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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

22 de agosto de 2008

El león mordido



Ante el silencio, cómplice, de las Fuerzas Armadas, con motivo de la detención y juicio a militares argentinos, como el coronel Losito (ver la nota de Catapulta), uno de los militares argentinos (vivos) más condecorados , condenado a 25 años de cárcel por un Tribunal (Popular) de Corrientes, por combatir a la guerrilla marxista, hago mía esta carta de uno de los pocos militares que se han expresado al respecto.

Tomado de Cabildo


"Queridos compañeros y camaradas:

El ultraje es permanente. Si consideramos que los apresamientos son como consecuencia de haber honrado la palabra dada cuando juramos defender la Bandera hasta la muerte, evitando por todos los medios que flameara el trapo rojo en los mástiles de la Patria, fácil nos resultará concluir en que ya pasó el tiempo del abogado.
¡Éramos tan chicos, y ya éramos soldados! Nunca dejemos de serlo. Hace poco me consultó un joven General, echado a los pocos meses de haber ascendido. Estaba preocupado por el giro que están tomando los juicios y lo pertinaz de la persecución. Pienso que, a veces, en momentos dolorosos vale la pena una sonrisa.
Entonces, al camarada que me consultaba le contesté con un viejo cuento.
Dice así: En el África del apartheid, un negro que andaba en su auto por los barrios de los blancos cometió una infracción de tránsito. Fue apresado, llevado ante un tribunal de “Justicia” y condenado. La pena consistía en luchar de igual a igual con un león. Ambos contendientes deberían ayunar durante dos días, antes del combate. Cuando llegó la hora, el negro fue llevado al estadio de los blancos, colmado de público.

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