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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

10 de octubre de 2008

Imitación de Cristo (4)



7.- Que se ha de huir la vana esperanza y la soberbia


1. Vano es el que pone su esperanza en los hombres o en las criaturas. No te avergüences de servir a otros por amor a Jesucristo y parecer pobre en este siglo.
No confíes de ti mismo, sino pon tu esperanza en Dios. Haz lo que puedas, y Dios favorecerá tu buena voluntad. No confíes en tu ciencia ni en la astucia d ningún viviente, sino en la gracia de Dios que ayuda a los humildes y abate a los presumidos.
2. Si tienes riquezas, no te gloríes en ellas ni en los amigos, aunque sean poderosos, síno en Dios, que todo lo da, y, sobre todo, desea darse a Sí mismo. No te ensalces por la gallardía y hermosura del cuerpo, que con pequeña enfermedad destruye y afea. No te engrías de tu habilidad o ingenio, no sea que desagrades a Dios, de quien es todo bien natural que tuvieres.
3. No te estimes por mejor que otros, porque no seas quizá tenido por peor delante de Díos, que sabe lo que hay en el hombre. No te ensoberbezcas de tus buenas obras, porque de otra manera son los juicios de Dios que los de los hombres, y a El muchas veces desagrada lo que a ellos contenta. Si tuvieres algo bueno, piensa que son mejores los otros, porque así conservas la humildad. No te daña si te pusieres debajo de todos; mas es muy dañoso si te antepones a sólo uno. Continua paz tiene el humilde; mas en el corazón del soberbio hay emulación y saña frecuente.

9.- Que se ha de evitar la mucha familiaridad

1. No descubras tu corazón a cualquiera (Eccl., 8, 22), mas comunica tus cosas con el sabio y temeroso de Dios.
Con los jóvenes y extraños conversa poco. Con los ricos no seas lisonjero, ni estés de buena gana delante de los grandes. Acompáñate con los humildes y sencillos y con los devotos y bien acostumbrados, y trata con ellos cosas de edificación: No tengas familiaridad con ninguna mujer mas en general encomienda a Dios todas las buenas. Desea ser familiar a sólo Dios y a sus ángeles, y huye de ser conocido de los hombres.
2. Justo es tener caridad con todos; pero no conviene la familiaridad. Algunas veces sucede que la persona no conocida resplandece por la buena fama; pero su presencia suele parecer mucho menos. Pensamos algunas veces agradar a los otros con nuestra conversación; y más los ofendemos porque ven en nosotros.

10.- De la obediencia y sujeción

1. Gran cosa es estar en obediencia, vivir debajo de un superior y no tener voluntad propia. Mucho más seguro es estar en sujeción que en mando.
Muchos están en obediencia más por necesidad que por caridad; los cuales tienen trabajo y ligeramente murmuran, y nunca tendrán Libertad de ánimo si no se sujetan por Dios de todo corazón.
Anda de una parte a otra; no hallarás descanso sino en la humilde sujeción al superior. La imaginación y mudaría de lugar a muchos ha engañado.
2. Verdad es que cada uno se rige de buena gana por su propio parecer, y se inclina más a los que siguen su sentir. Mas si Dios está entre nosotros, necesario es que dejemos algunas veces nuestro parecer por el bien de la paz. ¿Quién es tan sabio que lo sepa todo enteramente

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