- San Benito José Labre
- Santo Toribio de Liébana
- Santa Engracia y sus 18 Compañeros, Mártires
- Santa María Bernarda Soubirous, Virgen
- San Fructuoso de Braga, Obispo
- San Cayo, Mártir
- San Optato, Mártir
- San Saturnino, Mártir (Con Optato)
- San Encratis, Mártir (Con Optato)
- San Cremencio, Mártir (Ver Optato)
- San Dragón
- San Magno de orkney, Mártir
- San Paterno de Avranches
- Beato Arcángel de Bolonia
- Beato Guillermo de Polizzi
- Beato Joaquín de Siena
- Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo gratias.
San Benito José Labre
Aquel hombre desvalido, Benito José Labre, no iba dejado, sino guiado por la mano de Dios, conducido por su andadura clemente y amorosa, providencial y tierna.
Benito José Labre nació en Amettes el 26 de marzo de 1748. Regía el orbe cristiano el papa Benedicto XIV, cantado por Voltaire en verso latino, y reinaba en Francia, "bajo Voltaire", Luís XV, el firmante del Pacto de Familia, el galán de la marquesa de Pompadour y el protector de la porcelana de Sévres.
El mismo día: Santa Engracia y sus 18 Compañeros, Mártires
La muerte de Carino en el campo de batalla de Margus le dejó como único jefe del Imperio. Soldado favorito de la fortuna, manifestó siempre tener un espíritu lleno de recursos, una voluntad fría e implacable y un plan de reformas concreto y lógicamente ordenado.
Adepto ferviente del paganismo, a la vez por convicción personal y por razón de Estado, el emperador se afrontó muy pronto con el problema acuciante del cristianismo.
El cristianismo, gracias al decreto de tolerancia de Galieno en 260, había realizado grandes progresos no sólo entre la población civil, sino también en las legiones y en los castros. Diocleciano vio en ello una dualidad moral en el Imperio, y, una vez conseguida la unidad territorial, política y administrativa, se propuso conseguir la uniformidad religiosa.
El mismo día: San Fructuoso de Braga, Monje y Obispo
n los confines occidentales de España, ganados un siglo antes para la ortodoxia católica por el ilustre San Más Martín de Braga, floreció en el siglo VII uno de los mas eximios varones de la iglesia visigoda. Fructuoso, de noble familia emparentada con algunos reyes visigóticos, hijo de un jefe del ejército, púsose muy pronto en condiciones de servir a la Iglesia al iniciarse en las disciplinas eclesiásticas bajo la dirección de Conancio de Palencia. Allí recibió su educación sagrada, en compañía de numerosos jóvenes a los que había atraído la sabiduría y la discreción de este obispo; pero en su alma florecía la vocación monacal, manifestada desde niño con piadosos pensamientos al decir de su biógrafo, un sencillo monje discípulo y admirador suyo, que escribió una vida llena de detalles maravillosos y de milagros. Joven aún, renunció a sus bienes y dotó con ellos iglesias y benefició a los pobres, para saber desprenderse mejor de la atracción de las cosas del mundo. Y todo hace sospechar que se retiró al Bierzo, donde sus padres posean bienes cuantiosos. Allí le encontrarnos rodeado de discípulos, llevando austera vida de penitente, fortaleciendo a todos con su ejemplo y con su instrucción.
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