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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

22 de septiembre de 2009

22 de Septiembre, Santo Tomás de Villanueva, Obispo y Confesor




xisten en la historia apelativos que acompañan inseparablemente a determinados nombres y, que nos adentran en la raíz de la personalidad de muchas figuras: el Cruel, el Magnánimo, el Grande, el Piadoso. Tomás de Víllanueva fue justamente bautizado, ya en el acta de canonización, con el de Limosnero. A la hora de hacer el saldo final de una vida humana nada hay, en definitiva, tan glorioso como el haber dejado en el mundo una estela de bondad. Un 8 de septiembre de 1555 moría en su arzobispado de Valencia en medio de la máxima pobreza y desprendimiento. Su gesto final fue de generosidad extrema. Se distribuyeron en dos jornadas cinco mil ducados de limosna por mandato del santo prelado: "Dense prisa —decía casi agonizante—, por que no quede ni un céntimo; no me esté en casa ese dinero". Hasta la cama en que iba a morir se podía decir prestada, pues la había regalado a un criado que no estuvo presente en el reparto de muebles entre sus servidores.

El corazón noble es a su vez limosna que recibimos del cielo. Este fue generoso con Tomás de Villanueva, quien ya desde su infancia hizo gala de tiernas entrañas para con el pobre, desprendiéndose largamente de sus dineros, meriendas y vestidos. Pero el cielo le hizo este favor por caminos llanos y sencillos. Me refiero al clima familiar, sosegado y pródigo, y particularmente al influjo recibido de su santa madre. Los santos tienen apellido, con todo lo que esto significa, aunque los apellidos los ennoblezcan y dignifiquen las personas que los llevan. Tomás García y Martínez de Castellanos, nacido en los campos de Montiel, en Villanueva de los Infantes, respiró con profundidad el calorcillo aromático del molino familiar, pero más aún su atmósfera acogedora para el necesitado. El molino puede ser una casa de usura o casa de misericordias y hogar de santos. No en vano el pan, dádiva humilde y humana, es el símbolo irremplazable de la caridad.

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