Por el R.P. José María Iraburu
Tomado de su blog Reforma o Apostasía
El escrito, aprovechando que el río Pisuerga pasa por Valladolid, parte de «los abusos sexuales a niños y jóvenes cometidos en el Colegio Canisio de Berlín por sacerdotes y miembros de órdenes religiosas». Aquel horror ha sumido desde hace un año a la Iglesia Católica en Alemania «en una crisis sin precedentes», ocasionando en muchos cristianos el convencimiento de que «son necesarias reformas profundas». Como «no se vislumbran apenas reformas que miren al futuro», éstas que los firmantes proponen son tan necesarias y urgentes que, si no fueran acogidas, «un silencio sepulcral echaría por tierra las últimas esperanzas», y «no significaría más que la calma de la tumba». Tremenda situación.
¿Y cuáles son esas reformas «profundas» tan urgentes? ¿Reafirmar la divinidad de Jesucristo, su condición única de Salvador, la virginidad de María, la fe en la Iglesia como «sacramento universal de salvación», la distinción real entre sacerdocio ministerial y común? ¿O se intenta recuperar la misa dominical, la oración y los sacramentos, especialmente el de la penitencia, casi extinguido? Etc.
No. La salvación de la Iglesia exige absoluta y urgentemente «la renovación de las estructuras eclesiales». Es imprescindible que haya «más estructuras sinodales en todos los niveles de la Iglesia». Es absolutamente necesario afirmar con más fuerza la libertad de conciencia, la opción por la justicia y los pobres, la participación de los fieles en la elección de Obispos y párrocos, el reconocimiento de que «la Iglesia necesita también sacerdotes casados y mujeres en dignidades eclesiásticas», la no exclusión (se entiende, de la Eucaristía) de las parejas adúlteras o de las parejas homosexuales. Todo metido en un mismo saco.
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