con los más pobres. Tal vez por este motivo resolvieron asesinarlos secretamente. Se dijo a la población que ambos hermanos estaban de viaje y se los enterró en su propia vivienda.
El emperador Joviniano sucesor de Julián encargó al senador Bizante para que buscara los cuerpos de los hermanos y que construyese en el lugar una iglesia sobre la tumba.
Sobre los restos de la antigua casa romana que albergaba a los hermanos Juan y Pablo, se levanta la basílica de Celimontana dedicada a estos dos mártires.
Pasados 10 días de plazo Terenciano no había recibido respuesta alguna de los hermanos, ordenó entonces que fuesen degollados. Seguramente ambos hermanos eran seres muy queridos por la población, debido a sus obras de caridad con los más pobres. Tal vez por este motivo resolvieron asesinarlos secretamente. Se dijo a la población que ambos hermanos estaban de viaje y se los enterró en su propia vivienda.
El emperador Joviniano sucesor de Julián encargó al senador Bizante para que buscara los cuerpos de los hermanos y que construyese en el lugar una iglesia sobre la tumba.
Sobre los restos de la antigua casa romana que albergaba a los hermanos Juan y Pablo, se levanta la basílica de Celimontana dedicada a estos dos mártires.
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