Este blog está optimizado para una resolución de pantalla de 1152 x 864 px.

Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

26 de julio de 2009

Domingo Octavo después de Pentecostés




Por el R. P. Leonardo Castellani






Tomado de Domingueras prédicas.

Ediciones Jauja, Mendoza, 1997







EL CAPATAZ CAMANDULERO. (1963)


ecía también a sus discípulos: «Era un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda; le llamó y le dijo: "¿ Qué oigo decir de ti ? Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir administrando. " Se dijo a sí mismo el administrador: "¿ Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas." Y convocando uno -por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi señor?" Respondió: "Cien medidas de aceite." Él le dijo: "Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta." Después dijo a otro: "Tú, ¿cuánto debes ? " Contestó: "Cien cargas de trigo." Dícele: "Toma tu recibo y escribe ochenta." El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz.
(Lc. 16,1-8)


Vamos a considerar un momento esta parábola del Mayordomo Infiel (como dice Maldonado) o del Administrador Injusto (como dice Ginns) o del Capataz de Iniquidad —como dice la Vulgata: "Vilicus iniquitatis".

Un cocinero con un kilo de carne puede hacer siete platos diferentes, excepto los Viernes y los Sábados; pues estamos en Cuaresma Civil Perpetua. Un predicador con un mismo Evangelio debe poder hacer siete sermones diferentes; porque se predica el mismo cada año, en invierno.

Para variar, pues, vamos a decir que no fue ni Infiel ni Injusto ni Inicuo, apesar de las apariencias. Entonces ¿por qué todos los Santos Padres y todos los Intérpretes dicen que fue Infiel, Injusto e Inicuo? Para dejarme algo que decir a mí también, porque se copian unos a otros; y porque también se puede decir, si se quiere; la parábola es bastante enigmática. Pueden elegir: fue ladrón; no fue ladrón.

Vamos a considerar el Patrón, "homo dives" (53), el Capataz, "homo prudens" (54) —y la moraleja que añade Jesucristo.

El Patrón: es un hombre impulsivo y un poco contradictorio o incomprensible. Y resulta que representa a Dios. Y de repente nos damos cuenta que todos los Patrones en las Parábolas de Cristo son impulsivos y un poco contradictorios e incomprensibles: el de los Operarios de la Hora Undécima, el del Siervo que debía 10.000 talentos, el que se fue a hacerse cargo de un Reino lejano, el Padre del Pródigo y algún otro todavía. Todos son lo que nosotros llamamos un "rico tipo". Cristo pintó a su Padre Celestial como un rico tipo, un hombre de cuidado; bueno en el fondo, pero de cuidado.

Este aquí echa repentinamente a un administrador, porque le dijeron que estaba administrando a lo loco; y después de echarlo, le dice que rinda cuentas, que es lo que se debía hacer primero, a ver si eran verdad o no los chismes; porque eran chismes: "diffamatus", dice el texto latino y "diebléethee" el texto griego; o sea, se murmuraba, no se probó nada. Y después, cuando el Capataz hubo hecho otra cosa bastante desenvuelta, por no decir más, ¡lo alabó o aprobó diciendo que era un tipo inteligente! Las reacciones deste Patrón no son normales.

"Mis caminos no son vuestros caminos". Las reacciones de Dios no son normales, sus planes son misteriosos y caprichosos aparentemente. Mi vida ahora que estoy por acabarla ha ido toda a contrapelo de los planes que yo hacía; pero a ratos me parece que ha sido mejor así; y no sólo a ratos sino siempre, CREO que es mejor así. Cada vez que Cristo representó a Dios, lo representó con rasgos originales o exagerados, quizás para enseñarnos a evitar lo que llaman antropomorfismo; o sea el pintarnos a un Dios igual que nosotros.

Si el Patrón es un rico tipo, más lo es el Capataz. Pueden considerarlo como un ladrón si quieren, y estarán en buena compañía, en compañía de casi todos los Santos Padres, y pueden también no considerarlo como ladrón, y estarán en compañía de cuatro o cinco rasgos del texto mismo. Esto último me parece más aconsejable ahora porque si saben por ahí que Jesucristo alabó a un ladrón (55) de inteligente, todos los argentinos van a querer ser inteligentes.

En el Misal castellano editado por San Gregorio de Montevideo (56) hay una nota a este Evangelio que dice: "Jesucristo no aprobó la conducta delictuosa del Capataz, sino solamente su 'sagacidad". Es una nota desgraciada; porque ¿se puede aprobar o alabar la sagacidad puesta al servicio del delito; y eso por Jesucristo, o por Dios mismo? No se puede. Y el texto no dice "sagaz", dice "prudente". De manera que es mejor absolver al Capataz y no unirse al chismoso que fue a acusarlo de ladrón ante su Patrón: la narración no dice haya sido un ladrón; al contrario más bien.

Sea dello lo que fuere, la moraleja del cuentito es clara: Cristo recomienda una vez más la limosna, esta vez como un buen negocio y una inversión perspicaz; y recomienda una vez más el desapego al dinero, al gran dinero, a la "fortuna" que llaman (porque esas deudas que se nombran, 100 medidas de aceite, 100 cargas de trigo, eran mucha plata) como si el dinero fuera en realidad de Dios y nosotros, administradores, pudiésemos trampeárselo a Dios en provecho propio —en provecho para la otra vida. En suma, Cristo dice que la limosna beneficia más al limosnero que al otro.

La única solución de la llamada "cuestión social" es la limosna, dice Donoso Cortés; y lo repiten Balmes, Unamuno y también el italiano Papini: y de hecho, Cristo no dijo otra cosa, no hizo teorías sociológicas. Pero entonces ¿cómo es que los Papas hacen Encíclicas con soluciones sociológicas de la cuestión social, a veces bien complicadas? Yo creo que esas son soluciones teóricas de la llamada "cuestión social" y la limosna es la solución práctica; y esas soluciones teóricas solamente llegarán a actuarse si las precede de hecho la limosna. Cuando haya muchos limosneros, y sobre todo, cuando manden los limosneros, entonces será posible que los obreros tengan participación en las ganancias empresarias por ejemplo; o que los accionistas cobren lo que les corresponde, o que los salarios sean justos. Eso de hecho ha existido en otros tiempos, cuando había muchos limosneros, cuando los reyes y los "homines divites" (57) tenían un empleado llamado el Limosnero; y las Reinas hacían limosnas por propia mano.

Hay un libro Arroz con Pollo de un católico Raimundo Pares que hace anatomía de esos negociados (o sea robos) de los últimos años, petróleo, CADE, SEGBA, etc., y concluye que no hay remedio anoser que salgamos a la calle con un fusil, muchos argentinos, un montón, o una montonera, y no hay otro remedio. Puede ser, pero solamente si los que salen son los limosneros. Y los limosneros ahora preferimos delegarlo en Rauch (58) —o en Onganía, porque somos pocos y desunidos.

La segunda moraleja que saca Cristo es que debemos emplear tanta inteligencia en el negocio de nuestra salvación por lo menos como los mundanos en sus propios tratos, "in generatione sua" —dice Cristo; o sea, en su propio círculo y ámbito. Lo dice irónicamente: "que no se diga que los hijos de las tinieblas ven más que los hijos de la luz". No se debería poder decir; pero sin embargo, se puede decir bastante. Cristo se contenta con que procuremos igualarnos en prudencia y diligencia a los usureros, los comerciantes y los criadores de campeones Hereford.

Esta parábola es seguida de un sermoncito sobre las riquezas: "no podéis servir a dos señores...". Y después, como hubiese en el auditorio algunos usureros que se reían, Cristo se descolgó con la parábola del Rico Epulón en el Infierno; la cual comienza con las mismas palabras de estotra: "Homo quídam erat dives...", "Pues una vez había un ricacho...". O sea, la limosna es un buen negocio, la usura es un pésimo negocio... —¡Sí, pero solamente en la otra vida! —¿Y qué es la otra vida? La otra vida es mañana.




53. "Hombre rico".
54. "frónimos", en el original griego: "prudente".
55. " lo van a citar en el Parlamento en apoyo de la ley de alquileres -y de otras leyes; y nadie va a preguntar más de dónde salieron los millones de Perón -y de otros muchos" (Tachado en el original).
56. Azcárate.
57. Hombres ricos.
58. Entonces Ministro del Interior

0 comentarios: