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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

25 de junio de 2008

Non nobis Domine...

Pocas veces, en mi vida no tan larga, como sugieren mi mujer e hijos, he visto una escena tan pletórica de Catolicidad, como ésta de Henry V, dirigida y actuada por Kenneth Branagh, sobre el guión de la obra de W. Shakespeare.
La única que me gustó más, fué la escena del ¡Christus Vincit!, en El desierto de los tártaros, que desgraciadamente no puedo encontrar en ningún lado.

En ésta, luego de la abrumadora victoria de Agincourt, que se toma como comienzo del Renacimiento, y final de la Edad Media (término equívoco , si los hay), el rey inglés hace cantar a sus tropas el Non nobis Dómine, canto tradicional y propio de los Caballeros Templarios, acabados por la avaricia de un Rey Francés (Felipe el Hermoso, nieto de San Luis, en 1314).

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