os nombres de las Santas Perpetua y Felícitas figuran de antiguo en el canon de la misa. Habían muerto en el anfiteatro de Cartago el año 203. En el calendario filocaliano de Roma del tiempo de San Dámaso, aparece su fiesta el 7 de marzo. Después se perdió la memoria de su celebración, que a principios de este siglo restauró San Pío X. Fue con motivo de las excavaciones que se realizaban cerca de Túnez, en el emplazamiento de la vieja Cartago. Aparecieron los restos de una basílica paleocristiana y fue hallado el epitafio de estas célebres mártires. Mas como el día siete estaba ocupado por Santo Tomás de Aquino se anticipó la fiesta un día.
Las actas auténticas del martirio de las célebres santas es uno de los documentos más realistas y emocionantes que se conocen. Habremos de contentarnos con espigar algunos de sus más bellos párrafos.
Las Actas constan de tres partes, dos autobiográficas y una narrativa. La primera escrita por la pluma de la misma mártir protagonista: Santa Perpetua; la segunda débese a Sáturo, compañero de martirio de la misma, y lo restante —preámbulo y epílogo— corresponde al armonizador de toda la pieza literaria, tal vez Tertuliano, que la debió ofrecer al público en griego y latín.
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