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Fragmento de Notre charge apostolique. S.S San Pío X (1910)
"No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventar ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo."

9 de septiembre de 2008

España no es democrática

Imagen: "Escuadrón de Guipúzcoa...", de Ferrer Dalmau.

Tomado, una vez más del excelente blog Libro de Horas y Hora de Libros

ESPAÑA NO ES DEMOCRÁTICA

En su magnífico ensayo “Anti-España 1959”, Mauricio Carlavilla establecía, con su privilegiado sentido metahistórico, un juicio que merece ser meditado: “España no es democrática”. Para comprender esta aseveración tan firme -y, al principio, tan escandalosa para el biempensante-, pido del lector que por un momento prescinda de lo que piense sobre la “Democracia”, si es que piensa acorde con lo que se nos ha inculcado desde 1975. Esto es: deshagámonos del prejuicio que pugna por arraigarse en la mentalidad: el "dogmatismo democrático", ese que considera que la “Democracia” es divina, sagrada, intocable… No sabe ni lo que es, pero no se la puede cuestionar.

La "Democracia" creen los "dogmáticos democráticos" es digna de toda adoración, como si fuese un nuevo ídolo puesto en su altar, un ídolo engreído que ansía muchedumbres de feligreses, que se vanagloria de constituir una religión en la que la "Democracia" es ídolo, diosa o diosecillo al que se le rinde culto. Una religión cívica en la que se procura no blasfemar diciendo, por ejemplo: “¡Mierda de democracia!”; una confesión de fe en la que se procura cumplir devotamente con el precepto cuatrienal de colar por una rendija, caritraspuesto, un sobre en una urna de cristal; una liturgia que tiene a sus sacerdotes y sacerdotisas, siempre ensalzando al ídolo que les da de comer; unos creyentes que mirarán mal a aquel que tenga el atrevimiento de dudar sobre las virtudes, las bondades y maravillas de la democracia… Y todo ello, con su corolario inquisitorial: quien la ponga en cuestión, sea delatado a la inquisición laicista que fríe a los infieles y herejes; quien dude de ella, sea anatema: "¡Fascista!" -gritan los familiares del nuevo oficio de la Inquisición democrática. Y si no hay hoguera, ya habrá forma de aislar al "reaccionario" como a un apestado.Abandonemos, digo, ese falso prejuicio y esa idolatría. Somos personas maduras y críticas, y por eso nos ponemos frente a la realidad de la democracia; o mejor dicho, frente al supuesto de una España “democrática”.
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2 comentarios:

El Carlista dijo...

Carísimo Cruzamante.
Genial este artículo, pues, entre otras cosas, prueba que el "carlismo" no es cosa de "cajetillas", como comunmente se cree, sino, auténticamente popular, contrarrevolucionario y católíco.
Aclaro: el sentido en que se debe interpretar lo de "popular", nada tiene que ver con el "populismo democrático", sino con un "pueblo" que, por ARRAIGADO A LAS COSAS CONCRETAS, actuó seguiendo el más elemental sentido común e histórico.

Un abrazo en Xto.

El Carlista.

Cruzamante dijo...

Caro amigo:
No hago más que coincidir con Ud.
Un abrazo en Xto Rey
El cruzamante