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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

11 de junio de 2008

Respueta razonada a la Sra Presidenta


por el Dr Aníbal D´Angelo Rodríguez


El lunes 9 de Junio la Sra. Presidenta de la Nación pronunció un enésimo discurso sobre el conflicto con el campo. Conviene analizarlo y responderle:

1.- Señora: Usted cree – y dice – que “no es una parte” sino la Presidenta de la República que “debe gobernar para todos los argentinos” y de allí deduce que Usted (el todo) no debe tratar con el campo (la parte).

Está equivocada. En el conflicto planteado, Usted es una parte como la otra, sin perjuicio de que, en efecto, Usted tenga a su cuidado el bien común de los argentinos.

Usted ha tomado una medida (de paso, de manera ilegal) y a partir de ella se ha generado un conflicto. Así se convirtió en parte de ese conflicto creado por Usted.

Y es la calidad de parte en el conflicto lo que la obliga a dialogar con el campo, la otra parte, así como su cuidado del bien común la obliga a buscar una solución justa para todos. Pero, insisto, no es el todo de nada, ni siquiera del Estado argentino que por definición constitucional está dividido en tres poderes, de los cuales Usted integra uno sólo, el Ejecutivo.

2.- Usted dice que no vivimos una crisis en estos noventa días y para probarlo aduce imágenes – restaurantes llenos, ventas creciendo, etc., - que pertenecen a la ciudad de Buenos Aires. El interior del país, por el contrario, ha estado y está conmocionado, con centenares de piquetes, rutas cortadas, manifestaciones multitudinarias, tractorazos.

Señora Presidenta: eso es una crisis, una conmoción que constituye un “momento de decisión” y tan claramente lo es que Usted se ha visto obligada a tomar una decisión importante, como es destinar parte del producido de las retenciones a algo que no tenía previsto: construcción de hospitales, viviendas y rutas. (Debe descartarse que tal cosa estuviera en sus previsiones puesto que de ser así lo hubiera anunciado en el momento de disponer el aumento de las retenciones o en alguno de los innumerables discursos pronunciados desde entonces. Es la crisis la que ha hecho lo que las crisis hacen: obligarla a decidir. (La palabra viene del griego “krisis”, decisión.)

3.- La medida con que Usted quiere terminar el conflicto, tapándoles la boca a los ruralistas:

a) Es de suma incierta, puesto que no se sabe cuánto y por cuanto tiempo se dispondrá de ella, ya que está atada al precio internacional de la soja;

b) Es una medida centralista más, ya que ni Usted ni el Decreto que crea el fondo administrador de los fondos atribuye papel alguno a las provincias en el proceso de decisión de las obras. Es decir que puede preverse que – como se ha venido haciendo en el gobierno de su marido y en el suyo – recibirán más los más obsecuentes con el poder central;

c) Pone en manos del Ministro De Vido sumas que pueden ser muy grandes. Pero para decirlo con todo cuidado y respeto, dicho Ministro no es para nada garantía de transparencia, bastando recordar cómo lo salpica el caso Skanska.

4.- Y para decirlo todo, su gobierno entero está fuertemente sospechado, Señora Presidenta. No contamos aún con sentencias judiciales pero la opinión pública se forma no con las pruebas de un juicio sino con certezas morales. Y los millones de Santa Cruz, la bolsa de la Ministra Micele, la valija de Antonioni, el caso Skanska y otros muchos dan la impresión de que nos hallamos frente a dos gobiernos – el de su marido y el suyo – muy llenos de sospechas graves en cuanto a su integridad moral.

En tales condiciones, no puede haber certeza de que los fondos se destinarán al fin previsto ni de que serán administrados con probidad.

5.- Usted sostiene que “mientras haya un pobre en la Patria no habrá victoria definitiva. Ese es un modo de pensar utópico e izquierdista. Si fuera así, jamás llegaría tal “victoria definitiva” pues ninguno de los dos sistemas propuestos en el siglo XX – capitalismo y socialismo – consiguió hacer desaparecer la pobreza. Y ni siquiera la miseria. Una persona sensata se conformaría con privilegiar el bien común y hacer reinar la justicia, renunciando a objetivos tan poco realistas como la desaparición de la pobreza.

6. Usted dice que aspira a que “todos los argentinos puedan ejercer sus derechos libremente” y que “nadie puede arrogarse el derecho de restringir el derecho a transitar”. De los arrepentidos se vale Dios. ¿No hubiera sido conveniente que nos explicara cuándo, Usted y su marido, llegaron a estas tan formidables conclusiones? Porque en cinco años de gobierno de ambos el Gobierno ha tolerado permanentes violaciones de esos derechos (y de otros más) y entonces la opinión pública no tiene más remedio que pensar que en esta materia Ustedes aplican el viejo principio del General Prim: “para los amigos todo, para los enemigos el reglamento”

7. Frente al “bochinche” de estos noventa días (“bochinche” que Usted describe tan parcialmente) no debió decir “Feliz Día dela Bandera”. No. Al ver la importancia de la conmoción creada en la mayor parte del país que Usted debe gobernar su obligación era dialogar y tratar de encontrar un camino de salida a la crisis. Usted optó por no negociar pero ni siquiera tuvo la sinceridad de decirlo. Usted manifestó que negociaría pero una y otra vez hizo fracasar las instancias de negociación con chicanas y pretextos. Usted se sintió ofendida por manifestaciones de los ruralistas en Rosario y trabó el diálogo por eso, privilegiando sus sentimientos personales y los de su marido a sus obligaciones como mandataria de los argentinos. Man-da-ta-ria. Usted tiene un mandato del pueblo argentino para gestionar su bien común. Hasta ahora no ha demostrado entender cuál es su papel y cumplirlo con mínima decencia, integridad y dedicación. Ahora pretende dejar sin argumentos a los hombres del campo e impresionar a la opinión pública con unas decisiones autoritarias tomadas unilateralmente y con un discurso cuyas limitaciones y defectos acabamos de analizar.

Señora Presidenta: cambie el rumbo porque el que Usted ha tomado nos lleva a una catástrofe más de las muchas que ha padecido el país.


Fuente: Nuevo encuentro

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