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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

16 de julio de 2009

16 de Julio, Festividad de Nuestra Señora del Carmen






l Carmelo es el Monte de María. Parece que Dios sentía predilección por pregonar sus bandos desde la cúspide de las montañas: Sinaí, Tabor, Bienaventuranzas, Gólgota...

El monte Carmelo, a cuya extraordinaria belleza compara a su Esposa el Cantar de los Cantares, es de sabor netamente bíblico. Hay que subir hasta el Libro de los Reyes o más arriba para dar con su origen. Dos son los montes que en Palestina llevan este nombre. El de Judea —que no nos interesa— es árido y seco, parece que pesa sobre él la maldición de Cristo contra el pueblo deicida. El de Galilea, por el contrario, es fértil y fecundo en toda clase de frutos. Está junto al mar Mediterráneo y fue el teatro donde se deslizó la vida del profeta de Dios Elías Tesbita. La fiesta litúrgica de este día, extendida a toda la Iglesia en 1726 por Su Santidad Benedicto XIII, recoge la narración bíblica que se entreteje entre Elías, el Carmelo y María.

El pueblo de Israel había vuelto a pecar. Dios envió a Elías para castigarle. Este profeta, en cuyo corazón y labios ardía el fuego del culto al verdadero Dios, cerró el cielo con el poder de su oración. Tres años y medio sin caer una gota de agua sobre la tierra. Arrepentidos, vuelve Elías a interceder por ellos y el Señor escucha su oración, Elías sube a la cumbre del Carmelo. Se postra en tierra y ora con fervor. Manda a su criado que mire hacia el mar. Sube y mira. No hay nada. Vuelve a subir hasta siete veces. A la séptima dice: "Divisase una nubecilla, pequeña como la palma de la mano de un hombre, la cual sube del mar... Y en brevísimo tiempo el cielo cubrióse de nubes con viento, y cayó una gran lluvia".
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