por el Dr. Carlos Marcelo Shäferstein
Tomado de Nuevo Encuentro
nte la cantidad de barbaridades que uno escucha hoy en día “en defensa de la democracia”, me di cuenta que el común de la gente desconoce lo que ha sucedido realmente en Honduras, y que el periodismo “oficial” de la Argentina se ha apresurado a denunciar un “golpe de estado” en aquella Nación.
Como no hay nada más alejado de la realidad, he decidido salir del ostracismo en que me arrojó la Justicia K y explicar a mis lectores cuál es la situación objetiva de Centroamérica, sin extenderme demasiado sobre las aspiraciones expansionistas de la tiranía castrista, con el relato del ejemplar comportamiento de una República que se negó a postrarse ante las aspiraciones de un autócrata.
Si en nuestro pobre país no se hubiera reformado impunemente la Constitución Nacional de 1853, según el acuerdo espurio arribado por Menem y Alfonsín para llamar a un “plebiscito” no previsto en nuestra Ley Fundamental, que se materializó desgraciadamente en 1994, seguramente la salud de la República estaría aún resguardada y un personaje siniestro como el autócrata que nos somete jamás habría logrado la ruina argentina.
Siendo un devoto creyente, no tengo dudas que Dios, Nuestro Señor ha colaborado para impedir que el último plebiscito del 28 de junio diera por tierra con las aspiraciones de eternizarse en el poder del astuto santacruceño con sus asociados. Después de todo el anticristo ~o sus adláteres~ no deben prevalecer.
Un país pequeño y hasta menospreciado ha dado un ejemplo republicano en estos días, que nos debería avergonzar por el escaso sentido cívico y la apatía con que hemos tolerado los atropellos del sátrapa y sus pandilleros.
El fenómeno hondureño.
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