Visto y tomado de Página Católica
Homilía en la Fiesta de Ntra. Sra. de la Pura y Limpia Concepción del Río Luján
Patrona Principal de la Argentina, Uruguay y Paraguay
8 de Mayo de 1987
R. P. Alberto Ignacio Ezcurra Uriburu
nmaculada Concepción de la Santísima Virgen María procedente de Brasil, era llevada sobre un carro hacia Santiago del Estero. Pero el Señor dispuso milagrosamente que su Madre se quedara en las márgenes del río Luján, a 70 Km de Buenos Aires. La devoción a María Inmaculada, fue la preferida de los descubridores y conquistadores y la que arraigó más hondamente en la América Española. El papa Clemente XIII, por medio de la Bula Quantum Ornamentum la proclamó Patrona de España, las Indias y sus Reinos el 8 de Noviembre de 1760. Bajo su patrocinio fue fundado el Consulado de Buenos Aires en 1794, y han sido su túnica y manto los que dieron sus colores a nuestra bandera nacional.
El 5 de Octubre de 1930, habiendo ya Pío XI proclamado ese mismo año a la Virgen de Luján Patrona, Reina y Madre de la Argentina, Uruguay y Paraguay, una multitud de fieles con los Obispos de esos tres países a la cabeza reunidos en la Plaza Manuel Belgrano de la Villa de Luján, con la mirada puesta en la Basílica y el brazo derecho en alto profirieron el siguiente juramento de fidelidad:
"¿Juráis, con la gracia de Dios, mantener hasta la muerte las obligaciones que importan el amor y vasallajes a la Madre y Reina?
¡Juramos!
¿Juráis fomentar los mismos sentimientos en vuestros hogares?
¡Juramos!
¿Juráis utilizar vuestra influencia para informar en los principios de la civilización cristiana la vida de las naciones?
¡Juramos!
¡Qué lejos parece estar hoy ese juramento no solamente en el tiempo sino en el proceder de muchos compatriotas! Porque, como dijo Mons. Miguel de Andrea con su verbo cálido y vibrante que enardeció a la multitud antes de la jura: "Jurar el Patronato de la Virgen de Luján es, desde el punto de vista nacional, empeñar el honor ante Dios y la Patria por mantener la incolumnidad de la tradición que ella encarna y que es religiosa y patriótica...sin cuyos principios cardinales perece la identidad histórica de la Patria, que debe ser indivisible y única. ¨Y cuáles son esos principios cardinales que a toda costa y no obstante cualquier evolución debemos mantener? Dios, Patria, Familia y Propiedad."
Roguemos a nuestra Madre perdone nuestras infidelidades con palabras de la salmodia de la Misa de esta Fiesta:
"¿Juráis, con la gracia de Dios, mantener hasta la muerte las obligaciones que importan el amor y vasallajes a la Madre y Reina?
¡Juramos!
¿Juráis fomentar los mismos sentimientos en vuestros hogares?
¡Juramos!
¿Juráis utilizar vuestra influencia para informar en los principios de la civilización cristiana la vida de las naciones?
¡Juramos!
¡Qué lejos parece estar hoy ese juramento no solamente en el tiempo sino en el proceder de muchos compatriotas! Porque, como dijo Mons. Miguel de Andrea con su verbo cálido y vibrante que enardeció a la multitud antes de la jura: "Jurar el Patronato de la Virgen de Luján es, desde el punto de vista nacional, empeñar el honor ante Dios y la Patria por mantener la incolumnidad de la tradición que ella encarna y que es religiosa y patriótica...sin cuyos principios cardinales perece la identidad histórica de la Patria, que debe ser indivisible y única. ¨Y cuáles son esos principios cardinales que a toda costa y no obstante cualquier evolución debemos mantener? Dios, Patria, Familia y Propiedad."
Roguemos a nuestra Madre perdone nuestras infidelidades con palabras de la salmodia de la Misa de esta Fiesta:
Allelúia, allelúia.
Recordáre, Virgo, Mater Dei,
dum stéteris in conspéctu Dómini,
ut loquáris pro nobis bona,
et ut avértat indignatiónem suam a nobis.
Allelúia.
(Aleluya, aleluya.
¡Oh Virgen, Madre de Dios! Acuérdate de nosotros,
ahora que estás en presencia del Señor, hablándole en nuestro favor,
y pidiéndole que aparte de nosotros su indignación.
Aleluya.)
Recordáre, Virgo, Mater Dei,
dum stéteris in conspéctu Dómini,
ut loquáris pro nobis bona,
et ut avértat indignatiónem suam a nobis.
Allelúia.
(Aleluya, aleluya.
¡Oh Virgen, Madre de Dios! Acuérdate de nosotros,
ahora que estás en presencia del Señor, hablándole en nuestro favor,
y pidiéndole que aparte de nosotros su indignación.
Aleluya.)
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