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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

4 de abril de 2009

Esencia de la Herejía Progresista (4)


por el R.P. Fr. Alberto García Vieyra, O.P.

Tomado de La Quimera del Progresismo,
Colección Clásicos Contrarrevolucionarios,
Buenos Aires, 1981
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LA NUEVA TEOLOGÍA

a esencia del Progresismo Católico consiste en un falso sobrenaturalismo con graves afinidades a las proposiciones condenadas de Miguel du Bay (Bayo) por San Pío V (a. 1567).La temática reaparece a raíz de la negación de la naturaleza pura, por Henri de Lubac, la reciente teología protestante de Bultmann y las tendencias agnósticas, existenciales e historicistas de la filosofía.
Sobre este asunto ya nos ocupamos en la revista Roma N? 36. No repetiremos lo expuesto entonces.
Los errores de Bayo se insertan en las controversias post-tridentinas sobre la naturaleza y la gracia. Estas cuestiones han vuelto en nuestro tiempo.
En Sumaturel (1946), el P. Henri de Lubac niega la distinción entre Dios autor del orden natural y Dios autor del orden sobrenatural. Precisamente es la concepción de Miguel du Bay.
Bayo reconoce un triple estado de la naturaleza: inocente, caída y reparada. No reconoce estado de naturaleza pura.
Dios hizo al hombre recto. Esta rectitud no puede concebirse, según Bayo, sin la inhabilitación del Espíritu Santo. Sin Él, el alma no es viviente sino muerta. Viene ahora el problema: si esa rectitud es natural o sobrenatural. Responde: Los dones de la justicia original no constituyen una exaltación gratuita de la naturaleza humana, que pasaría así de un estado inferior a otro superior, sino su condición natural.
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