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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

7 de agosto de 2008

El sentido cristiano de la vida


Tomado de Cabildo

El Profesor Jordán Bruno Genta es el autor de la conferencia cuyos párrafos más salientes reproducimos a continuación, y fueron pronunciados en la localidad argentina de Rosario, en la Provincia de Santa Fe, en el mes de agosto de 1972.
El Profesor Genta fue el formador de más de una generación de hombres de armas que supieron darlo todo, hasta sus vidas, en la guerra contra la subversión marxista que se desató durante la segunda mitad de la década del ’70.
La palabra esclarecida, valiente y enérgica del Profesor Genta fue una antorcha que iluminó el camino de la Verdad en tiempos donde muchos corren tras las fábulas. Su sangre (que derramara generosamente en aquella mañana del 27 de octubre de 1974, fiesta de Cristo Rey, cuando los subversivos al servicio del comunismo internacional lo asesinaron a la salida de Misa) refrendó, definitiva y virilmente, el testimonio de una vida que podría resumirse en una frase de San Pablo: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir ganancia” (Filipenses, I, 21).


Hoy vamos a hablar de dos programas de vida que tienen una meta, las cuales difieren del uno al otro de un modo tal que son exclusivas y excluyentes entre sí. Uno de los caminos, unos de esos programas de vida está hoy en pleno auge y en pleno desarrollo triunfal en el mundo: es el que se define en el materialismo ateo, o sea los caminos del marxismo.

El otro es el camino del cristianismo, el sentido cristiano de la vida, que humanamente pareciera estar en derrota. Hay un hecho que es evidente. Si el éxito fuera la prueba de la verdad de un sistema, de una concepción del mundo y de la vida, de un programa político, es evidente que el marxismo es el acontecimiento más exitoso de todos los tiempos.

Si uno piensa que el “Manifiesto Comunista” fue publicado a comienzos de 1848, ha pasado apenas un siglo y unos cuarenta años, y en ese tiempo ese manifiesto ha configurado un movimiento ideológico y político que domina la mitad del mundo y que tiene a la otra mitad entre sus garras.

No hay acontecimiento que tenga, digamos así, una extensión mayor que este, dimensiones tan grandes considerado en el plano humano temporal, como el marxismo comunista. El movimiento del comunismo ateo.

Cuando hoy la Iglesia insiste en que el ateísmo es el fenómeno más grave de nuestro tiempo, ese fenómeno está configurado en ese ateísmo sistemático, que es justamente el comunismo, y el comunismo es el éxito, es el triunfo; por eso vemos, inclusive, que hasta en el seno mismo de la Iglesia se suscitan movimientos, como por ejemplo el de los “Sacerdotes para el Tercer Mundo”, los cuales de un modo u otro aparecen con una afinidad, con el afán de asimilarse, de conciliar, de encontrar de algún modo la coincidencia con el movimiento marxista.

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