por el Dr. Antonio Caponetto
Tomado del Blog de Cabildo
o es la lucha contra un individuo la que estamos proponiendo, ni siquiera contra un partido o facción determinada. No es una pugna privada por bienes o puestos, o por obtener algún espacio en el mecanismo de reajuste del sistema. Hemos aprendido con los clásicos que la democracia es la profanación de la política, con el magisterio auténtico de la Iglesia, que no se puede convalidar la aberración de la soberanía del pueblo ni el mito absurdo del sufragio universal; y hemos aprendido por experiencia histórica que era cierto aquello que enseñaba Maurras: no es que la democracia esté enferma, la enfermedad es la democracia. La enfermedad es el régimen, y todo empeño por reconquistar la salud de la Patria debe empezar por impugnarlo sin concesiones, y combatirlo coherentemente hasta las últimas consecuencias.
Pero esta lucha contra la tiranía democrática, contra este mando ilícito por su origen y por su ejercicio, contra este despotismo subversivo que todo lo corroe, compromete además —y prioritariamente— nuestra fidelidad de bautizados. En efecto, es doctrina segura de la Fe Católica, transmitida hasta hoy sin mengua ni desgaste, que los fieles de una nación cristiana poseen el derecho a desobedecer a los gobernantes ilegítimos; a desacatar sus propuestas primero; a rebelarse después gradualmente en forma pasiva y activa, hasta llegar a la resistencia franca, física, obstinada y heroica, cuando la tiranía no deja otra posibilidad más que su muerte para que pueda restituirse la vida de la nación.
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Pero esta lucha contra la tiranía democrática, contra este mando ilícito por su origen y por su ejercicio, contra este despotismo subversivo que todo lo corroe, compromete además —y prioritariamente— nuestra fidelidad de bautizados. En efecto, es doctrina segura de la Fe Católica, transmitida hasta hoy sin mengua ni desgaste, que los fieles de una nación cristiana poseen el derecho a desobedecer a los gobernantes ilegítimos; a desacatar sus propuestas primero; a rebelarse después gradualmente en forma pasiva y activa, hasta llegar a la resistencia franca, física, obstinada y heroica, cuando la tiranía no deja otra posibilidad más que su muerte para que pueda restituirse la vida de la nación.
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