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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

28 de julio de 2009

¡ Integristas !



por el R. P. Félix Sardá y Salvany

(Conferencia en la Academia Católica de Sabadell, publicada en la Revista “Propaganda Católica”, Tomo XI, año 1910, ed. Librería y Tipografía Católica, Barcelona)


Visto en Las cruces de las espadas


Tomado de Stat Veritas






NTEGRISTAS! Si, Señores míos, y a mucha honra. Y en tanto es así que deseando dirigiros hoy la palabra en esta nuestra querida Academia, tras tanto tiempo de no haberos hablado en ella, ciertamente no por falta de voluntad, parecióme bien escoger por tema de mi familiar Conferencia el presente mote o apodo con que quieren, según se ve, infamarnos de algún tiempo acá nuestros enemigos. Con él quisiera yo os mostráseis vosotros santamente altivos y cristianamente orgullosos, como os aseguro lo estoy yo, por la gracia de Dios, como lo estoy de mi fe y de mi bautismo y de mi educación católica y de mi católico sacerdocio y de todo cuanto constituye, gracias al cielo, mi modo de ser en el orden sobrenatural y cristiano. Sí, amigos míos; integrista soy e integristas deseo que seáis todos los de esta Sociedad, e integrista creo yo a todo hombre de quien tengo favorable concepto en sus costumbres y creencias, e integrista quisiera yo fuese todo el mundo, única manera de que fuese todo el hijo reconocido y súbdito sumiso de Dios Nuestro Señor. Apropiémonos, pues, y muy en alta voz declaremos nuestra esta calificación, que quiere ser denigrativa y que no es sino gloriosísima. Repitámosla, sí, y alcémosla en alto, muy en alto, como inmortal bandera que simboliza todas nuestras aspiraciones, recuerda todos nuestros deberes, eleva y maravillosamente dignifica nuestra condición en la vida social moderna, y nos separa con distintivo característico de todo lo demás que mira como suyo, en mayor o menor grado, el reinante Liberalismo. Hablemos, pues, de integrismo, y con rostro varonil y pecho firme aceptémoslo con todas sus consecuencias.
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