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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

21 de agosto de 2008

21 de Agosto, Festividad de Santa Juana Francisca Frèmyot de Chantal, Viuda y Fundadora



Los dones naturales y los sobrenaturales son independientes. Pero cuando ambas cosas se unen, el resultado es verdaderamente deslumbrador.
Naturaleza y gracia, íntimamente unidas, actuando aquélla de base y ésta de perfección, producen un resultado ante el cual se siente impresionado quien lo contempla.
Uno de estos casos es el de Santa Juana Francisca. Naturalmente era una superdotada. Sin establecer una comparación que en todo resultaría odiosa, pero mucho más en el caso presente, nos atrevemos a decir que no iba en zaga a San Francisco de Sales en cualidades naturales, y téngase en cuenta que San Francisco pasa por una de las personalidades más excepcionales que ha conocido la historia. La Santa parece tenerlo todo: inteligencia clarísima, extraordinario don de gentes, presencia agradable, hermosura corporal, corazón amplio... y sobre esta base descendieron en abundancia las gracias sobrenaturales que, correspondidas con una generosidad sin límites, produjeron una santidad extraordinaria. Añádase a esto que la Santa trabajó en su propia santificación bajo la égida del prototipo del humanismo cristiano, San Francisco de Sales, y no nos podrá extrañar que el resultado sea, según hemos dicho, verdaderamente deslumbrador.
Como todas las grandes personalidades, Juana Francisca se formó en la adversidad, entre dificultades. No es imposible, pero sí muy difícil, que una personalidad recia nazca en un ambiente de mimos y de vida fácil.
Juana Francisca pierde en los primeros meses de su vida a su madre, y queda bajo la influencia de un padre rectísimo, hombre hecho de una pieza, que ha de atravesar durante la niñez de la Santa circunstancias bien difíciles.
Nos encontramos en Dijón, en plena época de guerras civiles. El señor Frèmyot, padre de la Santa, era presidente del Parlamento, lo que llamaríamos en España la Audiencia Territorial. Permanece fiel a la dinastía, y no menos fiel, a su fe católica. Esto le crea una situación dificilísima. Tiene que abandonar su propia casa, que es saqueada; recibe un mensaje amenazándole con la muerte de su hijo, que ha quedado prisionero, si no cede, y en efecto no cede, aunque la amenaza no llega a realizarse; atraviesa dificultades económicas y de tipo político, rodeado por la incomprensión de unos y de otros. Así, contemplando aquellos ejemplos de integridad y de hombría de bien, se desarrolla la muchacha hasta llegar a los veinte años.
A esta edad contrae matrimonio con el barón de Chantal, que tenía siete años más que ella. Todos los biógrafos se hacen lenguas de la magnífica pareja que formaban los dos jóvenes. Tenía Juana Francisca un tipo majestuoso, una innegable gracia natural y parece que su esposo no se dejaba superar ni en esto, ni en las cualidades de alma, por su mujer. Lo cierto es que durante ocho años el matrimonio vivió una felicidad que parecía no tener límites. Es cierto que a veces el joven esposo tenía que dejar el hogar para ir a la guerra, o a cumplir sus deberes en la corte. Pero esto hacía cada vez más gratas las horas que se pasaban cada vez que regresaba. El mismo rey distinguía al barón de Chantal con su afecto, y nada parecía faltar a la felicidad de aquel hogar que Dios había bendecido con la sonrisa de cuatro niños.
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