por el Dr. Antonio Caponetto
Tomado del blog de Cabildo
No puede estar lejos el día en que los diccionarios incorporen como primera acepción de la palabra corrupción el neovocablo kirchnerismo, acotándose que el mismo procede del gentilicio de un malhadado crápula que tiranizó a su patria, dejando en herencia una viuda cómplice de cuanta rapacidad y fraude se cometía a diario. La realidad no desmentirá entonces a la semántica. Ni la ideología podrá enmascarar la evidencia. Porque los hechos mandan con el peso caudaloso de sus manifestaciones visibles.
Si fastidia el registro puntilloso de los casos de putrefacción —cada día más frecuentes, gravísimos y escandalosos—, enúnciense las principales áreas en las que la hediondez oficial campea a su gusto. El kirchnerismo es la corrupción política, toda vez que se viene haciendo uso del poder para un incremento codicioso del patrimonio personal. Plutócratas y oligarcas de burdísimo porte conforman sus huestes, y cada peso robado que emerge de sus faltriqueras roñosas es una burla trágica a una sociedad desfalcada.
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