El niño y su educación en la Edad Media
por Horacio Boló
Tomado de Centro Pieper
La Dra. Inés F. de Cassagne ha escrito un artículo muy interesante sobre el tema.
Generalmente se cree que la Edad Media fue un periodo oscuro y bárbaro y que Europa recuperó la luz y la civilización cuando redescubre los valores y la cultura de la Antigüedad Clásica en el Renacimiento. Nada más lejos de la verdad.
Veamos cómo se trataba y se educaba a los niños en la Edad Media.
La Edad Media en toda Europa va a impregnarse del espíritu de la Regla de San Benito, fundador del monasterio de Monte Casino y de la Orden Benedictina que fue la verdadera cuna de toda la cultura europea. Leamos algunos preceptos de su regla dedicada a los monjes de su orden, escrita en el siglo VI.
“Cada edad y cada inteligencia debe ser tratada de una manera adecuada.” (Capítulo 30, 1)
“(en los niños y los ancianos)... siempre se ha de tener en cuenta su debilidad y de ningún modo se atendrán al rigor de la regla.” (Capítulo XXXVII,1)
Al referirse al mayordomo del monasterio dice:
“Cuide con todo su desvelo de los enfermos y de los niños.. en el día del juicio darán cuenta de ellos.” (Capítulo XXXI, 9)
“Cuide con todo su desvelo de los enfermos y de los niños.. en el día del juicio darán cuenta de ellos.” (Capítulo XXXI, 9)
Es necesario resaltar que en el mundo de la antigüedad se valoraba muy poco a los niños y desde el comienzo los primeros cristianos condenaron el aborto y el abandono de los recién nacidos. En la Roma antigua el padre tenía un poder absoluto sobre los niños, la famosa pater potestas era un régimen difícil de imaginar para nosotros. Cuando nacía un chico se lo colocaba a los pies del padre y si éste lo levantaba quería decir que lo aceptaba y el chico iba a vivir, pero si le daba la espalda significaba que lo rechazaba y el niño iba a la muerte. Soranos de Efeso (siglo II de nuestra era) fue tal vez el primer ginecólogo y pediatra, pero es interesante saber que definía como uno de las principales funciones de la puericultura como “el arte de decidir cuáles son los recién nacidos que merecen ser criados.” (Gynaecia 2, 5). El famoso Séneca nos refiere que “... estrangulamos a un perro rabioso, ahogamos a lo niños” y Tácito se sorprendía de la costumbre de los judíos de no suprimir a ningún recién nacido. Un tal Hilarión, que vivió en el primer siglo de nuestra era, le escribía a su mujer: “Te pido y te suplico que cuides mucho a nuestro hijo pequeño..en cuanto al que viene, suerte para ti si es varón, si es mujer arrójala.” Es interesante ver como, en esta época en la que se pensaba de esta manera, aumentaban los abortos, se multiplicaban los divorcios y las uniones ilegítimas, nacían tan pocos niños que se dictaron leyes en Roma en las que se estipulaba una reducción en el monto de la herencia a las parejas sin hijos. Como vemos todo esto empezamos también a vivirlo nosotros en nuestra sociedad. Señalemos que en Holanda ya se ha empezado a discutir la eutanasia para los recién nacidos y los menores de 12 años y la decisión, tal como lo propugnaba Soronos en Roma en el siglo II, puede estar en manos de los médicos. Como vemos Occidente se aleja del espíritu que le dio origen, niega sus raíces y vuelve a lo peor de la Antigüedad. La tradición de los pueblos germanos que invadieron Roma no era muy diferente.
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