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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

26 de enero de 2011

EL «HOMBRE PEREGRINO» DE TOLKIEN


Si bien el objetivo del blog de donde he tomado este artículo es mostrar el cambio, en poco tiempo, de acuerdo a las "enseñanzas" del Fundador, que recomiendo leer, me ha parecido un estudio serio, católico y bien fundado de las razones de Tolkien, de quien soy un admirado lector, en consonancia con el Dr. Jorge N. Ferro, quizá el más conocedor de su obra en nuestras latitudes.



por el R.P. Miguel A. Fuentes, I.V.E.



Tomado de Desde la Roca del Grifo




i los hasta ahora desafortunados esfuerzos de nuestros aprendices de antropólogos llegasen algún día a la suspirada meta de encontrar el «eslabón perdido» de nuestra raza, yo no me extrañaría al escuchar el estruendoso anuncio del hallazgo de un montón de huesos ordenadamente enterrados junto... a un bordón de peregrino.

El hombre es un extraño en este mundo, aunque sea su mundo. En el hogar que ha construido con sus manos es un mendigo que pide alojamiento por una noche. Es un huesped en su propia casa.

Siempre me ha desconcertado el que todas las grandes historias de los hombres sean historias de odiseas; viajes con destinos inciertos o al menos por caminos dignos de recelo. Apenas dos capítulos después de comenzar el Libro de los Libros, se nos describe a nuestros primeros padres emigrando del Paraíso perdido. Vagabundea Caín por el mundo y Abram se hace caminante por voluntad divina. El viaje marítimo de Noé es el más antiguo aliento que podría haber encontrado Colón para animarse a su empresa. Peregrina el pueblo elegido. Peregrina la Iglesia, como escribe Agustín, entre las persecusiones del mundo y los consuelos de Dios. Peregrino es Gilgamesh; también Ulises, Eneas, Colón; los misteriosos personajes de las leyendas del holandés y del judío errantes. Viajero es Dante por los reinos de ultratumba, y trotamundos es Don Alonso Quijano, el loco, por las gastadas tierras de España.
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