a familia de Julián vivía en la ciudad de Antioquía, durante el siglo IV. El recibió una formación esmerada en la ciencia y en la piedad, dirigida a constituir una continuación de la vida noble de sus antepasados. Lo cual incluía el contraer un matrimonio digno de su rango.
Al insistir sus padres que contraiga desposorios y matrimonio, se le cierran a Julián los caminos de la virginidad que un día había prometido al Señor. Ante esta actitud paterna, Julián pide unos días para deliberar calmadamente una decisión tan seria en la que se ventila la cuestión de seguir a Jesús o desobedecer a sus padres. En este punto dice la leyenda que Julián conoce por revelación del cielo la esposa con la que podrá guardar la anhelada virginidad.
Con un suave olor de flores - y seguimos copiando la leyenda - los novios Julián y Basilisa son arrastrados hacia el amor de la virginidad, apareciéndoseles Nuestro Señor Jesucristo aprobando la determinación de conservarse intactos. Acompañan a Cristo un cortejo interminable de santos y santas vírgenes, entre cuyo desfile grandioso y ante la expectación de los celestes ejércitos ven sus nombres como en un letrero inmenso.
Esta aparición fue para Basilisa y Julián como una jura de bandera, con estruendo de clarines y con sonar de armonías inolvidables. Al poco tiempo mueren los padres de Julián y ambos recién casados se retiran y fundan sendos monasterios.
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