Pocas veces, en mi vida no tan larga, como sugieren mi mujer e hijos, he visto una escena tan pletórica de Catolicidad, como ésta de Henry V, dirigida y actuada por Kenneth Branagh, sobre el guión de la obra de W. Shakespeare.
La única que me gustó más, fué la escena del ¡Christus Vincit!, en El desierto de los tártaros, que desgraciadamente no puedo encontrar en ningún lado.
En ésta, luego de la abrumadora victoria de Agincourt, que se toma como comienzo del Renacimiento, y final de la Edad Media (término equívoco , si los hay), el rey inglés hace cantar a sus tropas el Non nobis Dómine, canto tradicional y propio de los Caballeros Templarios, acabados por la avaricia de un Rey Francés (Felipe el Hermoso, nieto de San Luis, en 1314).
La única que me gustó más, fué la escena del ¡Christus Vincit!, en El desierto de los tártaros, que desgraciadamente no puedo encontrar en ningún lado.
En ésta, luego de la abrumadora victoria de Agincourt, que se toma como comienzo del Renacimiento, y final de la Edad Media (término equívoco , si los hay), el rey inglés hace cantar a sus tropas el Non nobis Dómine, canto tradicional y propio de los Caballeros Templarios, acabados por la avaricia de un Rey Francés (Felipe el Hermoso, nieto de San Luis, en 1314).
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