por el Dr. Aníbal D´Angelo Rodríguez
Tomado del Blog de Cabildo
i buen amigo ARP me envía un informe sobre la situación de la población española que es estremecedor. El poco crecimiento que se observa se debe principalmente a los inmigrantes. Aún así, la población española está cerca de presentar crecimiento cero. Y la pirámide poblacional está a punto de invertirse. Hay ya un millón de mayores más que de jóvenes y dos millones de personas de más de ochenta años.
La tasa de crecimiento, que tiene que ser de 2,1 hijos por mujer solo para conservar el número de habitantes, está en 1,32, record únicamente igualado por Italia y Grecia. Cada año hay menos matrimonios y más rupturas matrimoniales.
Pero lo más importante de todo esto viene ahora: España y Grecia son los únicos países de Europa que no tienen ley de protección familiar. Es decir, que al Estado español, sucesivamente gobernado por socialistas de izquierda y populares de derecha no le interesa la cuestión de la familia ni de la población. Sencillamente eso: no le interesa, no es política de Estado ni entra en ningún pacto de los tres o cuatro que se han firmado después del de la Moncloa.
Muchas veces hemos dicho que Zapatero y Kirchner son dos seres infinitamente iguales. Los dos, politiqueros de segunda, llegaron al poder gracias al azar. El uno por una bomba oportuna, el otro por un dedazo fortuito. Los dos son tercos como una mula y para recular tienen que golpearle los hechos en la cara: una bomba en Barajas, una perdida elección de Catamarca. Los dos tienen prioridades prototípicas de zurdos progresistas de la especie más bajuna y les falta total y absolutamente cualquier atisbo de grandeza. Por eso Zapatero se dedica a crispar a la sociedad resucitando los odios de la guerra civil y Kirchner hace polvo el ejército y mediante horrores jurídicos mantiene en la cárcel a quienes cumplieron su deber.
Ahora tenemos una nueva prueba de su identidad: los dos promueven el aborto, la píldora del día siguiente (cuando, pasada la borrachera, las damas de este tiempo advierten lo que les pasó. Debiera llamarse píldora de la resaca), la vasectomía y la equiparación del matrimonio con las tristes coyundas de dos seres del mismo sexo (perdón, quise decir género).
Pero a Kirchner, como a Zapatero, la familia, la familia en serio (no digamos ya la familia numerosa) lo tiene absolutamente sin cuidado. En sus años de gobierno no ha tenido tiempo para poner en vigor ni la más mínima norma de protección, ni siquiera de fomento. Salvo un ridículo aumento de ciertas asignaciones familiares.
Son hombres, pues, que se definen no solamente por lo que les importa, sino sobre todo por lo que no les importa. Lástima que el que pagará esos gustos y esos disgustos es el país que en un tiempo fue la República Argentina.
La tasa de crecimiento, que tiene que ser de 2,1 hijos por mujer solo para conservar el número de habitantes, está en 1,32, record únicamente igualado por Italia y Grecia. Cada año hay menos matrimonios y más rupturas matrimoniales.
Pero lo más importante de todo esto viene ahora: España y Grecia son los únicos países de Europa que no tienen ley de protección familiar. Es decir, que al Estado español, sucesivamente gobernado por socialistas de izquierda y populares de derecha no le interesa la cuestión de la familia ni de la población. Sencillamente eso: no le interesa, no es política de Estado ni entra en ningún pacto de los tres o cuatro que se han firmado después del de la Moncloa.
Muchas veces hemos dicho que Zapatero y Kirchner son dos seres infinitamente iguales. Los dos, politiqueros de segunda, llegaron al poder gracias al azar. El uno por una bomba oportuna, el otro por un dedazo fortuito. Los dos son tercos como una mula y para recular tienen que golpearle los hechos en la cara: una bomba en Barajas, una perdida elección de Catamarca. Los dos tienen prioridades prototípicas de zurdos progresistas de la especie más bajuna y les falta total y absolutamente cualquier atisbo de grandeza. Por eso Zapatero se dedica a crispar a la sociedad resucitando los odios de la guerra civil y Kirchner hace polvo el ejército y mediante horrores jurídicos mantiene en la cárcel a quienes cumplieron su deber.
Ahora tenemos una nueva prueba de su identidad: los dos promueven el aborto, la píldora del día siguiente (cuando, pasada la borrachera, las damas de este tiempo advierten lo que les pasó. Debiera llamarse píldora de la resaca), la vasectomía y la equiparación del matrimonio con las tristes coyundas de dos seres del mismo sexo (perdón, quise decir género).
Pero a Kirchner, como a Zapatero, la familia, la familia en serio (no digamos ya la familia numerosa) lo tiene absolutamente sin cuidado. En sus años de gobierno no ha tenido tiempo para poner en vigor ni la más mínima norma de protección, ni siquiera de fomento. Salvo un ridículo aumento de ciertas asignaciones familiares.
Son hombres, pues, que se definen no solamente por lo que les importa, sino sobre todo por lo que no les importa. Lástima que el que pagará esos gustos y esos disgustos es el país que en un tiempo fue la República Argentina.
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