por el R.P. Terzio
Tomado de Ex Orbe
ay efemérides infaustas que no son para recordar, mucho menos para repetir. Aquel encuentro juanpablista de Asís-1986 marcó una cota de confusión memorable. Desgraciadamente, parece que vuelve el espejismo de Asís.
Nunca entendí su oportunidad, por mucho que me lo explican y me lo auto-explique. Considero que fue un acto en contradicción con el ser mismo de la Iglesia, cuya misión es evangelizar a los paganos, no 'orar' con ellos.
A lo sumo aceptaba considerar aquel comunitarismo indiferentista como un entusiasmo bienintencionado más de Juan Pablo II, un globo de colorines con mucho gas dentro, de esos que se sueltan y se ven subir y subir y subir y subir...hasta que se pierden y se los lleva el viento. Y nada más.
Pero sí hay algo más, porque lo que el Papa hace (o dice), aunque sea montar un encuentro temático religioso-pacifista ocasional, aunque sean unas palabras dichas en una entrevista a un periodista, aunque sea una cita al vuelo en un discurso de protocolo, lo que sea, lo más mínimo, tiene un peso, una gravedad extraordinaria. Un gesto, un acto, una palabra del Papa, lleva aneja una relevancia que influye en el mundo entero. Las palabras dichas esta mañana, las que comento, han sido estas:
Nunca entendí su oportunidad, por mucho que me lo explican y me lo auto-explique. Considero que fue un acto en contradicción con el ser mismo de la Iglesia, cuya misión es evangelizar a los paganos, no 'orar' con ellos.
A lo sumo aceptaba considerar aquel comunitarismo indiferentista como un entusiasmo bienintencionado más de Juan Pablo II, un globo de colorines con mucho gas dentro, de esos que se sueltan y se ven subir y subir y subir y subir...hasta que se pierden y se los lleva el viento. Y nada más.
Pero sí hay algo más, porque lo que el Papa hace (o dice), aunque sea montar un encuentro temático religioso-pacifista ocasional, aunque sean unas palabras dichas en una entrevista a un periodista, aunque sea una cita al vuelo en un discurso de protocolo, lo que sea, lo más mínimo, tiene un peso, una gravedad extraordinaria. Un gesto, un acto, una palabra del Papa, lleva aneja una relevancia que influye en el mundo entero. Las palabras dichas esta mañana, las que comento, han sido estas:
"Cari fratelli e sorelle, nel Messaggio per l’odierna Giornata della Pace ho avuto modo di sottolineare come le grandi religioni possano costituire un importante fattore di unità e di pace per la famiglia umana, ed ho ricordato, a tale proposito, che in questo anno 2011 ricorrerà il 25° anniversario della Giornata Mondiale di Preghiera per la Pace che il Venerabile Giovanni Paolo II convocò ad Assisi nel 1986. Per questo, nel prossimo mese di ottobre, mi recherò pellegrino nella città di san Francesco, invitando ad unirsi a questo cammino i fratelli cristiani delle diverse confessioni, gli esponenti delle tradizioni religiose del mondo e, idealmente, tutti gli uomini di buona volontà, allo scopo di fare memoria di quel gesto storico voluto dal mio Predecessore e di rinnovare solennemente l’impegno dei credenti di ogni religione a vivere la propria fede religiosa come servizio per la causa della pace. Chi è in cammino verso Dio non può non trasmettere pace, chi costruisce pace non può non avvicinarsi a Dio. Vi invito ad accompagnare sin d’ora con la vostra preghiera questa iniziativa."
Con lo de aquel atrio (o era ágora?) de los gentiles (o era de la gentilidad?), Benedicto XVI amagó ya cierta tendencia. Si lo que acaba de anunciar, ese encuentro en Octubre próximo en Asís Asís-IIIº?) va a confirmar un nuevo espíritu (espectro?) de no se sabe bien qué para todos (y todas) en comunión global universalista pan-humanista multi-pacifista y macedonia cultural-religiosa, mucho me temo que volvemos a los temblores por dentro. Fuera, en el mundo del siglo XX-XXI, la Iglesia tiene ya perdidas importantes batallas que le han acarreado muchas ruínas. Pero meter la ruína dentro y desestabilizarse removiendo sólidos principios que son fundamentales, eso es una locura.
Lástima que la patria del Poverello sirva de escenario para ese monumental espejismo, precisamente Asís, el sitio donde el Crucificado, desde el ábside de la ermita abandonada de San Damiano, le habló a Francisco y le dijo aquellas tremendas y comprometedoras palabras:
“ Francesco, vai e ripara la mia Chiesa, che va in rovina ”.
¡Cuánto me gustaría que alguno recibiera otra vez un mensaje así, en Asís!.
Preghiamo!!!
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