Los antiguos martirológios transmiten la noticia de que San Apolinar fue el primer obispo de Ravena, en el norte de Italia, y que murió mártir, según parece, a fines del siglo II. Pero estas mismas noticias y otras que sobre él se nos transmiten están envueltas en el misterio y rodeadas de multitud de leyendas.
Lo más seguro respecto de este Santo, tan celebrado por otra parte en la antigüedad, es lo siguiente:
San Pedro Crisólogo, obispo de Ravena en la segunda mitad del siglo V (432-452), nos dice en el sermón 128 que Apolinar fue el primer obispo de Ravena y el único mártir de la ciudad. Ahora bien, especificando algo más el concepto de martirio de este Santo, nos comunica a través de ponderaciones oratorias que, de hecho, no murió por efecto de los tormentos y con la efusión de su sangre, por lo cual no podía ser considerado con rigor como mártir. Sin embargo, añade que los trabajos que tuvo que sufrir en el gobierno de su iglesia y la paciencia que mostró en todos ellos, que a veces llegó a la efusión de sangre, permiten considerarle en nada inferior a los mártires. En efecto, según dice él estuvo siempre dispuesto al supremo sacrificio y a punto de ser sacrificado cuando se dejó convencer por las oraciones de su grey, y quedó todavía algún tiempo en este mundo, difiriendo el cumplimiento de sus deseos.
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