por el R. P. Terzio
Tomado de su blog Ex Orbe
l pasado Sábado, por un mensaje de un contacto del facebook, me enteré de que había muerto el p. Cándido Pozo, un quasi héroe de la resistencia de los últimos jesuítas-jesuítas; que el Señor le haya dado la Gloria.
Como él, de su estilo fiel y batallador, apenas quedan ya padres en la Compañía. A parte de su obra publicada y sus trabajos, no deja herederos, ni seguidores, ni continuadores (dentro de la Compañía, quiero decir). Herederos, seguidores y continuadores efectivos, reales o potenciales, quería decir. Con el p. Pozo se va también el representante de una cierta continuidad de los teólogos jesuítas de renombrada calidad, los ortodoxos, los fieles y leales ignacianos. Al ir desapareciendo, se patentiza la depauperación de la Compañía, imparable en su penoso languidecer, irrefrenable en su desgraciada corrupción y descomposición.
Los que apreciamos, a pesar de todo, a la Compañía, lamentamos que no se realizara aquel supuesto proyecto de una provincia ignaciana que se quiso fuera la reserva de la pars sanior de la Compañía que Arrupe recibió robusta y dejó sumida en crisis letal de identidad formal y material. Si aquel proyecto hubiera podido ser, quizá hoy tuviéramos sucesores de los Aldama, de Solano, de Pozo. Pero ni aquello se realizó en su momento, ni ahora hay quien encarne dentro de la Compañía esa veta saludable que todavía quedaba, manteniendo una intra-ortodoxia entre la defección de la mayoría.
..........................................................................
Leer más...
Como él, de su estilo fiel y batallador, apenas quedan ya padres en la Compañía. A parte de su obra publicada y sus trabajos, no deja herederos, ni seguidores, ni continuadores (dentro de la Compañía, quiero decir). Herederos, seguidores y continuadores efectivos, reales o potenciales, quería decir. Con el p. Pozo se va también el representante de una cierta continuidad de los teólogos jesuítas de renombrada calidad, los ortodoxos, los fieles y leales ignacianos. Al ir desapareciendo, se patentiza la depauperación de la Compañía, imparable en su penoso languidecer, irrefrenable en su desgraciada corrupción y descomposición.
Los que apreciamos, a pesar de todo, a la Compañía, lamentamos que no se realizara aquel supuesto proyecto de una provincia ignaciana que se quiso fuera la reserva de la pars sanior de la Compañía que Arrupe recibió robusta y dejó sumida en crisis letal de identidad formal y material. Si aquel proyecto hubiera podido ser, quizá hoy tuviéramos sucesores de los Aldama, de Solano, de Pozo. Pero ni aquello se realizó en su momento, ni ahora hay quien encarne dentro de la Compañía esa veta saludable que todavía quedaba, manteniendo una intra-ortodoxia entre la defección de la mayoría.
..........................................................................
Leer más...
0 comentarios:
Publicar un comentario