Los escépticos, ateos o anti-teístas, necesitan –según ellos- de argumentos “racionales”, probatorios científicamente mediante la observación empírica de los hechos. Pues bien, pareciera que aquél énfasis en la “racionalidad” de lo que solamente se puede comprobar empíricamente, queda totalmente relegado y –podríamos decir- despreciado por ellos mismos, cuando tratamos del tema “evolución”.
La “evolución” no está demostrada bajo ningún método científico empírico racional. Nadie ha visto ni ha comprobado como “evoluciona” un reptil de un ave, por ejemplo. De ahí que, tanto gustan de argumentos lógicos, racionales y científicos, que en estos casos prefieren tener “fe” en la evolución. Tienen que creer en la evolución. Eso, desde el punto de vista ateo, no es racional.
Aquí desmitificamos uno de los tantos mitos evolucionistas. El famoso caso del “Archaeopteryx” y su supuesto estado de transicional entre un reptil y un ave.
De reptiles a aves.
De reptiles a aves, hipótesis más importante sostenida por los evolucionistas del paso de los reptiles del grupo pterodáctilo de los pterosauros (Rhampfiorhyncfius) a las aves por el Archaeopteryx y el Archaeornis, es decir, de los reptiles voladores a aves reptiliformes. No es posible considerar a estos volátiles como auténticos eslabones entre las aves y los reptiles, no son animales intermedios entre estos dos grupos en el verdadero sentido de la palabra, sino auténticas aves, con algunos caracteres que las asemejan más a los reptiles. Los reptiles volátiles son verdaderos y propios reptiles, pero perfectamente aptos para volar; poseen huesos pneumáticos como las aves, membranas extendidas entre las extremidades que hacen veces de alas, como los murciélagos. El Archaeopteryx tiene la estructura de una auténtica ave por la articulación tarsometatarso, tibia-tarso; por la forma de la pelvis, del cerco escapular, de la estructura del cráneo, del plumaje... Boule y Piveteau escriben a propósito de esto: el Archaeopteryx es un ave por la estructura general, la forma de su cuerpo y sobre todo, por su plumaje. Y algunas líneas después: verdaderamente -dicen-, cuando se tiene en cuenta el conjunto de la organización, el Archaeopteryx se nos presenta como una verdadera ave[1].
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