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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

21 de enero de 2011

21 de Enero, Santa Inés, Vírgen y Mártir







n halo de leyenda, tejida poco después de su muerte y aumentada en los siglos medievales, envuelve la encantadora imagen de esta doncella mártir. Es el arquetipo y símbolo de la virginidad hasta la inmolación. Los antiguos Padres de la Iglesia loan, conmovidos, la extraordinaria entereza de esta niña frágil y delicada que, "a los trece años de edad - canta el oficio en su día - perdió la muerte y halló la vida, porque solamente amó al Autor de la vida".

San Ambrosio, en su libro De Virginibus que es un conjunto de homilías, habla largamente de Inés; pero habla como quien sabe que su auditorio conoce ya los hechos que va ensalzando: "¿Qué podemos decir nosotros que sea digno de aquella cuyo nombre mismo entraña un elogio?" Alude a la etimología de la palabra Inés, en latín Agnes, que, si se deriva de esta lengua, significa agnus, cordero; y si proviene del griego, agnos pura. "Esta mártir tiene tantos heraldos que la alaban, como personas pronuncian su nombre."

El sabio obispo de Milán pasa después a comentar la narración del martirio, sin duda apoyándose en las Actas que ya por entonces se conocían, y tal vez un tanto alteradas. Y dice: "Refiérese que tenía trece años cuando padeció. La crueldad del tirano fué tanto más detestable cuanto no perdonó una edad tan tierna. Pero, notemos ante todas las cosas el poder de la fe, que halla testigos de tal edad. ¿Había acaso sitio en tan pequeño cuerpo para tantas heridas? Mas, donde no había sitio para recibir el hierro, lo había para vencer al hierro. Muéstrase intrépida en las ensangrentadas manos de los verdugos; no se conmueve cuando oye arrastrar con estrépito pesadas cadenas; ofrece todo su cuerpo a la espada del soldado furioso; ignora todavía lo que es la muerte, pero está dispuesta, si es llevada contra su voluntad a los altares de los ídolos, a tender las manos hacía Jesucristo desde el fondo de la hoguera y a formar, aun sobre el brasero sacrílego, ese signo que es el triunfo del Señor victorioso. Introduce el cuello y las manos en las argollas de hierro que le presentan, pero ninguna puede ceñir miembros tan pequeños..." "No iría el esposo a las bodas con tanto apresuramiento como ponía esta santa virgen en dirigirse con paso ligero al lugar del suplicio, gozosa de su proximidad. Todos lloraban, todos menos ella. La mayor parte admiraban la gran facilidad con que, pródiga de una vida que aún no había gozado, la daba como si la hubiese ya agotado. Estaban todos llenos de asombro de que se mostrase testigo de la Divinidad en una edad en que no podía aún disponer de sí misma. ¡Cuántas amenazas emplea el tirano para intimidaría! ¡Cuántos halagos para persuadirla! ¡Cuántos hombres la deseaban por esposa!" Mas ella contestaba: "La esposa injuria al esposo si desea agradar a otros. Unicamente me poseerá el que primero me eligió. ¿Por qué tardas tanto, verdugo? Perezca este cuerpo que pueden amar ojos a los cuales no quiero complacer." Llega, ora, inclina la cabeza. Hubierais visto temblar al verdugo, lleno de miedo, como si él fuese el condenado a muerte. Su mano tiembla, palidece por el peligro ajeno, en tanto que la jovencita mira sin temor su propio peligro. He aquí, pues, en una sola víctima, dos martirios: el de la pureza y el de la religión. Inés permanece virgen y obtiene el martirio."

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