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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

24 de septiembre de 2009

La verdad sobre El Código da Vinci (Parte Segunda).- Examen crítico de los argumentos del Código Da Vinci (VIII)







por José Antonio Ullate Fabo






Tomado de
Conoze






XII.- Apertura de mente y casamiento obligatorio

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Langdon y Teabing quieren que nos liberemos de prejuicios para que veamos lo que ellos ven. Luego, nos explican qué es un escotoma

Capítulo 58, páginas 302-303:

Leigh Teabing ha hecho pasar a Langdon y a Sophie a su «estudio», allí le ha explicado a la chica la «verdad» de La última cena de Leonardo. Según él, en lugar de San Juan, Leonardo pintó a María Magdalena. «Sophie se fijó en aquella figura, observándola con detenimiento. Al estudiar el rostro y el cuerpo, le recorrió una oleada de desconcierto. Aquella persona tenía una larga cabellera pelirroja, unas delicadas manos entrelazadas, y la curva de unos senos. Era, sin duda... una mujer. [...]

»Sophie no podía apartar la vista de aquella mujer sentada junto a Cristo. [...] Aunque había visto muchas veces aquella pintura, nunca le había llamado la atención aquella evidente disonancia.

»-Nadie se fija -dijo Teabing-. Nuestras ideas preconcebidas de esta escena son tan fuertes que nos vendan los ojos y nuestra mente suprime la incongruencia.

»-Es un fenómeno conocido como escotoma -añadió Langdon-. El cerebro lo hace a veces con símbolos poderosos».

Más adelante entraremos en el tema de la supuesta presencia de una mujer en el lugar de San Juan en la composición de La última cena de Leonardo. Por ahora, baste decir que, de acuerdo con los cánones estéticos del renacimiento italiano, Leonardo retrata a la derecha de Jesucristo a un joven, poco más que un adolescente, que representa al discípulo amado. Si nos fijamos en los motivos que hacen concluir a Sophie que el apóstol «era sin duda una mujer», ninguno es consistente: la larga cabellera, como queda claro en las obras de Leonardo, era habitual en los varones, principalmente en los jóvenes. De hecho, el cabello largo y suelto es propio de los varones de su tiempo y no de las mujeres, a las cuales (como a la Gioconda, o a la Virgen María) Leonardo las pinta siempre con velo o con un manto que cubra la cabeza. Según Brown, la figura tiene «unas delicadas manos entrelazadas»: efectivamente, las manos están entrelazadas, lo cual no indica más que pasividad o contemplación. En cambio no se percibe que las manos sean especialmente femeninas sino, más bien, las manos de un joven. Lógicamente, son manos menos curtidas que las de los otros apóstoles. Lo más increíble es que Sophie ve claramente «la curva de unos senos». La vestimenta del apóstol, como la de Jesús, es amplia y forma numerosos pliegues. Aparte de eso, intentar adivinar la existencia de atributos femeninos en la figura de San Juan es practicar el mismo juego al que muchos hemos jugado de niños: buscar «caras» en la luna o descubrir formas sorprendentes en las nubes. La prueba está en que el lector puede buscar pliegues semejantes en las vestiduras de Jesús, ¿qué deberíamos concluir de eso, según Brown?

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1 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno no hay que negar que San Juan el discipulo "amado" por Jesús y que era bastante femenino según cuentan ev. canónicos o apócrifos.

Siempre fue una incognita y aunque nuestra Fe no da lugar a interpretaciones fuera de lugar (que por cierto NO existen), debemos a considerar un error de Leonardo o realmente un intento descarado de "decir" otra cosa acerca de Jesús y sus discipulos.

Yo me decantaría por esto último.