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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

18 de julio de 2009

Algunos problemas actuales a la luz del Magisterio de Pío XII








por S.E.R Alfredo Cardenal Ottaviani




Tomado de Stat Veritas








DEBERES DEL ESTADO CATÓLICO CON LA RELIGIÓN

ue los enemigos de la Iglesia hayan obstaculizado su misión en todos los tiempos, negándole alguna –o incluso todas- sus divinas prerrogativas y poderes no es para maravillarse. El ímpetu del asalto, con sus falaces pretextos, prorrumpió ya contra el Divino Fundador de esta bimilenaria y, sin embargo, siempre joven institución: contra Él se gritó, en efecto –como se grita ahora- "Nolumus hunc regnare super nos", "no queremos que Éste reine sobre nosotros" (Luc. 19, 14).

Mientras, con paciencia y serenidad provenientes de la seguridad de los destinos que le han sido profetizados y de la certeza de su divina misión, la Iglesia canta a lo largo de los siglos: "Non eripit mortalla qui regna dal caelesti", "No quita los reinos mortales quien da los celestiales". Pero surge, en cambio, en nosotros el asombro, que crece hasta el estupor y se transforma en tristeza cuando la tentativa de arrancar las armas espirituales de la justicia y de la verdad de manos de esta Madre bondadosa que es la Iglesia la efectúan sus propios hijos; aun aquellos que, encontrándose en Estados confesionales donde viven en continuo contacto con hermanos disidentes, debieran sentir más que ningún otro el deber de gratitud hacia ésta Madre que usó siempre de sus derechos para defender, custodiar, salvaguardar a sus fieles.
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