por Vittorio Messori
Tomado de Conoze
e ha publicado un voluminoso documento (unas 867 páginas «pesadas como el plomo», como las ha definido alguien) compilado por el historiador luterano Gerhard Bieser y editado por un protestante de la antigua Alemania comunista libre de toda sospecha.
En la obra se reconstruyen las relaciones entre los «evangélicos» y el disuelto régimen «democrático». Es un cuadro que el propio Sínodo de la reunificada EKD, la Iglesia evangélica alemana, define como «alarmante» y «como para solicitar un acto público de contrición».
Del dossier se desprende que tres mil de los cuatro mil pastores protestantes de la Alemania autodenominada «popular» eran informadores estables u ocasionales de la terrible Staatsichereit, la policía secreta del Estado, llamada Stasi. Según Bieser, la apertura de los archivos ha mostrado que la colaboración del estamento eclesiástico luterano con el régimen, incluso como espías, «no fue ocasional ni estuvo limitada al marco de la vida religiosa sino que constituyó un problema estructural para la Iglesia evangélica».
Siguiendo al mismo historiador, se dice que entre los informadores de la Stasi «todavía no han aparecido nombres de eclesiásticos católicos», pero, añade a modo de consuelo para sus colegas luteranos, «es sólo cuestión de tiempo».
También señala como igualmente cierto que, como ocurrió con el nazismo, cuando se lleve a cabo el balance definitivo, la implicación de los protestantes será bastante superior a la de los católicos. Y, según observa el propio historiador, no sólo se debe a la desastrosa tradición evangélica de las «Iglesias de Estado» sino también al hecho de haber sustituido al Papa por el poder de turno; otro factor es la tradición, que se remite al mismo Lutero, de apoyarse en las autoridades laicas vendiéndoles las «protecciones» de la Iglesia. Pero también, señala el reverendo Bier, porque «los pastores están casados, tienen familia y son más susceptibles de ser chantajeados que el clero católico, que es célibe».
Así lo reconoce el mismo Sínodo evangélico alemán al buscar las razones que llevaron a tres mil de los cuatro mil pastores a hacerse informadores de la policía secreta al servicio de una tiranía oficialmente atea.
En la obra se reconstruyen las relaciones entre los «evangélicos» y el disuelto régimen «democrático». Es un cuadro que el propio Sínodo de la reunificada EKD, la Iglesia evangélica alemana, define como «alarmante» y «como para solicitar un acto público de contrición».
Del dossier se desprende que tres mil de los cuatro mil pastores protestantes de la Alemania autodenominada «popular» eran informadores estables u ocasionales de la terrible Staatsichereit, la policía secreta del Estado, llamada Stasi. Según Bieser, la apertura de los archivos ha mostrado que la colaboración del estamento eclesiástico luterano con el régimen, incluso como espías, «no fue ocasional ni estuvo limitada al marco de la vida religiosa sino que constituyó un problema estructural para la Iglesia evangélica».
Siguiendo al mismo historiador, se dice que entre los informadores de la Stasi «todavía no han aparecido nombres de eclesiásticos católicos», pero, añade a modo de consuelo para sus colegas luteranos, «es sólo cuestión de tiempo».
También señala como igualmente cierto que, como ocurrió con el nazismo, cuando se lleve a cabo el balance definitivo, la implicación de los protestantes será bastante superior a la de los católicos. Y, según observa el propio historiador, no sólo se debe a la desastrosa tradición evangélica de las «Iglesias de Estado» sino también al hecho de haber sustituido al Papa por el poder de turno; otro factor es la tradición, que se remite al mismo Lutero, de apoyarse en las autoridades laicas vendiéndoles las «protecciones» de la Iglesia. Pero también, señala el reverendo Bier, porque «los pastores están casados, tienen familia y son más susceptibles de ser chantajeados que el clero católico, que es célibe».
Así lo reconoce el mismo Sínodo evangélico alemán al buscar las razones que llevaron a tres mil de los cuatro mil pastores a hacerse informadores de la policía secreta al servicio de una tiranía oficialmente atea.
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