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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

13 de julio de 2008

El Padre Elías. Un apocalipsis







Hace ya un tiempo, Cruz y Fierro recomendó enfáticamente su lectura, y publicó una serie de artículos sobre los signos de los tiempos del autor del Libro, Michael D. O´Brien (brillantes!!).
Haciendo click sobre el nombre del blog accederán a su lectura.
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El Embajador en el Infierno , con no menos énfasis decía "A este libro hay que leerlo ya".
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Compré el libro en cuestión. Fueron los 80 pesos mejor gastados en mi vida. En el acto le escribí a Cruz y Fierro para agradecerle.
Me encantó. Durante la lectura, y durante un tiempo largo me tuvo, y todavía me tiene, reflexionando sobre el mundo posmoderno circundante, pero sobre todo sobre mí mismo, mis miserias y lo poco que hago por superarlas.

Este blog nació en mayo de este año, durante una convalescencia, con mucho tiempo libre, y como soy un lector voraz y omnívoro decidí compartir mis lecturas y hallazgos con quien quisiera leerlos. Me propuse, entre otras cosas hacer una rescención del Padre Elías.
La convalescencia terminó, y no la había hecho. Ahora el tiempo que dispongo para actualizar el blog es muy, muy escaso.
Por lo que decidí publicar esta crítica literaria firmada por David Amado, y tomada de Hispanidad.

No lo tenía fácil Michael D. O’Brien al adentrarse en el thriller apocalíptico. Autores como Benson, Soloviev o Hugo Wast parecían haberlo dicho todo. Pero, señores, el Club de los novelistas apocalípticos, para bien de todos, no está cerrado. O’Brien merece, con justo título, introducirse en él por la puerta grande y, con el tiempo, pasar a la bodega de las grandes reservas a las que siempre es oportuno acudir. El Padre Elías, además, tiene una característica que lo hace aún más agradable al paladar, sobretodo al de nuestros tiempos, que siente una vagancia extrema a la hora de establecer analogías y comparaciones. Está ambientado en el tiempo actual y refleja las características del momento. Eso no pudieron hacerlo ni Benson ni Wast, que arriesgaron demasiado al imaginar el contexto que acompañaría a la venida del anticristo. Me refiero a los decorados, porque el contenido de aquellas obras, la idea que transmiten, es clarísima y está perfectamente reflejada en la narración. Pero El Padre Elías no tiene esa característica, sino que se sitúa muy bien e nuestro momento. De esa manera el lector recorre con mayor facilidad las páginas porque el escenario que se le muestra no está tan lejos de su experiencia cotidiana. Es una novela de hoy que habla del Apocalipsis.

El Padre Elías es un monje carmelita que recibe un encargo del Papa: descubrir si un influyente personaje, el Presidente, es o no el anticristo. La obra en sí es una novela, detalle que no debe olvidarse nunca, pero que tiene en cuenta lo que la tradición de la Iglesia ha ido descubriendo en su meditación sobre el Apocalipsis y grandes dotes de sentido común.

El poder mundial se va unificando. Para ello es necesario no sólo reducir todas las autoridades a una sola sino también hacer sucumbir las religiones en una especie de credo sincretista. Como el sentido religioso no puede negarse, dado que está impreso en lo más hondo del corazón del hombre, lo que se pretende es cambiar su objeto. En lugar de adorar a Dios, en el centro se coloca al hombre.

¿Quiénes son los valedores de ese intento llevado a cabo en nombre de la Humanidad? Gente influyente y eclesiásticos sin fe que seducidos por la vanidad e incapaces de mantenerse en la austera obediencia que enseña la Iglesia prefieren atajos que no conducen a ninguna parte que no el Camino de la verdad.

La novela tiene todos los ingredientes para resultar entretenida. Su lectura engancha. Alguien me ha dicho que le sobran cincuenta páginas. Es posible, pero las otras 586 valen muchísimo la pena.

Y de esta obra hay que subrayar algunos aspectos relevantes. Por una parte el autor ha reflejado bien que el anticristo es un hombre. No es Satanás disfrazado. No, es un hombre. Y los que le siguen lo hacen por un acto de apostasía, mezclado con mucha vanidad y afán de poder. Además, y el autor lo refleja con un talento extraordinario, en su misión, el Padre Elías se ha de enfrentar no sólo a un poderosos enemigo sino también a los fantasmas de su pasado. Él fue superviviente del Holocausto, pasó por el ateísmo, estuvo casado y dejó de lado un brillante porvenir en la política por consagrarse al Señor. Así, con ese ejemplo de lucha humilde de un alma por ser fiel, se nos da la oportunidad de entrar en nuestra propia interioridad. El enemigo no está sólo fuera. También dentro, y de muchos sitios. Como señala Stratford Caldecott: “O’Brien ha escrito una obra profética y un manual de guerra espiritual. Léala y rece”.

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