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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

10 de agosto de 2009

10 de Agosto, Festividad de San Lorenzo, Diácono y Mártir





onocemos a San Lorenzo y su martirio por el testimonio verídico, por la majestad romana y por el vuelo pindárico del himno en loor suyo del poeta probablemente cesaraugustano Aurelio Prudencio, que quizá había nacido en Zaragoza y debió de morir allá por el año 410, cuando, empujado por la enorme vitalidad de su pueblo, al frente de sus hordas de visigodos (o sea los godos de aquende el Danubio), Alarico, poderoso e inexorable como una inundación, anegó la ciudad de Roma y amagó anegar la civilización latina.

La extrema pasión del diácono Lorenzo había dejado en la antigüedad cristiana un recuerdo indeleble: pero no quedó tras ella ningún auténtico documento escrito. El primero que la consigna como tradición volátil, en inaprehensible estado de fluidez, es San Ambrosio. El segundo que la asume y la transforma en materia poética es el autor del Peristephanon, el más grande poeta cristiano hasta que, a los novecientos años de distancia, se irguió, más alto que las Pirámides, más perenne que el bronce, el florentino Dante Alighieri.

Prudencio canta la efusión de sangre cristiana con orgiástica embriaguez. Prudencio es hemólatra, es decir, idólatra de la pasión y de la sangre derramada por amor de Cristo. Prudencio, que es celtibérico, podría parecer bético, verbigracia de Córdoba y del linaje del Séneca de las tragedias y de Lucano, cantor de guerras más que civiles; de Córdoba, dije, patria de hombres enjutos bellos y fuertes que luchan a hierro con bestias generosas y pugnaces, en un circo sonante, lleno de pueblo, ávido de emoción.
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