urante la última gran persecución antes de la legalización del cristianismo en el Imperio Romano, el Emperador Diocleciano ordenó la matanza de miles de cristianos a causa de su fidelidad a la fe cristiana. Entre tantos jóvenes que dieron sus vidas en vez de abandonar la fe en Jesucristo estuvo Santa Juliana, Vírgen y Mártir. Su memoria se celebra en el aniversario de su martirio, el 16 de febrero del año 305.
Según la Martiriología de Beda el Venerable, Juliana vivía en la ciudad de Nicomedia en Bitinia (actualmente en Turquía). Juliana fue martirizada por la fe cuando se negó a contraer matrimonio con un oficial romano.
Su padre, el pagano Africano, era un funcionario ambicioso en las legiones romanas y desdeñaba a Juliana simplemente por el hecho de haberse convertido en cristiana. Al enterars de la conversión de su hija, exclamó: «¡Por Apolo y Diana! Más quiero verte muerta que cristiana». A lo que ella respondió: «mi Salvador es Jesucristo en quien tengo puesta toda mi confianza».
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