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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

15 de octubre de 2008

Democracia y contranatura



por el Dr Antonio Caponetto

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Editorial del Nº 77 de Cabildo

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Se cuentan por decenas, y a diario, los hechos gravísimos que corroboran la corrupción descomunal del kirchnerismo, engendro político sólo sostenido como suelen sostenerse las tiranías, por una mezcla trágica de dineros malhabidos y fuerzas brutas desplegadas a mansalva.
Ejemplo de lo primero —además de los negocios inmobiliarios y financieros del conyungo gobernante— son las actuales evidencias de fortunas ingentes que lo asisten, tanto procedentes del narcotráfico internacional como de la satrapía chavista. Entreverados en una mezcla ilegal de efedrinas, coimas, valijas clandestinas y prebendas torvas, la pingüinácea pareja semeja ya, sin retorno, al ave malandra que retratara Martín Fierro, diciendo: le tiene al robo afición. Ejemplo de lo segundo, esto es, de la violencia con que son capaces de sojuzgar y someter a quienes se les interponen, baste no olvidar el despliegue burdísimo de patoteros y rufianes exhibido principalmente en la lucha contra los hombres del campo; esto sin contar con los titulares institucionales del poder de coacción, que dócilmente le responden, hasta hace poco comandados por el primer escalador de taburetes, antes de que su nombre terminara emporcado, como corresponde, “en sórdidas noticias policiales”.
La corrupción, en suma, es multiforme y sostenida, sin que deje ámbito alguno para que repose la decencia. Está instalada y consubstanciada, como una red viscosa y putrefacta, en el centro mismo del poder oficial, con la presidenta como garante y el primer damiselo como enajenado custodio. Supuesto los hubiera veraces, no alcanzarían los cronistas para registrar tamañas felonías.
Pero he aquí que se esfumaba septiembre, y un episodio en sí mismo menor resultó emblema y epítome de la degradación alcanzada por la gestión de Cristina.
Sucedió que dos putos promovieron ad nauseam su conyugalidad contranatura, contando para consumarla con el apoyo insensato y festivo de los medios masivos, y hasta con los oficios de un patético marica, que parodiando investidura y símbolos de la liturgia católica, simuló bendecir religiosamente a los descarados protervos. El hecho, repetimos, no hubiera sobrepasado los lindes del lupanar, si el Estado Argentino no hubiera tenido activa y principal participación en la apología del vicio nefando. La señora Kirchner hizo llegar su obsequio y su felicitación a los degenerados, y hasta se dispuso que la presidenta de un organismo oficial, como es el Inadi, oficiara de madrina en la ceremonia sacrílega que fue trasmitida con sones de victoria. Era, por cierto, la trágica victoria de la contranatura, asociada a la plenitud de la democracia, que es, en política, la encarnación misma de la antinaturaleza.
Acaso merezca un párrafo aparte la fraseología con que Cristina cohonestó públicamente al par de sodomitas: “que sean felices” —les dijo— “que es lo más importante”. Nadie salió a aclararle que la felicidad está en la virtud, y que no pueden alcanzarla ni merecerla los que hacen del pecado su encarnadura y su proselitismo. Los obispos callaron ante el aborrecible espectáculo, muy ocupados como están en prologar los libros del rabino Bergman o en recibir el premio Maimónides.
Se confundirían quienes minimizaran la entidad de este suceso, reduciendo sus contornos al anecdotario burdelesco de la gran aldea. El Gobierno ha dado un mensaje claro y contundente: a partir de ahora la cultura de la muerte es política de Estado, ya sin ambages ni pudores; y alzados contra el Orden Natural y el Orden Sobrenatural, los invertidos de toda laya y peor jaez tienen su sitial de honor en la corte repugnante de los malnacidos Kirchner.
El 6 de septiembre, en Recife, Brasil, con ocasión de inaugurarse la fábrica Impsa, un sacerdote roció con agua bendita a Cristina, y tras maldecirlo con la mirada, demoró diez minutos en secársela con pañuelo y abanico, para que ni rastros quedara del sagrado líquido. Similar actitud despreciativa había tenido Néstor, el 30 de septiembre de 2006, cuando asistió como presidente a la inauguración,en El Calafate, de una nueva flota de barcos de paseo de la empresa Fernández Campbell. Cada uno a su tiempo y en espacios distintos maltrató y humilló al Ministro que con tan significativo sacramental los prodigara. Los medios de las respectivas fechas recogieron sendas noticias.
Sabemos por los relatos de los grandes exorcistas —baste repasar la Summa Demoníaca de Fortea—que los demonios se retuercen ante el agua bendita, como sabemos de las crispaciones terribles de los posesos o infectados cada vez que la misma rocía sus cuerpos. Saque el lector las conclusiones que quiera. Las nuestras son tan simples cuanto rotundas. Satán anda enseñoreado en la democracia y en sus actuales protagonistas, sino como león rugiente, al menos como rata rabiosa y depredadora vestida de percal.
Es preciso estar sobrios y vigilantes, resistiendo firmes en la Fe, como lo enseñara San Pedro.

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